V¨ªa muerta

El president Quim Torra compareci¨® ayer ante los medios de comunicaci¨®n para hacer balance del a?o que ha pasado al frente de la Generalitat, encabezando un Ejecutivo de coalici¨®n minoritario entre partidos independentistas. Por primera vez desde que tom¨® posesi¨®n, Torra se defini¨® a s¨ª mismo como un jefe de Gobierno en plenitud de funciones, no como vicario del expresident huido, Carles Puigdemont, cuyo despacho oficial en el palacio de la plaza de Sant Jaume rechaz¨® ocupar. Con este giro inesperado del significado de su figura institucional, Torra no pod¨ªa devolver la dignidad a un Ejecutivo que tanto desgaste ha sufrido en sus manos, pero s¨ª certificar la inviabilidad del discurso independentista que ha tratado de residenciar la legitimidad pol¨ªtica de Catalu?a en Waterloo, tras la intervenci¨®n de la autonom¨ªa por el Estado central en virtud del art¨ªculo 155 de la Constituci¨®n.

Declar¨¢ndose president efectivo y no vicario, Torra ha echado por tierra de un solo plumazo la teatral tramoya de la rep¨²blica de fantas¨ªa con la que los sectores del independentismo fieles al expresident Puigdemont han intentado mantener movilizadas a sus bases, al tiempo que se ha colocado en la dif¨ªcil tesitura de tener que explicar su gesti¨®n como lo que es: el responsable ¨²ltimo de un Gobierno aut¨®nomo con recursos suficientes para mejorar el bienestar de los ciudadanos e influir sobre la marcha de la econom¨ªa. Hace apenas una semana los electores le reprocharon la par¨¢lisis de la Generalitat al inclinarse por ERC en detrimento de su partido en todas las convocatorias, salvo las europeas. El pasado fin de semana fueron los empresarios de Catalu?a quienes lo hicieron. Intentando gobernar solo para los partidarios de la independencia y no para la totalidad de los catalanes, Torra y el Govern que ¨¦l preside han conseguido, simplemente, no gobernar para nadie.

A pesar de ello, el president evit¨® ayer cualquier atisbo de autocr¨ªtica, recurriendo nuevamente al capcioso subterfugio con el que el independentismo encendi¨® la mecha emocional del proc¨¦s y con el que ha intentado mantenerla viva por encima de sus reiterados fracasos. Seg¨²n vino a sostener Torra en su balance de aniversario, los datos positivos de la econom¨ªa en Catalu?a deben ser imputados a la gesti¨®n de un Gobierno que no ha gobernado, en tanto los resultados negativos, como la existencia de un 23,8% de catalanes en riesgo de pobreza, responden al expolio de un Estado represor. Conviene recordar, sin embargo, que los presupuestos con los que gobierna la Generalitat son los de 2017, no porque el Gobierno central haya impedido la aprobaci¨®n de los correspondientes a este a?o, sino porque las fuerzas independentistas carecen de mayor¨ªa en el Parlament para aprobarlos. En lugar de llamar a elecciones, como corresponder¨ªa, esas mismas fuerzas han preferido conservar la Generalitat para utilizarla como est¨¦ril plataforma de agitaci¨®n, aunque sea a costa de mantenerla en v¨ªa muerta durante un a?o.

El silencio del president Torra acerca de cu¨¢ndo pondr¨¢ fin a esta insostenible situaci¨®n haciendo uso de sus prerrogativas fue elocuente, puesto que ven¨ªa a corroborar que, vicario o efectivo, sigue sin preocuparse de gobernar, solo interesado en servirse de la Generalitat en el momento en que el Tribunal Supremo dicte sentencia contra los dirigentes independentistas procesados.