Transici¨®n pendiente
La amenaza que pesa sobre Argelia es el modelo de salida militar que ya impera en Egipto desde el golpe de Estado del general Abdelfat¨¢ al Sisi en 2013
El anciano dictador de Argelia Abdelaziz Buteflika fue despachado hace dos meses. Parte de su clan pol¨ªtico y empresarial se halla detenido y deber¨¢ responder ante la justicia. Y acaba de decaer la ¨²ltima oportunidad de mantener la elecci¨®n presidencial, prevista para el 4 de julio, bajo el control del viejo sistema de poder. Todo ha sucedido por el empuje democr¨¢tico de la ciudadan¨ªa movilizada desde hace 15 semanas, indignada primero ante la quinta ocasi¨®n en que el enfermo dictador pretend¨ªa presentarse a la elecci¨®n presidencial, luego por los prop¨®sitos de reforma constitucional tutelada y de convocatoria de nuevas elecciones bajo estricto control del clan presidencial y finalmente por el papel adoptado por el general y jefe del Estado Mayor, Ahmed Gaid Salah, el aut¨¦ntico hombre fuerte del r¨¦gimen, que pretende controlar la transici¨®n a pesar de su avanzada edad, 79 a?os, y de las sospechas de corrupci¨®n que pesan sobre ¨¦l y su familia.
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El r¨¦gimen ha ido cediendo una tras otra todas sus cartas y agotando cualquier viso de legitimidad. Ya no sirve ninguna de las previsiones constitucionales para asegurar la continuidad a trav¨¦s de una sucesi¨®n reglada. La defectuosa Constituci¨®n argelina es un texto muerto e inservible, del que solo cabe salvar dos art¨ªculos para inspirar la imprescindible transici¨®n democr¨¢tica que exigen los ciudadanos: el 7, que reconoce al pueblo argelino ¡°como fuente de toda soberan¨ªa¡±, y el 8, en el que se le otorga ¡°el poder constituyente¡±.
Est¨¢ en la mano de los mandatarios que todav¨ªa permanecen al frente de las viejas instituciones, como el general Salah o el jefe del Estado interino, Abdelkader Bensal¨¢, presidente del Consejo de la Naci¨®n o Senado, que el actual vac¨ªo pol¨ªtico se convierta en una transici¨®n, mediante la convocatoria de elecciones libres y la apertura de un proceso constituyente, o que prosiga el actual marasmo a la espera de un agotamiento del impulso democr¨¢tico.
La amenaza que pesa sobre Argelia es el modelo de salida militar que ya impera en Egipto desde el golpe de Estado del general Abdelfat¨¢ al Sisi en 2013, que desplaz¨® del poder al presidente islamista Mohamed Morsi y sumi¨® el pa¨ªs en una oleada represiva. Gaid Salah, como Al Sisi, el coronel libio faccioso Jalifa Hafter o la actual junta militar instalada en la represi¨®n en Sud¨¢n cuentan con el mecenazgo pol¨ªtico de las monarqu¨ªas petroleras del golfo P¨¦rsico, inquietas ante una democratizaci¨®n que pudiera llegar a las puertas de sus palacios, y con la indiferencia de una Europa m¨¢s preocupada por sus propios problemas que por la democracia de los vecinos del sur.
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