La pol¨ªtica iran¨ª de Trump
Existe un punto de ruptura entre la actual Administraci¨®n y la de Obama sobre el enfoque a seguir en Oriente Pr¨®ximo
La reciente denuncia por Arabia Saud¨ª del ataque a dos barcos petroleros cerca de las costas de Emiratos ?rabes Unidos y la decisi¨®n de Ir¨¢n de suspender el cumplimiento de algunos de los puntos recogidos en el acuerdo nuclear suscrito con la Administraci¨®n de Obama, ha llevado a un incremento de las tensiones en Oriente Pr¨®ximo, suscitando el temor de una nueva guerra en la regi¨®n.
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La importancia de la cuesti¨®n iran¨ª para la pol¨ªtica exterior de Trump hacia Oriente Pr¨®ximo hace que debamos preguntarnos cu¨¢les son los fundamentos y riesgos de una estrategia que parece contradecir algunos de los elementos b¨¢sicos de pol¨ªtica exterior defendidos por el presidente estadounidense.
Si existe un punto de ruptura importante entre la Administraci¨®n de Obama y la de Trump es el enfoque frente a c¨®mo lidiar con la cuesti¨®n iran¨ª. El presidente Obama opt¨® por una visi¨®n pragm¨¢tica para tratar un problema con tintes tanto de seguridad como ideol¨®gicos que puede remontarse hasta 1979, rompiendo con algunas de las l¨ªneas tradicionales de pol¨ªtica exterior estadounidense hacia la regi¨®n y apostando por un acuerdo nuclear para el que la pol¨ªtica de sanciones y la utilizaci¨®n de instrumentos inform¨¢ticos como el virus Stuxnet, ya planteados por la Administraci¨®n de Bush, fueron clave a la hora de lograr que Ir¨¢n se sentase a la mesa de negociaciones. En su entrevista de 2016 en The Atlantic, recogi¨® la necesidad de que Ir¨¢n y Arabia Saud¨ª ¡°compartiesen¡± la regi¨®n.
Esta decisi¨®n tuvo consecuencias. Israel y Arabia Saud¨ª, los aliados m¨¢s importantes de Estados Unidos en la regi¨®n, que consideran a Ir¨¢n una amenaza existencial, responder¨ªan con fuertes cr¨ªticas y una pol¨ªtica exterior m¨¢s independiente, como pudo constatarse en el caso de Yemen.
El candidato presidencial Donald Trump tuvo desde un primer momento una posici¨®n fuertemente cr¨ªtica con el acuerdo nuclear iran¨ª, defini¨¦ndolo como ¡°el peor acuerdo de la historia¡±. Tras su llegada al poder, sin embargo, las resistencias internas por parte de los decisores m¨¢s pragm¨¢ticos, como Herbert McMaster o Rex Tillerson, a su abandono, hizo que se siguiese certificando su cumplimiento. Esto no obst¨® para que el presidente retratase a Ir¨¢n como un Estado que patrocina el terrorismo y amenaza a sus vecinos, tal y como se recogi¨® en su discurso de Riad de 2017. De todos los asuntos de pol¨ªtica exterior, este es el que m¨¢s le acercar¨ªa a posiciones jacksonianas radicales o neoconservadoras.
El plan es sentar a Ir¨¢n en la mesa de negociaciones para llegar a un acuerdo ambicioso, tal y como se intent¨® lograr con Corea del Norte
La retirada del acuerdo llegar¨ªa con la sustituci¨®n de sus asesores de l¨ªnea realista por John Bolton y Mike Pompeo, con posiciones mucho m¨¢s cr¨ªticas hacia el acuerdo nuclear y, en el caso del primero, expreso defensor de una pol¨ªtica de cambio de r¨¦gimen. El abandono del acuerdo nuclear fue seguido por un discurso de Pompeo que establec¨ªa 12 puntos a cumplir por parte de Ir¨¢n para evitar el restablecimiento de las sanciones. Esta decisi¨®n se tomar¨ªa a pesar del desacuerdo de la mayor parte de los actores internacionales implicados en las negociaciones.
Con todo, esta pol¨ªtica no parece haber sido destinada a provocar un cambio de r¨¦gimen o un nuevo conflicto en la regi¨®n. Los objetivos desde el principio parecen haber sido dos y concuerdan con algunas declaraciones p¨²blicas del presidente estadounidense. El primero, sentar a Ir¨¢n en la mesa de negociaciones para llegar a un acuerdo m¨¢s ambicioso, tal y como se intent¨® lograr con Corea del Norte, incluyendo las intervenciones regionales de Ir¨¢n y el programa de misiles bal¨ªsticos y no solo el programa nuclear. El segundo, lograr un acercamiento a los aliados tradicionales de EE?UU en la regi¨®n, Arabia Saud¨ª e Israel. Esta pol¨ªtica, adem¨¢s, resultar¨ªa m¨¢s acorde con los posicionamientos tradicionales del establishment de la pol¨ªtica exterior estadounidense, donde una actuaci¨®n contundente hacia Ir¨¢n siempre ha tenido partidarios.
M¨¢s all¨¢ de los riesgos hacia la seguridad regional planteados por la reacci¨®n negativa de Ir¨¢n ante la pol¨ªtica seguida por Washington, cabe destacar aquellos que representa una Administraci¨®n en la que el presidente estadounidense, reacio a un nuevo conflicto en Oriente Pr¨®ximo que contradecir¨ªa sus posiciones electorales acerca de evitar nuevas guerras y compromisos internacionales indefinidos, se ha convertido en el principal dique de contenci¨®n de los planteamientos en¨¦rgicos de algunos de los miembros de la Administraci¨®n con posiciones m¨¢s duras, como es el caso de Bolton, tal y como se ha visto en otros supuestos, como el de Venezuela.
La actitud de Bolton ha comprometido su posici¨®n interna en la Administraci¨®n pero, aunque parece poco probable, no es descartable que ante el incremento de las tensiones un acontecimiento inesperado logre cambiar la posici¨®n del presidente, materializando las consecuencias negativas de una estrategia que no ha logrado incrementar la seguridad ni la estabilidad de la regi¨®n.
Juan Tovar Ruiz es profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Burgos.
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