Igualdad financiera para las agricultoras africanas
Ellas dominan la industria m¨¢s importante del continente, pero no se traslada a un mayor control de las finanzas porque piden prestado un 13% menos de dinero que los hombres
Movimientos sociales como #MeToo y #TimesUp han comenzado a inspirar en todo el mundo importantes di¨¢logos sobre viejas pr¨¢cticas que afrontan las mujeres en cada aspecto de la vida. Discusiones que, en algunos casos, llevaron a cambios medibles en el trato que reciben las mujeres en el trabajo, el hogar y otros ¨¢mbitos de la sociedad.
Por desgracia, hasta ahora la atenci¨®n se ha concentrado sobre todo en las mujeres de Occidente o residentes de ¨¢reas urbanas. Las mujeres rurales, y en particular las agricultoras pobres de ?frica subsahariana, todav¨ªa no han visto los beneficios del reciente inter¨¦s en la igualdad de g¨¦nero. Pero para poder cerrar alguna vez la brecha de g¨¦nero en el continente, hay que incluir en el di¨¢logo mundial los obst¨¢culos particulares que ellas afrontan.
?frica subsahariana es una de las regiones del mundo con m¨¢s desigualdad de g¨¦nero. Seg¨²n el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), ¡°las percepciones, actitudes y roles de g¨¦nero hist¨®ricos¡± limitan el acceso de ellas a atenci¨®n m¨¦dica y educaci¨®n, y llevan a una responsabilidad familiar desproporcionada, segregaci¨®n en el trabajo y violencia sexual.
Pero es posible que el mayor obst¨¢culo sea el dinero: ellas tienen menos que los hombres. Seg¨²n el Banco Mundial, en la regi¨®n tiene cuenta bancaria el 37% de las mujeres, contra el 48% de los hombres. Y aunque los porcentajes son bajos para ambos sexos, lo preocupante es que la diferencia se ampli¨® en los ¨²ltimos a?os, mientras a escala global la financiaci¨®n total al alcance de los pobres creci¨® en forma sostenida.
Hoy las mujeres dominan la agricultura africana (que es la industria m¨¢s importante del continente). Pero esto no se traslad¨® a un mayor control de las finanzas. Una medida de esta deficiencia es el uso del cr¨¦dito: en ?frica Oriental (donde trabaja la organizaci¨®n a la que pertenezco), las mujeres piden prestado para actividades agr¨ªcolas un 13% menos de dinero que los hombres. El analfabetismo, l¨ªmites a la posesi¨®n de la tierra y restricciones a la autonom¨ªa y la movilidad conspiran para reducir el acceso de las mujeres rurales a financiaci¨®n agr¨ªcola.
Estas barreras han tenido un efecto dr¨¢stico en el progreso social y econ¨®mico. Para empezar, la falta de capital dificulta a las mujeres comprar semillas y fertilizantes de calidad, o incluso acceder a tierras cultivables, lo que a su vez reduce la productividad. Los rendimientos de las cosechas en la regi¨®n est¨¢n muy por debajo de los promedios mundiales, lo que se debe en parte a que las mujeres no pueden invertir suficiente dinero en sus emprendimientos.
Cuando las madres tienen cierto control de las finanzas del hogar, es menos probable que sus hijos mueran de desnutrici¨®n y m¨¢s probable que crezcan sanos y fuertes
La desigualdad de g¨¦nero tambi¨¦n es costosa en el nivel macro. El PNUD calcula que la falta de integraci¨®n de las mujeres a las econom¨ªas nacionales cuesta en total a los pa¨ªses de ?frica subsahariana una p¨¦rdida de productividad combinada de 95.000 millones de d¨®lares cada a?o. Cuando las mujeres que viven en la pobreza no pueden trabajar o contribuir a la sociedad, el crecimiento se estanca.
En cambio, cuando las agricultoras tienen acceso a financiaci¨®n, los beneficios se extienden mucho m¨¢s all¨¢ de los campos de cultivo. Est¨¢ demostrado que el empoderamiento financiero aumenta la participaci¨®n de las mujeres en la toma de decisiones comunitaria. Adem¨¢s, la inclusi¨®n econ¨®mica de las mujeres ayuda a combatir la marginaci¨®n social y mejora el bienestar de las familias; cuando las madres tienen cierto control de las cuentas del hogar, es menos probable que sus hijos mueran de desnutrici¨®n y m¨¢s probable que crezcan sanos y fuertes.
En vista de estos beneficios, la pregunta no es si hay que ampliar el acceso de las campesinas africanas a capital para sus emprendimientos agr¨ªcolas, sino c¨®mo prove¨¦rselo. Una soluci¨®n es idear programas de cr¨¦dito que consideren las disparidades en materia de educaci¨®n y movilidad; tener en cuenta la discriminaci¨®n social es esencial para que adolescentes y mujeres aprovechen al m¨¢ximo la financiaci¨®n disponible. Otra opci¨®n es ampliar y profundizar iniciativas de mediaci¨®n exitosas que ayudan a las mujeres a hablar de inclusi¨®n financiera con sus maridos.
Pero uno de los cambios m¨¢s importantes ser¨ªa que las instituciones financieras asuman un liderazgo comprometido. M¨¢s mujeres tendr¨ªan acceso a recursos financieros si los bancos y servicios de cr¨¦dito ofrecieran productos a la medida de sus necesidades. Por ejemplo, los bancos pueden crear programas de cr¨¦dito espec¨ªficos para cultivos t¨ªpicamente femeninos (como man¨ª y girasol). Las instituciones financieras tambi¨¦n pueden alentar el liderazgo femenino en las cooperativas de agricultores y dar apoyo a los mercados donde las mujeres venden cosechas.
Al ritmo actual con que avanza la inclusi¨®n financiera, al mundo le llevar¨¢ m¨¢s de doscientos a?os alcanzar la igualdad de g¨¦nero. Es inaceptable. El progreso hacia el empoderamiento de las mujeres no tiene por qu¨¦ ser tan lento; y no lo ser¨¢ si gobiernos, actores internacionales y la industria financiera hacen un esfuerzo concertado para dise?ar y sostener pol¨ªticas con m¨¢s atenci¨®n al g¨¦nero.
Shiro Wachira es especialista de proyecto en el equipo de alianzas en microfinanzas de One Acre Fund.
Traducci¨®n: Esteban Flamini. Copyright: Project Syndicate, 2018.
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