La gente no puede dejar de hablar de estas siete cosas de Eurovisi¨®n
El mon¨®logo reivindicativo de Madonna, la actuaci¨®n sadomasoquista de Islandia, el espect¨¢culo delirante de Australia... Estos han sido los momentos m¨¢s destacados del festival
Durante los 64 a?os que lleva celebr¨¢ndose el festival de Eurovisi¨®n, que naci¨® como una fiesta para reunificar a la Europa de posguerra, el continente ha vivido la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn, el fin de sus dos ¨²ltimas dictaduras y el Brexit. Pero se ha mantenido tozudamente apol¨ªtico: Eurovisi¨®n es una tregua a ritmo de canci¨®n ligera. Arcade, del candidato de Holanda Duncan Laurence, gan¨® evocando la ¨¦pica llenaestadios de Coldplay (o, seg¨²n el comentarista de TVE Tony Aguilar, Pablo L¨®pez) mientras que el espa?ol Miki qued¨® en el puesto 22 con La venda. Que suena mal, pero es el quinto mejor resultado para Espa?a en esta d¨¦cada: ha llegado un punto en el que no quedar los ¨²ltimos ya se siente como una victoria moral.
Muchos han llamado al boicot ante la hipocres¨ªa de que un festival que va con el coraz¨®n por delante (en la O de su logo) se celebre en un pa¨ªs opresor con el pueblo palestino, pero Eurovisi¨®n apel¨® una vez m¨¢s a la filosof¨ªa de Cabaret: ah¨ª fuera hace fr¨ªo, pero aqu¨ª todo es hermoso. Aqu¨ª disfrutas de la mayor superproducci¨®n televisiva del planeta, cada efecto visual te cuesta varias dioptr¨ªas y cada vestido te recuerda a Juncal Rivero en Noche de fiesta. Ninguna de las videopostales que promocionaban el turismo en Israel antes de las actuaciones estuvo rodada en la Franja de Gaza. #Palestina fue el octavo t¨¦rmino m¨¢s mencionado de la noche en redes sociales, pero no fue el ¨²nico.
Estos siete momentos consiguieron que Europa dejase de parpadear...
Islandia, el pa¨ªs m¨¢s neutral de Europa, sac¨® una bandera palestina
Hatari se presentaron a s¨ª mismos como ¡°anticapitalistas tecnodark¡± y para demostrarlo llevaron al hijo del embajador de Islandia en Reino Unido a dar martillazos con una m¨¢scara de cuero sobre una esfera de acero. Y solo llevaban nueve segundos de actuaci¨®n. Con una est¨¦tica sadomasoquista, los ojos fuera de las ¨®rbitas y un cantante que berreaba death metal sobre una base electr¨®nica, cinco criaturas paranormales deambularon sobre el escenario con una actitud a medio camino entre ¡°soy un vampiro y t¨² eres mi siervo¡± y ¡°he venido corriendo al ba?o porque me lo hago encima y resulta que est¨¢ ocupado¡±.
Cualquiera que haya estado en Berl¨ªn sabe que all¨ª eso es un martes cualquiera por la noche, pero los espectadores de Eurovisi¨®n nunca han estado m¨¢s cerca de contraer una enfermedad ven¨¦rea a trav¨¦s de la pantalla. Un clip de la televisi¨®n suiza se hizo viral porque hab¨ªa una se?ora que traduc¨ªa las canciones al lenguaje de signos y esta la bail¨® como si estuviera en una despedida de soltera. Durante las votaciones, Hatari sac¨® una bandera de Palestina, un gesto abucheado por el p¨²blico. ?C¨®mo se atreven a mezclar la pol¨ªtica con un festival en el que las banderas solo deben servir para aportar colorido en los planos generales? Qu¨¦ ganas de saber de qu¨¦ hablaron los islandeses con Miki cuando se cruzaron en el pasillo...
Madonna: 0 'points'
?Qu¨¦ debi¨® pensar Madonna en su camerino durante las 26 actuaciones de la gala? Al fin y al cabo, ella es la raz¨®n por la que todos esos cantantes estaban ah¨ª: desde los islandeses (ella invent¨® el sado en Erotica), hasta la griega (ella invent¨® la esgrima en Die another day) o el sueco (ella invent¨® el g¨®spel moderno en Like a prayer). Y, desde luego, si la chipriota Tamta es favorita para el premio Barbara Dex, que designa al cantante peor vestido de la noche y que Espa?a ha ganado en una ocasi¨®n gracias a ?gata Ruiz de la Prada, con un atuendo que m¨¢s que ropa parec¨ªa cinta aislante, es gracias a que Madonna se lo ha puesto y se lo ha quitado todo a lo largo de 40 a?os de carrera.
La estrella desafin¨® el 90 % de las notas de Like a prayer (y a¨²n as¨ª cant¨® mejor que el se?or de San Marino, que parec¨ªa un constructor marbell¨ª tras haber perdido una apuesta en un karaoke y aun as¨ª qued¨® dos puestos mejor que Miki) y despu¨¦s present¨® un nuevo tema, Future, que culmin¨® con un mon¨®logo que debi¨® de provocar desmayos entre los ejecutivos de la televisi¨®n israel¨ª (¡°se creen que no estamos al tanto de sus cr¨ªmenes¡±) y con dos bailarines con sendas banderas en la espalda de Israel y Palestina abraz¨¢ndose. Y as¨ª fue como Madonna solucion¨® el conflicto palestino-israel¨ª. Ahora a ver c¨®mo soluciona lo de su carrera.
Italia combati¨® el capitalismo
El segundo puesto fue, gracias al televoto, para el italiano de ascendencia egipcia Mahmood y Soldi, una canci¨®n contra la obsesi¨®n de la sociedad con el dinero. Mahmood cant¨® con cara de haber dicho alguna vez en su vida: ¡°Eurovisi¨®n es una payasada, no participar¨ªa ni loco¡±. Mahmood es el C Tangana italiano. Mahmood cree que Tiziano Ferro es un flojo. Mahmood quiere que le des un cigarro.
El televoto demuestra que hemos olvidado todas las matem¨¢ticas
Para mantener la tensi¨®n hasta el final, se publica primero el voto de los jurados y finalmente el de los espectadores. El efecto es el mismo que cuando Dumbledore en la saga de Harry Potter se sacaba de la manga puntos inventados para que Griffindor ganase siempre: nadie entiende qu¨¦ ha pasado, pero todo el mundo est¨¢ demasiado cansado para cuestionarlo. La disparidad entre ambos recuentos caus¨® disgustos a Macedonia (este a?o ha cambiado su nombre art¨ªstico a Macedonia del Norte), que fue primera durante la primera tanda gracias a una canci¨®n feminista que no tuvo escr¨²pulos en sacar una foto de una ni?a con c¨¢ncer en los visuales y acab¨® octava; y Suecia, que pas¨® de jugarse el primer puesto con Holanda a terminar quinta. Eurovisi¨®n se ha convertido en un reality show sobre cantantes sufriendo torturas psicol¨®gicas en pos del espect¨¢culo televisivo.
La chica de la curva represent¨® a Eslovenia
Cada a?o se da una tradici¨®n en Eurovisi¨®n: cantantes que se inspiran en el sonido de grupos alternativos, seguros de que el p¨²blico del festival no va a percatarse. Zala Kralj y Gasper Santl ejercieron como participantes de Tu cara me suena que imitaban a The XX con Sebi, una atmosf¨¦rica canci¨®n de amor en la que ella le miraba fijamente a ¨¦l (que no cantaba y solo simulaba tocar una guitarra, porque en este festival musical est¨¢ prohibida la m¨²sica en directo) que quiz¨¢ fue el tema m¨¢s adulto que son¨® en toda la noche.
Pero la melanc¨®lica belleza de la canci¨®n quedar¨ªa en un segundo plano ante su inquietante puesta en escena: ella le cantaba con cara de ¡°cada noche me cuelo en tu casa para mirarte mientras duermes¡± y ¨¦l sonre¨ªa nervioso como pensando: ¡°?C¨®mo se dice 'orden de alejamiento' en esloveno?¡±. Sus atuendos blancos, que lo mismo servir¨ªan para un retiro de yoga que para ingresar en una secta, no ayudaban a relajar el ambiente. A ratos ¨¦l miraba hacia el p¨²blico con una expresi¨®n de ¡°no he visto a esta se?ora en mi vida, ayudadme¡±, pero al final le daba un beso en la mejilla. Porque en Eurovisi¨®n los finales siempre son felices (a menos que seas el representante de Espa?a, claro).
?Me han echado algo en la bebida o la de Australia est¨¢ volando por el espacio?
Australia ha participado cinco veces en Eurovisi¨®n, pero ya parece haberle pillado el truco al festival mejor que Espa?a. Desde la se?ora que daba los puntos en ediciones pasadas como si estuviera emitiendo un comunicado en nombre de alien¨ªgenas hasta Kate Miller-Heidke levitando a lomos de una p¨¦rtiga anoche con Zero Gravity: lo m¨¢s parecido que hemos estado nunca de vivir dentro de un filtro de Snapchat. Kate viene de un pa¨ªs en el que el 70% de los animales con los que se cruza podr¨ªa matarla, as¨ª que no le tiene miedo a nada. Vestida como la bruja buena de El mago de Oz y cantando como una mezcla entre Kate Bush (o, como dir¨ªa Tony Aguilar, Virginia Gl¨¹ck) y la extraterrestre de El quinto elemento, Kate Miller-Heidke demostr¨® que, ahora que hemos dejado participar a media Asia y a Australia, es cuesti¨®n de tiempo que entren tambi¨¦n otros planetas. Seguro que Urano tampoco le dar¨ªa puntos a Espa?a, que este a?o tuvo la desgracia de actuar justo despu¨¦s de este viaje psicotr¨®pico con una puesta en escena que consist¨ªa en una estanter¨ªa de Ikea gigante.
El entusiasmo de Miki tampoco rompe la maldici¨®n espa?ola
Espa?a jam¨¢s ha sabido aprovechar su potencial musical en Eurovisi¨®n: los guiris alucinar¨ªan con un buen perreo, un flamenquito o un trapeo, pero insistimos en llevar canciones gen¨¦ricas que podr¨ªan ser de cualquier pa¨ªs. La venda intent¨® otra estrategia, con un rollo ska de verbena de pueblo tan contagioso que todos los participantes se pusieron a hacer la conga en la green room durante la actuaci¨®n de Miki. El n¨²mero estuvo precedido por un v¨ªdeo del cantante jugando al f¨²tbol, dejando as¨ª claro que era el ¨²nico hombre heterosexual que hab¨ªa en ese pabell¨®n (y quiz¨¢ esa virilidad nos granje¨® un punto por parte del jurado ruso).
La venda era marca Espa?a y no solo porque su puesta en escena parec¨ªa un homenaje a 13 r¨²e del percebe: tiene jarana, tiene gente botando y tiene una melod¨ªa que pod¨ªa reemplazarse por ¡°loroloroloro¡±. Miki incluso sacaba en un momento dado una Go-Pro, quiz¨¢ el mayor presupuesto que Espa?a ha invertido jam¨¢s en una actuaci¨®n eurovisiva, que result¨® servir para absolutamente nada, al igual que Paco. Este mu?eco gigante aparec¨ªa en un momento dado por la misma raz¨®n por la que casi todas las pintadas del muro de Berl¨ªn son de espa?oles: para dejar claro que hemos estado ah¨ª aunque no hayamos entendido lo que hab¨ªa que hacer. Ese puesto 22, sin embargo, no est¨¢ a la altura de la energ¨ªa contagiosa que Miki le puso a su actuaci¨®n y el rechazo de los jurados (7 puntos, que subieron a 60 con el m¨¢s generoso voto del p¨²blico) alimenta la paranoia nacional de que nos tienen man¨ªa. Porque no hay nada m¨¢s espa?ol que la falta de autocr¨ªtica. Al menos esta vez nos lo hemos pasado bien.
Lo m¨¢s cerca que ha estado Espa?a de triunfar en Eurovisi¨®n en 20 a?os es el top 5 de Noruega anoche, porque el abuelo de uno de sus cantantes (el calvo) era de Ayamonte. Al menos este verano La venda, la adaptaci¨®n musical del segundo chupito de J?gger que nunca pides pero siempre te bebes cuando te lo ponen en la mano, va a sonar en los sanfermines, en la Tomatina y en las hogueras de San Juan. A Espa?a tampoco le vendr¨¢ mal un poco de ponerse de acuerdo en algo.
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