Si era El Deseado, ?por qu¨¦ ning¨²n historiador es capaz de decir algo bueno de Fernando VII?
Rein¨® en un periodo clave en Espa?a, justo cuando estaba moderniz¨¢ndose y abrazando las libertades. Pero fue un mandato desastroso. Consultamos con especialistas y no encontramos a ninguno que hable bien de ¨¦l
"Su reinado y su legado fueron nefastos"; "supuso un paso atr¨¢s en todos los sentidos porque no respet¨® los cambios que la sociedad demandaba en un momento crucial para la historia pol¨ªtica y social del pa¨ªs"; "fue un experto en cambiarse la chaqueta". Especialistas como Luis Enrique Otero (catedr¨¢tico de Historia Contempor¨¢nea de la Universidad Complutense de Madrid), ?ngel L. Rubio (vicedecano de la Universidad Complutense de Madrid) o Pilar D¨ªaz S¨¢nchez (profesora de Historia Contempor¨¢nea en la Universidad Aut¨®noma de Madrid) coinciden en que el hijo de Carlos IV fue una figura ruinosa en la historia de Espa?a. Y eso que no ten¨ªa dif¨ªcil ser considerado mejor monarca que su padre, pues la mala prensa de Carlos IV es lo ¨²nico que destac¨® durante los a?os que rein¨®. "Carlos IV no ten¨ªa muchas luces. El monarca dedic¨® m¨¢s tiempo a la caza y la buena vida que a los asuntos de gobierno. La desidia y su incapacidad marcaron sus a?os de reinado", asegura a ICON el catedr¨¢tico Luis Enrique Otero. A pesar de todo, Fernando VII (1784-1833) logr¨® doblar esta animadversi¨®n.
El Deseado, como le designaron los espa?oles que esperaban con ansia su regreso mientras eran gobernados por el franc¨¦s Jos¨¦ I, termin¨® convirti¨¦ndose en el indeseado. Fernando VII ejerci¨® de monarca durante 19 a?os intermitentemente: primero rein¨® tres meses en 1808 y volvi¨® a hacerlo en mayo de 1814 hasta su muerte en 1833. Emilio Parra, catedr¨¢tico en la Universidad de Alicante y autor de la biograf¨ªa Fernando VII: un rey deseado y detestado (Tusquets Editores), afirma que Fernando VII es el peor rey que ha tenido Espa?a, incluso m¨¢s de lo que se piensa: "Fue el peor de los monarcas de las dinast¨ªas Habsburgo y Borb¨®n. Fue tirano, solo mir¨® en beneficio propio e impuso sin miramientos su autoridad, exigiendo a todo el mundo suma fidelidad a su persona".
"Fernando VII fue el peor de los monarcas de las dinast¨ªas Habsburgo y Borb¨®n. Fue un rey tirano, entendido como tal aquel monarca que no se atiene a las leyes y normas, que todo lo orienta en beneficio propio e impone sin miramientos su autoridad" Emilio Parra, catedr¨¢tico en la Universidad de Alicante y autor de la biograf¨ªa 'Fernando VII: Un rey deseado y detestado'
Con ayuda de varios historiadores repasamos sus episodios m¨¢s pol¨¦micos...
- Traicion¨® hasta a su padre
"Fernando VII accedi¨® al trono tras haber conspirado contra su padre, Carlos IV, y haber creado una crisis profunda en el interior de la monarqu¨ªa que la debilit¨® considerablemente en un momento en que era precisa gran fortaleza interna para hacer frente a la pol¨ªtica napole¨®nica y para mantener el imperio de Ultramar", explica el catedr¨¢tico en la Universidad de Alicante Emilio Parra. Fernando VII pas¨® a?os conspirando con el fin de hacerse con un trono que ansiaba ocupar,?pero desconoc¨ªa (o no quer¨ªa ver) las obligaciones que llevaba impl¨ªcitas. Para cumplir su prop¨®sito y convertirse en rey de Espa?a no dud¨® en conspirar contra sus padres ¡ªCarlos IV y Mar¨ªa Luisa de Parma¡ª hasta en dos ocasiones. La primera fall¨®, mostr¨® un fingido arrepentimiento y Carlos le perdon¨®. No le hizo falta llegar al tercer intento para lograr su objetivo. La segunda vez que se rebel¨®, en marzo de 1808, Fernando se sali¨® con la suya y termin¨® destronando a Carlos IV a ra¨ªz del Mot¨ªn de Aranjuez. "Fernando pas¨® a?os conspirando contra sus padres. El principal motivo es que no tragaba al primer ministro Manuel Godoy, que ejerc¨ªa una gran influencia sobre su madre y se especulaba que manten¨ªan un affair", comenta el catedr¨¢tico Luis Enrique Otero.
- Vendi¨® al pueblo que le hab¨ªa sido fiel
Justo despu¨¦s de que Fernando VII se hiciera con el trono comenz¨® la Guerra de Independencia y el monarca pas¨® seis a?os en Bayona, pr¨¢cticamente como prisionero de lujo de Napole¨®n. Cuando el franc¨¦s se lo pidi¨®, Fernando no dud¨® en ofrecer en bandeja al pueblo que unos meses antes le hab¨ªa ayudado a hacerse con la corona en el Mot¨ªn de Aranjuez. Lo hizo a cambio de recibir de Napole¨®n una generosa pensi¨®n y llevar en Francia un estilo de vida colmado de lujos. "Napole¨®n le exigi¨® el trono de Espa?a y Fernando se lo dio sin rechistar", se?ala Otero. Durante los seis a?os que Espa?a estuvo dominada por los franceses bajo el mando de Jos¨¦ I Bonaparte (hermano de Napole¨®n), Fernando vivi¨® a todo tren en el pa¨ªs vecino. Tan c¨®modo se sent¨ªa al lado de Napole¨®n y tan olvidados ten¨ªa a los espa?oles que dieron su vida por ¨¦l que lleg¨® a suplicar convertirse en "hijo adoptivo" de Napole¨®n Bonaparte. "Lo pidi¨® a trav¨¦s de una carta dirigida el 4 de abril de 1810 a Berth¨¨my, gobernador de Valen?ay y, por tanto, el carcelero de Fernando", explica a ICON Emilio Parra. La carta a la que hace referencia el catedr¨¢tico dec¨ªa lo siguiente: "Mi mayor deseo es ser hijo adoptivo de S. M. el emperador, nuestro soberano. Yo me creo merecedor de esta adopci¨®n, que verdaderamente har¨ªa la felicidad de mi vida, tanto por mi amor y afecto a la sagrada persona de S. M. como por mi sumisi¨®n y entera obediencia a sus intenciones y deseos¡±.
- La cultura le era indiferente y por su culpa Espa?a perdi¨® m¨¢s de 100 obras de arte
El monarca sent¨ªa por la cultura una desidia que qued¨® patente el d¨ªa en que pillaron a Jos¨¦ I escondiendo en su maleta m¨¢s de 100 obras de arte de maestros de la pintura espa?ola. Lo hizo en 1813, mientras preparaba su huida de Espa?a, y fue el duque de Wellington el que descubri¨® al franc¨¦s con los cuadros. Alarmado, Wellington escribi¨® a Fernando VII con la intenci¨®n de devolver las obras de arte a su lugar de origen. Pero Fernando no contest¨® y Wellington volvi¨® a escribir a la Corte espa?ola. En esta ocasi¨®n, tal y como recuerda?Susan Jenkins en el libro Catalogue of Paintings in the Wellington Museum, Apsley House, recibi¨® respuesta del ministro Fern¨¢n N¨²?ez: "Estimado duque y amigo. Le entrego la respuesta oficial que he recibido de la Corte, de la que deduzco que Su Majestad, conmovida por su delicadeza, no desea privarlo de lo que ha llegado a su posesi¨®n. Tal es mi opini¨®n del caso, y por eso creo que deber¨ªas dejar que el asunto quede donde est¨¢ y no seguir refiri¨¦ndolo. Tu devoto amigo y primo cari?oso, que te saluda". Resultado de este episodio: actualmente la colecci¨®n espa?ola se encuentra en el Museo de Wellington, en Apsley House (Londres), y no en Espa?a.
- Anul¨® la Constituci¨®n de C¨¢diz y reinstaur¨® el absolutismo
"Fernando VII acab¨® con las medidas liberales importadas de Francia, como la abolici¨®n de la Inquisici¨®n. Si a ello le a?adimos su aptitud traicionera respecto a los patriotas que lucharon contra Napole¨®n y que hab¨ªan promulgado la Constituci¨®n de C¨¢diz, no creo que haya en todo el pa¨ªs un acad¨¦mico que pueda hablar mediadamente bien de su reinado", comenta el vicedecano de la Complutense ?ngel L. Rubio. Mientras Fernando estaba en Francia al abrigo de Napole¨®n, Espa?a segu¨ªa evolucionando. Durante el exilio del monarca se cre¨® la Constituci¨®n de 1812 ¡ªconocida como La Pepa, un texto que creaba un marco de libertades y derechos novedoso para la ¨¦poca¡ª, se aboli¨® la monarqu¨ªa absoluta y se cre¨® un sistema de separaci¨®n de poderes, libertades individuales y garant¨ªas jur¨ªdicas. Medidas liberales que el monarca no respet¨® cuando volvieron a nombrarle rey en 1814. "El monarca impuso su autoridad mediante la represi¨®n sistem¨¢tica de la disidencia pol¨ªtica. Aboli¨® la Constituci¨®n de 1812 y cre¨® un Estado represivo. Adem¨¢s, prescindi¨® de cuantas leyes y normas le imped¨ªan imponer su autoridad, sin importante contravenir el ordenamiento pol¨ªtico y jur¨ªdico espa?ol", afirma a ICON el catedr¨¢tico Emilio Parra.
Tal y como el escritor Antonio Mu?oz Molina explicaba en un art¨ªculo publicado en EL PA?S, Fernando VII restableci¨® la Inquisici¨®n, gan¨¢ndose as¨ª el favor de la iglesia, y dej¨® al pa¨ªs hundirse en una miseria agravada por las destrucciones de la guerra y por la p¨¦rdida de la mayor parte de los territorios de Am¨¦rica. "Gobernaba como un d¨¦spota, escuchando los consejos que en cada ocasi¨®n le conven¨ªan. Fernando VII representaba los m¨¢s retr¨®grados valores del absolutismo en todos los sentidos. Acab¨® con cualquier atisbo de progreso pol¨ªtico y social en un pa¨ªs que hab¨ªa experimentado un considerable desarrollo durante el siglo precedente y al que, con la llegada de las ideas de la Revoluci¨®n tras la invasi¨®n napole¨®nica, tambi¨¦n se asomaban las ideas del cambio pol¨ªtico", remata Rubio.
"Un marido tonto, ocioso, mentiroso, envilecido, solapado y ni siquiera hombre f¨ªsicamente; es fuerte cosa que a los 18 a?os no se sienta nada¡±, escribi¨® su primera mujer, Mar¨ªa Antonia de N¨¢poles
- Era un inepto con los asuntos de Estado
Tras el pronunciamiento de Riego en 1820, Fernando VII se vio obligado a jurar la Constituci¨®n de 1812, inici¨¢ndose as¨ª el Trienio Liberal (1820-1823). El monarca tuvo que desdecirse y jurar nuevamente la Constituci¨®n. Fue en ese momento cuando pronunci¨® una de las frases que, seg¨²n los especialistas consultados, dan buena muestra de su hipocres¨ªa: ¡°Marchemos francamente, y yo el primero, por la senda constitucional". Lo dijo al tiempo que negociaba con las potencias de la Santa Alianza la intervenci¨®n militar en Espa?a para acabar con los liberales que le hab¨ªan obligado a jurar la Constituci¨®n. Con la intervenci¨®n de la Santa Alianza finaliz¨® la vigencia de la Constituci¨®n de C¨¢diz, pero no su influjo, que gravit¨® directamente sobre la pol¨ªtica nacional hasta 1868. Lo cierto es que Fernando VII rein¨® rodeado de una camarilla palaciega. "El descontento con su pol¨ªtica le enfrent¨® con los liberales y, en la fase final, cuando quiso nombrar a Isabel II su leg¨ªtima heredera, tambi¨¦n se enfrent¨® con los sectores m¨¢s reaccionarios del absolutismo, que no quer¨ªan que reinara una mujer y se postularon a favor del hermano de Fernando, Carlos Mar¨ªa Isidro de Borb¨®n", se?ala a ICON Luis Enrique Otero.
- Mis¨®gino, ego¨ªsta, infiel y maleducado
¡°El Pr¨ªncipe es un infeliz, que no ha sido educado; es bueno, pero no tiene instrucci¨®n, ni talento natural, ni tampoco viveza: es mi ant¨ªpoda, y yo, para mayor desgracia, no le quiero nada¡±. La correspondencia que su primera mujer, Mar¨ªa Antonia de N¨¢poles, enviaba a su madre dejaba claro que la suya no fue una relaci¨®n feliz. En 1802, a?o en que contrajeron matrimonio Fernando y Mar¨ªa Antonia, las infidelidades y las actitudes machistas por parte de los hombres estaban a la orden del d¨ªa, pero el trato que daba Fernando a sus esposas ¡ªtuvo cuatro¡ª y a aquellos con los que se codeaba superaban los est¨¢ndares de la ¨¦poca. La madre de Mar¨ªa Antonia escribi¨® sobre su yerno:?¡°Un tonto que no caza ni pesca; no se mueve del cuarto de su infeliz mujer; no se ocupa de nada¡ Mi hija es completamente desgraciada. Un marido tonto, ocioso, mentiroso, envilecido, solapado y ni siquiera hombre f¨ªsicamente; es fuerte cosa que a los 18 a?os no se sienta nada¡±.
Emilio Parra, autor de la biograf¨ªa de El Deseado, afirma que Fernando recurr¨ªa a la represi¨®n para solucionar sus problemas. "Debido a su car¨¢cter, fue una persona despreciable. Era cruel, pues no duda en decretar la muerte de sus oponentes pol¨ªticos; hip¨®crita, este rasgo de su personalidad enerv¨® a su madre, la reina Mar¨ªa Luisa, y tambi¨¦n a Napole¨®n; desconfiado de todos y ante todo; cobarde, pues no supo reaccionar en los a?os de la Guerra de la Independencia; autoritario hasta el extremo y sumamente pagado de su alta condici¨®n; obsesionado por el dinero, siempre consider¨® que el territorio de la monarqu¨ªa espa?ola era patrimonio suyo; y hedonista", asegura Parra.
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