Carisma en estado puro
"No s¨®lo comunicaba, te hac¨ªa sentir involucrado en el proceso de pensamiento; te invitaba a apropiarte de la ciencia y sus ideas", dice su ex colaborador y divulgador Pere Estupiny¨¤
Recuerdo a Eduard Punset saliendo al escenario de la Ciudad de las Ideas en M¨¦xico y empezar a contar que el amor lo inventaron las bacterias hace 3.000 millones de a?os cuando una le dijo a otra (leer lento y con tono Punset): ¡°Espiroqueta, espiroqueta¡ ?Ven y ¨²nete a m¨ª! t¨² me dar¨¢s energ¨ªa y yo protecci¨®n¡±. De repente la mujer de mi lado sonri¨® y dijo embelesada ¡°pero qui¨¦n es este se?or? ?me encanta!¡±.
Estar a su lado era un est¨ªmulo constante. Punset era ¨²nico. Muy imitable, pero irrepetible
Esta era la magia como divulgador de Eduard. No le hac¨ªa falta alzar la voz, ni recurrir a pol¨¦micas, ni por supuesto utilizar los t¨¦rminos mitocondria y simbiog¨¦nesis, que son de lo que en realidad estaba hablando. De hecho ni siquiera -y esto es un misterio que los divulgadores a¨²n no hemos terminado de comprender- necesitaba que se entendiera bien su mensaje. Con su ritmo pausado, sus pelos y dicci¨®n inconfundible, un carisma desbordante y esas frases m¨¢s sugerentes que explicativas, se bastaba para provocar la sensaci¨®n de ¡°este se?or me est¨¢ contando algo interesante¡±. Eso era suficiente para atrapar tu cerebro y adue?arse de tu atenci¨®n. Dejaba caer frases de cierta ambig¨¹edad como ¡°hablando la gente se confunde¡±, ¡°ninguna de tus neuronas sabe qui¨¦n eres¡±, ¡°la felicidad es ausencia de miedo¡±, ¡°la cesta es el gran invento de la humanidad¡±, ¡°lo importante es saber si hay vida antes de la muerte¡±... como pistas a mensajes m¨¢s profundos que buscaban una interpretaci¨®n compartida con el receptor. No s¨®lo comunicaba. Te hac¨ªa sentir involucrado en el proceso de pensamiento; te invitaba a apropiarte de la ciencia y sus ideas. ?l mismo reconoc¨ªa como uno de los mayores halagos recibidos el mail de una espectadora diciendo: ¡°Ver Redes me hace sentir inteligente¡±.?
Para m¨ª, esta conexi¨®n tan ¨ªntima con sus seguidores le convirti¨® en el mayor divulgador cient¨ªfico de Espa?a, con diferencia. Obvio que no era del gusto de todos, pero fue sin duda quien logr¨® introducir la palabra ciencia en la mente de m¨¢s personas, y m¨¢s diversas. Alcanz¨® sectores de poblaci¨®n que no se hubieran interesado por la gen¨¦tica, las neuronas o la evoluci¨®n si no fuera por Eduard, y al mismo tiempo, fue una inspiraci¨®n para muchos j¨®venes cient¨ªficos que decidimos seguir sus pasos.
Mi carrera se la debo a ¨¦l. Hace 20 a?os era un universitario que grababa en VHS los cap¨ªtulos de Redes en TVE para verlos tomando apuntes, y al que se le ocurri¨® enviar un correo a Punset ofreci¨¦ndose a colaborar con ¨¦l. Me respondi¨®, me quiso conocer, valor¨® m¨¢s mi ilusi¨®n que mi inexperiencia, a las pocas semanas entr¨¦ a formar parte de su equipo, y a las dos temporadas me convert¨ª en su mano derecha en Redes. Durante los cinco a?os que estuve a su lado Eduard fue mi mentor, mi maestro, y el espejo en el que me miraba. Reconozco que le idolatraba. Estaba tan enamorado intelectualmente de ¨¦l, que los martes a las 2 de la ma?ana me quedaba despierto tras la emisi¨®n del cap¨ªtulo porque a veces me llamaba para comentar qu¨¦ le hab¨ªa parecido. Estar a su lado era un est¨ªmulo constante. Punset era ¨²nico. Muy imitable, pero irrepetible. Cu¨¢nto echaremos en falta sus apasionados y contagiosos ¡°oye, fant¨¢stico, no?¡±
Pere Estupiny¨¤ es divulgador cient¨ªfico y director del programa 'El Cazador de Cerebros' de TVE
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