Los malos usos de la neurociencia
El autor asegura que es es "imprescindible" lograr un desarrollo sostenido de la neurociencia "como un campo disciplinar riguroso, responsable y ¨¦tica y cient¨ªficamente s¨®lido"
En los ¨²ltimos a?os asistimos a una revoluci¨®n tecnol¨®gica que transform¨® nuestro modo de vida radicalmente y para siempre. Los desarrollos tecnol¨®gicos facilitaron gran parte de las tareas que hacemos todo el tiempo, ampliaron inmensamente las posibilidades de comunicaci¨®n entre las personas alrededor del mundo y tambi¨¦n nos permitieron realizar asombrosos descubrimientos sobre el universo y sobre nosotros mismos. Una de las ¨¢reas que m¨¢s avanz¨® gracias a las tecnolog¨ªas aplicadas al ¨¢mbito de la investigaci¨®n y al trabajo interdisciplinario es el conocimiento acerca del cerebro.
Debemos ser conscientes de que las investigaciones cient¨ªficas son proyectos complejos, que demandan varios a?os de desarrollo, cuyas conclusiones est¨¢n basadas en la utilizaci¨®n de m¨²ltiples pruebas y que tienen en cuenta las limitaciones de los instrumentos que utilizan
Saber c¨®mo funciona nuestro cerebro tiene implicaciones en varias ¨¢reas de estudio y tambi¨¦n en nuestra vida cotidiana. Conocer c¨®mo funciona nuestro cerebro es clave no solo para la comunidad cient¨ªfica sino tambi¨¦n para la sociedad en general y es por esto que la comunicaci¨®n cient¨ªfica cobra una importancia (y conlleva una responsabilidad) superlativa. Pero, al mismo tiempo, es imprescindible lograr un desarrollo sostenido de la neurociencia como un campo disciplinar riguroso, responsable y ¨¦tica y cient¨ªficamente s¨®lido. Para eso se debe desalentar y denunciar la promoci¨®n (y alertar sobre el consumo) prematura, generalizada o inadecuada de los resultados neurocient¨ªficos. Existe el peligro de la difusi¨®n de estos datos sin una evidencia cient¨ªfica consistente y seria. Es que muchas veces se utiliza el prestigio cient¨ªfico como marketing para diversos fines.
Debemos ser conscientes de que las investigaciones cient¨ªficas son proyectos complejos, que demandan varios a?os de desarrollo, cuyas conclusiones est¨¢n basadas en la utilizaci¨®n de m¨²ltiples pruebas y que tienen en cuenta las limitaciones de los instrumentos que utilizan. Asimismo, las conclusiones se corroboran sistem¨¢ticamente a partir de una serie de estudios en torno a un mismo problema, y no con un ¨²nico hallazgo independiente y deslindado de los dem¨¢s. Si no se es cuidadoso en la forma en que se presenta un resultado, si no se explican cu¨¢les son sus limitaciones y c¨®mo tienen que ser interpretadas sus conclusiones, se fomenta un conocimiento superficial y sesgado que va en contra de los objetivos de cualquier investigaci¨®n y que puede convertirse en una herramienta de manipulaci¨®n y enga?o.
En este sentido, hay que tener cuidado de no quedar atrapados en una visi¨®n reduccionista de la conducta humana. El cerebro es el ¨®rgano m¨¢s complejo del universo, y los pensamientos, sentimientos y comportamientos son resultado de sus ¨Caproximadamente¨C cien mil millones de neuronas trabajando en redes interconectadas. Conocer c¨®mo funcionan las neuronas es insuficiente para poder explicar el modo en el que funciona la mente. Lo que podemos definir es el emergente del trabajo orquestado y coordinado de las redes neuronales en un contexto m¨¢s amplio en que se encuentra una persona, con sus condicionamientos hist¨®ricos, culturales y sociales.
Por otra parte, aunque pueda asombrarnos o parecernos contradictorio, un riesgo para la profundizaci¨®n de lo que sabemos sobre el cerebro tiene que ver con hacer principal hincapi¨¦ en el desarrollo de las tecnolog¨ªas. En consecuencia, resulta esencial que primero pensemos qu¨¦ es lo que necesitamos evaluar y las hip¨®tesis de las que partimos para luego s¨ª, dar con los medios m¨¢s adecuados para alcanzar esos resultados que queremos dilucidar. Es decir, la tecnolog¨ªa debe seguir el paradigma y no a la inversa.
El cerebro es el ¨®rgano m¨¢s complejo del universo, y los pensamientos, sentimientos y comportamientos son resultado de sus ¨Caproximadamente¨C cien mil millones de neuronas trabajando en redes interconectadas. Conocer c¨®mo funcionan las neuronas es insuficiente para poder explicar el modo en el que funciona la mente
Otro gran dilema que despierta el auspicioso desarrollo de la ciencia tiene que ver con cuestiones ¨¦ticas. Los avances en el estudio del cerebro desaf¨ªan nuestras intuiciones y preconceptos acerca de la naturaleza del ser humano como ser ¨ªntegro y complejo. Entonces, el desaf¨ªo se encuentra en consensuar cuestiones acerca de c¨®mo la neurociencia debe ser usada, porque su uso concierne a nuestra concepci¨®n de la personalidad, de la identidad, de la responsabilidad y de la libertad. En este sentido, es imprescindible evaluar los aspectos ¨¦ticos de la neurociencia, que implican la reflexi¨®n sistem¨¢tica y cr¨ªtica de las cuestiones ¨¦tico-legales y sociales que plantean los avances cient¨ªficos de la investigaci¨®n en el ¨¢rea. Debemos ocuparnos no solo de la discusi¨®n pr¨¢ctica acerca de c¨®mo hacer investigaciones que sigan lineamientos ¨¦ticos, sino que debemos interrogarnos adem¨¢s sobre las implicaciones filos¨®ficas del conocimiento del cerebro.
Es nuestra responsabilidad de investigadores, de comunicadores y de ciudadanos estar atentos para restringir los malos usos de la neurociencia, y, de esta manera, asegurar el gran potencial que tiene que es, ni m¨¢s ni menos, que promover el bienestar de las personas.
Facundo Manes es neur¨®logo y neurocient¨ªfico, creador del Instituto de Neurolog¨ªa Cognitiva, INECO, y el Instituto de Neurociencias de la Fundaci¨®n Favaloro. Tambi¨¦n cre¨® y preside la Fundaci¨®n INECO para la investigaci¨®n en neurociencias cognitivas.
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