?Cu¨¢ndo pierde una mujer el derecho a decidir c¨®mo parir?
Una embarazada fue ingresada por orden judicial en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA). En Espa?a no es ilegal dar a luz en casa
Una embarazada fue ingresada por orden judicial en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), despu¨¦s de que una jueza decretase su detenci¨®n para inducirle un parto forzoso. ?Por qu¨¦? ?Estar embaraza de 42 semanas implica perder el derecho inalienable a la libertad individual como usuaria que garantiza la Ley 41/2002 de Autonom¨ªa del Paciente? ?Estar embarazada de 42 semanas es una excepci¨®n a su art¨ªculo 8 que establece que ¡°toda actuaci¨®n en el ¨¢mbito de la salud de un paciente necesita el consentimiento libre y voluntario del afectado, una vez que, recibida la informaci¨®n prevista en el art¨ªculo 4, haya valorado las opciones propias del caso¡±? ?Estar embarazada de 42 semanas justifica que se pueda hacer cualquier cosa contra su voluntad? ?O es m¨¢s bien la excusa perfecta para hacerle lo que se decida sin su consentimiento?
No es no, tambi¨¦n en este ¨¢mbito. La mujer embarazada, no por embarazada, deja de ser un sujeto de derechos.
En el hospital, el trabajo de parto de esa mujer no progresa, lo cual es l¨®gico dadas el contexto. Finalmente, se le practica una ces¨¢rea. Motivo: "desproporci¨®n cefalop¨¦lvica en estrecho superior/occipito posterior y agotamiento materno¡±. Al maltrato lo llaman desproporci¨®n cefalop¨¦lvica. Es desproporci¨®n, s¨ª, pero no cefalop¨¦lvica sino de otro tipo: la que dista entre lo que la mujer necesitaba para parir (calma, seguridad, acompa?amiento y protecci¨®n para su salud y la de su beb¨¦) y lo que obtuvo (orden judicial, detenci¨®n policial, ingreso forzoso para tratamiento inducido). ?Alguien imagina poder dilatar en esas circunstancias? ?Alguien imagina estar en casa, que llamen a la puerta, que sea la polic¨ªa, que te diga que tiene orden judicial de llevarte al hospital a parir y que tengas que ingresar y parir de esa manera?
Hay que dejar claro desde un principio que no se orden¨® el ingreso en el hospital porque hubiera una situaci¨®n de urgencia o peligro que lo motivara. El beb¨¦ ten¨ªa las constantes perfectas, las mantuvo durante el trabajo de parto y present¨® perfectas condiciones al nacer. El ingreso se orden¨® no porque la situaci¨®n lo requiriera, sino porque no se acepta que una mujer embarazada ejerza su derecho a la autonom¨ªa. Al margen de lo que diga la ley, la pr¨¢ctica no reconoce que el consentimiento informado es obligatorio, tambi¨¦n en el caso de las embarazadas.
Falta sacar un conejo de esta chistera. La madre ten¨ªa la intenci¨®n de parir en casa acompa?ada de una matrona independiente y cualificada. ?Ah! Entonces ¡ ?eso lo explica todo! Se le ingres¨® en el hospital sin su consentimiento para evitar que siguiera adelante con su plan de parir en casa, ?no? Las noticias se han centrado en este aspecto, y han desviado el foco de la verdadera llaga. Las mujeres tienen derecho, reconocido por ley, a parir donde escojan. Parir en casa es legal. Ante todo, es una opci¨®n legal. Las embarazadas tienen derecho a decidir las circunstancias en que tiene lugar el parto (d¨®nde, c¨®mo y con qui¨¦n quieren parir). Este derecho est¨¢ reconocido por la jurisprudencia y los tribunales internacionales. La llaga no es el parto en casa, la llaga es la capacidad y autonom¨ªa de las mujeres embarazadas para decidir los riesgos que quieren asumir.
El parto despu¨¦s de la semana 42 implica algunos riesgos, de acuerdo. Pero aceptar analgesia o poner oxitocina implica tambi¨¦n riesgos, de lo contrario no habr¨ªa que firmar un consentimiento informado. Las mujeres asumimos riesgos en nuestros embarazos y partos, tambi¨¦n cuando estamos en hospitales. Como sujetos adultos y usuarias de los servicios de salud tenemos derecho a elegir libremente qu¨¦ riesgos queremos asumir. Las personas somos libres de aceptar o no los tratamientos m¨¦dicos. Incluso cuando nuestra vida corre peligro. Los m¨¦dicos deben saber que no pueden aplicar un tratamiento si no existe consentimiento informado. Los m¨¦dicos solo pueden ingresar involuntariamente a un paciente cuando su estado mental o f¨ªsico supone un peligro para su vida o la de otras personas; los psiquiatras conocen bien estos casos. Las embarazadas no son pacientes de salud mental cuyas decisiones deban ser corregidas.
Ninguna mujer al final de su embarazo quiere que su beb¨¦ muera. Cuando una madre se niega a una inducci¨®n lo hace desde el convencimiento de que es lo mejor para su salud y la salud de su beb¨¦ y probablemente est¨¦ muy bien informada. As¨ª que, en todo caso, lo adecuado ser¨ªa intentar comprender sus razones desde la escucha emp¨¢tica. Hay razones de peso cient¨ªfico para negarse a una inducci¨®n si la indicaci¨®n es dudosa.
Estar embarazada de 42 semanas no es una patolog¨ªa, sino una circunstancia. En un Estado de derecho en el siglo XXI en Europa, lo impensable se ha convertido en realidad: una mujer es llevada a la fuerza, mediante orden judicial, a un hospital para obligarle a parir de una determinada manera porque as¨ª lo decidieron algunas personas a su alrededor, sin urgencia m¨¦dica.
El sistema le ha fallado a esta mujer. En lugar de acompa?arle y ofrecerle asistencia profesional, ha atacado y vulnerado sus derechos. Ordenar judicialmente el ingreso para inducci¨®n forzada de una mujer embarazada de 42 semanas, sin urgencia que lo motive, vulnera sus derechos humanos, sexuales y reproductivos. No existe mayor fracaso.
Este asunto no afecta solo a las mujeres embarazadas, sino a todos los pacientes. Aplicando los mismos criterios un anciano no podr¨ªa elegir morir en su casa si un m¨¦dico decide que es mejor para ¨¦l morir en el hospital. Si aceptamos, como sociedad, que los m¨¦dicos pueden decidir, conforme a criterios t¨¦cnicos, qu¨¦ es lo mejor para nosotros, perdemos algo tan valioso como la salud, a saber, la libertad.
Atr¨¢s quedan los d¨ªas en los que se pensaba que, al embarazarse, la mujer perd¨ªa no solo su capacidad sino su derecho a actuar como ser humano aut¨®nomo. Es urgente defender las libertades individuales de las embarazadas. Nos jugamos nuestra ciudadan¨ªa.
*Stella Villarmea es catedr¨¢tica de Filosof¨ªa, Universidad de Alcal¨¢. Fellow Marie S. Curie, Universidad de Oxford. Experta en Filosof¨ªa del Nacimiento
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