¡®Resac¨®n en Las Vegas¡¯ | C¨®mo sobrevivir a la avalancha cumplea?era
Sean como sean estas fiestas, al menos no tienes que pensar plan para el fin de semana, vuelves a casa comido y muy cansado

Hace mucho tiempo en una galaxia muy lejana una comunidad de sabios decidi¨® que los cumplea?os se iban a juntar y celebrar por trimestres porque si no era un cachondeo. Pero a esta comunidad del cumplea?illo no la hemos vuelto a ver y este curso parec¨ªamos la Preysler y Tamara Falc¨® en temporada alta de inauguraciones.
Es normal que cada ni?o quiera tener su propia fiesta y que los padres no escatimen recursos. Y es normal que si ya estamos en P3, tengamos a los amigos de la clase, a los de la otra clase, a los que juegan en el patio, a los de la escuela infantil¡ Y eso son muchos ni?os a los que invitar y muchas fiestas a las que ir.
Antes nos tocaban unas seis bodas por verano y ahora nos tocan cumplea?os infantiles. Al menos nos ahorramos la peluquer¨ªa y ver que no nos entra el traje.
Esta avalancha fiestera acaba convirtiendo los fines de semana en una especie de d¨¦j¨¤ vu, en una ruta del bacalao chiquiparkero de ganchitos y botellas de refrescos sin enfriar en vasos de pl¨¢stico al que le pones el nombre para que no te lo roben.
Porque aunque algunos temerarios montan la fiesta en su casa o en alg¨²n parque, casi siempre nos toca ir a la t¨ªpica sala de fiestas con aires de chiquipark, con su piscina de bolas, sus camas el¨¢sticas y sus lavabos con el pestillo roto.
En nuestro barrio hay varias, pero por acumulaci¨®n de ni?os y estad¨ªstica acabamos repitiendo la misma sala.
(Ante tanto reino del pl¨¢stico cl¨®nico, preferimos lugares m¨¢s originales y con personalidad y magia propia. En Barcelona nosotros celebramos las fiestas en Smileroom, y pod¨¦is escribir vuestras recomendaciones en los comentarios para dar ideas a quien lo necesite).
Una vez llegados a la fiesta, lo primero es sobrevivir a la multitud. Es abrir la puerta del local y encontrarte un Vengadores Endgame: han invitado a todo el mundo.
(S¨ª, tambi¨¦n a los t¨ªpicos padres que nunca saludan y siempre van con prisas y que ahora fingen simpat¨ªa para rellenar como sea horas de vida social).
Lo siguiente es sobrevivir a la excitaci¨®n. Los peque?os se hinchan a az¨²car, pastel y chucher¨ªas ca¨ªdas de una pi?ata y se vuelven hiperactivos y salvajes como tertulianos de S¨¢lvame, pele¨¢ndose por las camas el¨¢sticas.
Y para acabar, toca sobrevivir a la entrega de regalos (uno cada veinte segundos, que as¨ª no se valora nada). Los invitados quieren llevarse los nuevos juguetes o al menos romper las cajas y desparramar las piezas. Poner orden adulto implica un fin de fiesta con lloros y enfados.
Pero vaya, sean como sean estas fiestas, al menos no tienes que pensar plan para el fin de semana, vuelves a casa comido y si los ni?os se duermen de camino, puedes aprovechar tambi¨¦n para hacer la siesta. Y eso siempre es un gran regalo, aunque no sea tu cumplea?os.
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