Revisiones estrat¨¦gicas
El mensaje de las urnas es n¨ªtido: recuperar el tiempo perdido
Las elecciones celebradas el domingo no solo han fijado la composici¨®n del Parlamento para la pr¨®xima legislatura, sino que han arrojado un n¨ªtido mensaje a prop¨®sito de las estrategias adoptadas por los l¨ªderes de las diferentes fuerzas pol¨ªticas. Por lo que respecta al Partido Socialista, su amplia victoria en esca?os convalida el liderazgo de Pedro S¨¢nchez, as¨ª como su decisi¨®n de apelar al voto de la moderaci¨®n y la seguridad cuando sus principales adversarios han buscado la polarizaci¨®n y la rivalidad en los extremos. El castigo del electorado al PP por reeditar los modos y el ideario del expresidente Aznar en 1993 ha sido severo, y compromete la continuidad de Pablo Casado. La censura electoral contra la regresi¨®n inspirada por Casado ha resultado a¨²n m¨¢s contundente por su huida hacia delante en el tratamiento de la corrupci¨®n. En contra de lo que imaginaba la actual direcci¨®n popular, sus votantes no eran inmunes a unas pr¨¢cticas condenadas en los tribunales y por las que el partido fue desalojado del Gobierno.
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El n¨²mero de esca?os obtenido por Ciudadanos ha quedado lejos de sobrepasar a un PP en sus ¡ªno conviene olvidarlo¡ª horas m¨¢s bajas, y le obligar¨ªa a reconsiderar la idoneidad de las opciones realizadas por su l¨ªder, Albert Rivera. En lugar de ello, Rivera y el n¨²cleo de sus dirigentes afines han pretendido ocultar detr¨¢s del aumento de los apoyos, importante pero limitado, la evidencia de haber conducido a la formaci¨®n hasta un callej¨®n sin salida, que amenazan con trasladar ahora al conjunto del sistema. Porque es a este, y no solo a s¨ª mismo ni al partido socialista, a quien Ciudadanos debe cualquier contribuci¨®n a la gobernabilidad con la esperanza de obtener en la siguiente legislatura lo que los electores le han negado: el liderazgo de la oposici¨®n parlamentaria. Por profunda que sea la crisis en la que el incierto futuro de Casado acabe sumiendo al PP como segunda fuerza parlamentaria, el interrogante del que no puede zafarse Ciudadanos es si los resultados obtenidos merec¨ªan su viaje hasta posiciones coincidentes en algunas materias con las de la ultraderecha, expresadas, adem¨¢s, mediante id¨¦ntica ret¨®rica de emergencia nacional y encarnizada descalificaci¨®n de la totalidad de sus adversarios. La perspectiva de una nueva legislatura de crispaci¨®n tal vez reporte beneficios electorales para Ciudadanos en el futuro, pero es un coste que, hoy, nadie deber¨ªa seguir exigiendo al pa¨ªs.
Podemos ha frenado la ca¨ªda que vaticinaban las encuestas gracias a que Pablo Iglesias ha abrazado las posiciones de la socialdemocracia, pasando de reclamar un proceso constituyente a exigir el riguroso cumplimiento de la Constituci¨®n de 1978. Esta evoluci¨®n en materia social no ha alcanzado, sin embargo, a sus posiciones en materia territorial, donde sigue defendiendo salidas de imposible encaje constitucional. Como en el caso de Ciudadanos, las responsabilidades que contrae Iglesias en este ¨²ltimo punto exceden a su propio partido, por cuanto su defensa de un refer¨¦ndum contribuye a fijar impl¨ªcitamente un l¨ªmite en el viaje de ERC desde el unilateralismo que ha sentado a sus l¨ªderes en el banquillo hacia posiciones m¨¢s pragm¨¢ticas, derrotando en las urnas el mesianismo del expresidente huido, Carles Puigdemont. El punto de llegada en ese recorrido no puede consistir en abandonar un unilateralismo suicida a cambio de exigir un refer¨¦ndum imposible, entre otras razones porque la reforma constitucional que abriera las puertas a su celebraci¨®n es cuesti¨®n de mayor¨ªas de las que el independentismo no dispone y de procedimientos que hasta ahora siempre ha despreciado.
El mapa dibujado por las urnas se?ala m¨²ltiples caminos, pero alcanzar a trav¨¦s de ellos la estabilidad que requiere el pa¨ªs depender¨¢ de c¨®mo los l¨ªderes y los partidos revisen sus respectivas estrategias.
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