Una isla de jazz, en clave de mujer
La ciudad senegalesa de Saint Louis celebra la XXVII edici¨®n de un evento que revoluciona la vida local con la m¨²sica surgida de los esclavos negros en Estados Unidos
Una isla de jazz. Contrabajos, djembes, pianos, micr¨®fonos, altavoces, esquinitas de bares, restaurantes y hoteles que hacen hueco para alojar a las bandas que mueven el ritmo de las olas del r¨ªo Senegal a su paso por la ciudad costera de Saint Louis. La plaza principal como escenario se sit¨²a en el epicentro de 800 metros cuadrados de latidos y corcheas, de talleres de baile, de exposiciones, de masterclass, de desfiles de hombres vestidos de falsos leones que sorprenden a los m¨¢s peque?os, de extranjeros disfrutando con los ojos cerrados los compases de la cora de Ablaye Cissoko mientras suena arm¨®nica en directo en una librer¨ªa donde a la vez se celebran talleres de pintura sobre vidrio. Y voces, voces de mujeres, muchas.
El cartel de la XXVII edici¨®n del Festival Internacional de Jazz de Saint Louis, por el que han pasado m¨²sicos como Herbie Hancock o Gilberto Gil, es violeta y lo protagoniza una silueta de mujer tocando el saxof¨®n. Como una estela de la reconocida cantante saint-louissiene Aminata Fall, de las 10 bandas que lideran la programaci¨®n oficial, seis est¨¢n abanderadas por voces femeninas que se acompa?an a s¨ª mismas con bajos de seis cuerdas, loopers, pianos o violines. "El jazz es una m¨²sica de lucha, ya sea contra la segregaci¨®n social, racial o est¨¦tica, de g¨¦nero", declara Birame Seck, dise?ador del programa oficial de este encuentro internacional celebrado del 26 al 30 de abril en una ciudad que recluy¨® esclavos y fue capital del ?frica Occidental Francesa hasta 1902.?
"El jazz surge de los esclavos negros que son llevados a Estados Unidos y en este festival se ve c¨®mo la historia vuelve, pero ya como s¨ªmbolo de libertad. Son las m¨²sicas de aqu¨ª que van all¨ª y de nuevo vienen. Y en esta edici¨®n la hemos reservado a las mujeres, que han estado relegadas despu¨¦s de muchos a?os. Ahora no ha sido dif¨ªcil encontrarlas", destaca Seck, que cuenta que le surgi¨® la idea de organizar el festival as¨ª despu¨¦s de que en 2017 viera que en un encuentro franc¨¦s en el que se entregaron numerosos premios de jazz, ninguno recayera en una mujer. "Me pareci¨® una cat¨¢strofe. ?C¨®mo era posible ver eso?", se pregunta el programador. "Antes, en la d¨¦cada de los a?os treinta o cuarenta algunos instrumentos como el bajo simbolizaban lo masculino o era impensable ver a una mujer tocando la bater¨ªa, ya no", declara mientras ensaya sobre el escenario la marfile?a Manou Gallo, que horas despu¨¦s mostrar¨¢ en el espect¨¢culo su fuerza arrolladora con un bajo de seis cuerdas, un lopper y su traje de chaqueta de tela de wax azul y naranja. "?Mujeres africanas al poder!", grita entre tema y tema la bajista y cantante.
A las noches del festival se ha sumado tambi¨¦n la voz desgarradora, potente y envolvente de la mauritana Noura Mint Seymani, ataviada con una melfa (tela que cubre el cuerpo y la cabeza) de vivos colores, la Orquesta Nacional de Jazz de Senegal, la guitarra de la suiza Veronika Stalder o el piano de la espa?ola Nancy Ruth, entre otros int¨¦rpretes de Luxemburgo, Suiza, Estados Unidos, Francia o Italia congregados en la plaza central y con un p¨²blico con m¨¢s presencia extranjera que local. "Nunca elijo la programaci¨®n en funci¨®n de la nacionalidad, es una programaci¨®n art¨ªstica, no diplom¨¢tica", dice Seck. "Este festival se cre¨® como un puente entre lo europeo, lo africano y lo americano, y para resituar el destino de Saint Louis, con un evento que sea internacionalmente conocido y como un lugar para compartir, de intercambio. No hab¨ªa gran cosa que hacer aqu¨ª, hab¨ªa que animar la calle", se?ala Papis Diallo, uno de los cofundadores del evento a principios de los noventa, que recuerda como en 1942 llegaban a la ciudad senegalesa discos de jazz de Estados Unidos, se reinterpretaba y se difund¨ªa por la regi¨®n.
Acuden cerca de 92.000 visitantes con una tasa de ocupaci¨®n del 100% de los hoteles y se venden 15.000 entradas para los conciertos oficiales
Ahora el jazz que desprende la ciudad de Saint Louis se difunde allende las fronteras. Acuden cerca de 92.000 visitantes con una tasa de ocupaci¨®n del 100% de los hoteles; se venden 15.000 entradas para los conciertos oficiales, los m¨¢s baratos a 5.000 francos CFA (siete euros); se acreditan m¨¢s de 150 medios y cuenta con 40 financiadores, seg¨²n la organizaci¨®n. Una convocatoria que no ha evitado que se hayan registrado graves problemas financieros en esta edici¨®n, lo que ha dificultado la celebraci¨®n de actividades previstas. "Es una pena que no se apoye en serio esta iniciativa, perjudica al festival y a la ciudad", declara un residente en la isla. A Sokhna, que cuenta que regenta una tienda en una de las calles principales de la isla desde hace 22 a?os, ha vivido parte de la evoluci¨®n del festival. "Es un momento en el que te encuentras a todo el mundo, conoces a los artistas, est¨¢ muy bien, pero este a?os los extranjeros han comprado menos", dice la empresaria tras asistir a la inauguraci¨®n de la exposici¨®n del fot¨®grafo franc¨¦s Laurrent Gerrer Simon, que ha retratado el festival de 1993 al 2000 y de 2007 a 2014.
"Recuerdo especialmente cuando Lucky Peterson trajo por primera vez un micr¨®fono port¨¢til, que no necesitaba cables. De pronto se baj¨® del escenario, descendi¨® entre el p¨²blico y se sali¨® fuera del edificio donde era el concierto. La orquesta se qued¨® tocando dentro y ¨¦l entre la gente. Fue incre¨ªble", recuerda el fot¨®grafo, que considera que este festival es el cierre del bucle, la vuelta al origen. Y que una vez superada la esclavitud y la colonizaci¨®n, devuelve el nombre de Saint Louis hacia afuera. "El festival no ha dejado de crecer y viene gente de todo el mundo a la isla", a?ade el artista, cuyas fotos lucen en blanco y negro un local donde, como en tantos otros, suena jazz. "Vengo al festival desde que era peque?o. Aqu¨ª participa todo el mundo, es una mezcla de todo. Y permite que en la isla se re¨²na la m¨²sica. Que el jazz, que se fund¨® aqu¨ª, vuelva modernizado con guitarras y que encontremos la manera de tocarlo juntos. Esto es una cuesti¨®n de sangre", considera el m¨²sico de Saint Louis Modou B¨¦ye.
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