No lo intentes en casa, pero hacer un buen Hitler (o sea malo) no es f¨¢cil
Al F¨¹hrer le encantaba el cine, pero no le hubiera gustado c¨®mo se le ha retratado en pantalla: cuando no provoca un escalofr¨ªo, da risa
La reciente muerte de ese gran actor que ha sido Bruno Ganz, uno de cuyos mejores papeles fue el de Hitler en El hundimiento, invita a reflexionar sobre c¨®mo se ha interpretado en la pantalla al l¨ªder nazi y qui¨¦nes lo han hecho mejor. A Hitler le encantaba el cine, pero no le hubiera gustado mucho c¨®mo se le ha retratado en pantalla: cuando no te provoca un escalofr¨ªo, te da risa (y a veces las dos cosas). Dramas hist¨®ricos y comedias ¨Cde To be or not to be (con el gran Tom Dugan, ¡°?Heil yo!¡±) a Los productores¨C son las creaciones t¨ªpicas que se han hecho sobre el personaje, con algunos g¨¦neros intermedios como el horror (hay un Hitler zombi) o la ciencia ficci¨®n (They saved Hitler¡¯s brain, 1963, esa gran pel¨ªcula).
En el III Reich no hubo filmes sobre Hitler protagonizados por actores, seguramente el F¨¹hrer pensaba, como mucha gente, que con verlo a ¨¦l ya hab¨ªa bastante. Probablemente tambi¨¦n cre¨ªa que no hab¨ªa un int¨¦rprete a su altura (Bruno Ganz naci¨® en 1941 y adem¨¢s era suizo). Cualquiera le llevaba la contraria. Por supuesto en otros pa¨ªses hab¨ªa barra libre y ya Chaplin rod¨® su El gran dictador en 1938. No es un filme que se viera habitualmente en la sala de proyecciones del Berghof. Con el paso de los a?os hemos visto a Hitler sobre todo de secundario (con lo poco que le gustaba a ¨¦l ir de telonero) en filmes como El zorro del desierto, Indiana Jones y la ¨²ltima cruzada o Malditos bastardos.
D¨¦jeme aportar mi propia experiencia para se?alar que hacer un buen Hitler (o sea malo) no es f¨¢cil. Efectivamente, en un par de ocasiones he encarnado en un escenario al F¨¹hrer, siempre en clave de comedia sat¨ªrica. La primera vez hice un Hitler charlotesco en una pantomima surrealista en la que el personaje daba clases de alem¨¢n. La segunda, interpret¨¦ a un Hitler invitado a un descabellado debate con Claus von Stauffenberg, el coronel que trat¨® de matarlo en el atentado del 20 de julio de 1944. Stauffenberg se pasaba el debate pidi¨¦ndole al jefe nazi que dimitiera (¡°?v¨¢yase, se?or Hitler!¡±) mientras pugnaba por montar su bomba con solo una mano. Hitler (yo) hablaba con una mezcla de frases seleccionadas de sus discursos que conformaban un (espero) c¨®mico galimat¨ªas.
En principio, imitar a Hitler no resulta complicado: bigotito y flequillo, cara de malas pulgas y digesti¨®n dif¨ªcil, el atuendo caracter¨ªstico ¨Cguerrera, brazalete, botas¨C y gestos ic¨®nicos, con preferencia por el saludo romano corto. Pero pasar de la caricatura a algo m¨¢s serio est¨¢ solo a la altura de los m¨¢s grandes. Y a veces ni ellos lo consiguen. Son numerosos los int¨¦rpretes famosos que lo han encarnado: Ian McKellan, Alec Guinness e incluso Robert Vaughn. A Hitler le hubiera fastidiado especialmente ver que lo encarnaron Danny Kaye y Peter Sellers. Anthony Hopkins estuvo muy convincente en The bunker (1980), que lo mostraba en horas bajas, como El hundimiento, aunque a veces quedaba un poco alelado, como si al doctor Morell se le hubiera ido (a¨²n m¨¢s) la mano con las pastis.
Hay bastante unanimidad en que quiz¨¢ el mejor Hitler ha sido el de Derek Jacobi en Inside the Third Reich (1982), a la altura de su tartamudo Claudio (¡°?A-a-a-arde Pa-Pa-Pa-r¨ªs?¡±, podr¨ªa haber preguntado). Pero mis favoritos son el de Steven Berkoff (Recuerdos de guerra, 1988), ese especialista en villanos, que le da un aire shakespeariano del que Adolf careci¨®, y el de John Cleese en el sketch de Monty Python en el que el F¨¹hrer vive de inc¨®gnito como Mr. Hilter en un hostal familiar en Minehead, Somerset, con sus compa?eros Ron Vibbentrop y Heinrich Bimmler. De ver a Cleese, Hitler hubiera tenido un ataque de rabia que r¨ªete t¨² de los de Bruno Ganz en El hundimiento.
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