Las mujeres que han creado una comunidad alrededor del tomillo

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Cojo un vuelo desde Madrid a Tel Aviv para poder llegar hasta Ramala, la capital administrativa de Cisjordania, en Palestina. Voy a visitar los proyectos que estamos desarrollando desde Ideas, Cooperativa de Comercio Justo a la que pertenezco, para apoyar a familias rurales palestinas a trav¨¦s de la producci¨®n ecol¨®gica y la venta de los productos que cultivan en el mercado local y las redes de comercio justo.

A la ma?ana siguiente, llego a la sede de Parc (Agricultural Development Association), la ONG palestina con la que trabajamos desde 2016, y donde nos espera el equipo de proyectos para organizar la agenda de los pr¨®ximos d¨ªas. Por fin voy a conocer a las mujeres productoras de tomillo, visitaremos los invernaderos y las dem¨¢s infraestructuras que han construido para mejorar su producci¨®n.

Nos reciben con cari?o y caf¨¦ con cardamomo. Solo quedan unos d¨ªas para que comience la primavera, ha sido un largo invierno en Cisjordania. Locales y expatriados nos cuentan que Ramala se encuentra a 900 metros sobre el nivel del mar y que en invierno el fr¨ªo se cuela en oficinas y casas haciendo desear la llegada del buen tiempo.

Izzat es ingeniero agr¨®nomo y trabaja en Parc como coordinador de proyectos desde hace m¨¢s de veinte a?os. Me cuenta que su asociaci¨®n comenz¨® su trabajo a principios de los a?os 80 de la mano de ingenieros palestinos que, preocupados por la ocupaci¨®n de tierras por parte de Israel, quer¨ªan prestar su apoyo a las familias de las zonas rurales. Su trabajo fue creciendo, comenzaron a recibir apoyo internacional, y hoy se ha convertido en la ONG m¨¢s grande de Palestina, apoyando a familias rurales que, a trav¨¦s de la agricultura, consiguen generar ingresos estables, alimentos para la comunidad y sobre todo defender su tierra, esperanzados con que un terreno cultivado y productivo sea m¨¢s dif¨ªcil de ocupar que uno bald¨ªo.

En la sala entran Tamador, Athar y Nawras, tres compa?eras que me acompa?ar¨¢n los pr¨®ximos d¨ªas y me ir¨¢n mostrando la complejidad de la vida en Palestina, en la que todo pasa irremediablemente por la ocupaci¨®n. Me llama la atenci¨®n al visitar los mercados palestinos la cantidad de productos israel¨ªes que se consumen en Cisjordania. Muchos de estos vegetales son cultivados en asentamientos de colonos a precios mucho m¨¢s baratos. Israel practica el dumping con el fin de erosionar el sector productivo local. Todo lo cotidiano, desde la comida o c¨®mo llegar a casa, hasta el pago de los impuestos o el agua que se consume, est¨¢ controlado por el Gobierno de Israel.

A trav¨¦s de la agricultura, las familias rurales consiguen generar ingresos estables, alimentos para la comunidad y, sobre todo, defender su tierra

A la ma?ana siguiente, nos dirigimos hacia el norte, a la provincia de Qalqiliya, vamos a visitar la cooperativa de mujeres de Khirbet Sir, que se dedica a la producci¨®n de aceite de oliva y al cultivo de hierbas arom¨¢ticas y verduras. Llegamos a la sede del ayuntamiento donde nos reciben las socias de la cooperativa que nos cuentan c¨®mo se organizan en grupos para ir a los invernaderos en los que cultivan tomillo y que han construido con la financiaci¨®n de la Diputaci¨®n de C¨®rdoba. Est¨¢n felices porque en unos d¨ªas recoger¨¢n su cuarta cosecha y la vender¨¢n en el mercado local. Este a?o han recibido formaci¨®n para hacer m¨¢s sostenible su producci¨®n y t¨¦cnicas para vender mejor su producto.

Hacemos un par¨®n para desayunar, una de las mujeres de la cooperativa ha preparado moajanat, un tipo de torta de pan con tomillo fresco. Algunos est¨¢n preparados con queso, no puedes parar de comer de lo delicioso que est¨¢. Entonces ocurre la magia. A trav¨¦s de la comida, las mujeres se relajan y empiezan a re¨ªr, te hablan de sus familias y de sus proyectos con el invernadero, quieren recibir m¨¢s formaci¨®n en marketing para producir el zaatar seco, una mezcla de especias que se prepara con tomillo, sal y s¨¦samo. Estas mujeres han creado una comunidad en torno al zaatar, trabajan fuera de casa, lo cual no es tan habitual en las familias palestinas, generan ingresos para ellas y sus familias y adem¨¢s se sienten orgullosas de defender su tierra a trav¨¦s del cultivo.

Khibet Sir est¨¢ rodeando de muro, incluso aqu¨ª cerca unos vecinos tienen que cruzar un checkpoint para cultivar sus huertas. Hay d¨ªas que ¡°por razones de seguridad¡± se lo encuentran cerrado y tienen que volver a casa o esperar horas a que lo abran. Nos llevan all¨ª para que lo veamos. Esta comunidad se encuentra en Zona C, bajo total control israel¨ª. Desde la firma en 1995 de los Acuerdos de Oslo, Cisjordania est¨¢ dividida en tres zonas. La Autoridad Palestina no tiene jurisdicci¨®n sobre la Zona C y se le impide la prestaci¨®n de servicios a la poblaci¨®n palestina.

Despu¨¦s de m¨¢s de 50 a?os de conflicto, la ocupaci¨®n militar ha ido desmembrando y reduciendo el territorio palestino a una situaci¨®n cada vez m¨¢s parecida a un apartheid. Y mientras la pol¨ªtica de sillones sigue su curso, estas mujeres se juntan cada d¨ªa para apoyarse, trabajar su tierra y generar alternativas de empleo. La cooperativa ha crecido en el ¨²ltimo a?o y hay m¨¢s mujeres que quieren participar. Generar un canal de comercializaci¨®n estable para sus productos va a ser crucial para apoyarlas. Incrementar las ventas en el mercado local, desarrollar nuevos productos, como el zaatar, importarlo y distribuirlo en las redes de comercio justo permitir¨¢ reforzar la cooperativa y la lucha por su territorio. Por eso desde Ideas y otras entidades de la econom¨ªa solidaria trabajamos con la idea de que el consumo tambi¨¦n es pol¨ªtica y tenemos el poder de transformarlo. El comercio justo no es solo un relato, es un instrumento que cambia vidas, como las que habitan Khibet Sir en Palestina.

Marta Mangran¨¦ es responsable de Proyectos de Cooperaci¨®n Internacional de la cooperativa de comercio justo Ideas.

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