Los edificios brutalistas que se quedaron sin construir: ?un sue?o o una pesadilla para el ojo humano?
Una exposici¨®n del artista Dionisio Gonz¨¢lez en Ivorypress, premio OFF de PhotoEspa?a 2019, abre el debate sobre la cuestionada belleza del movimiento arquitect¨®nico, recreando en fotograf¨ªas edificios que nunca llegaron a levantarse
Si para Goya el sue?o de la raz¨®n produce monstruos, la experiencia nos dice que el sue?o de la utop¨ªa puede volverse pesadilla en un abrir y cerrar de ojos. La exposici¨®n Concrete Island, que acaba de inaugurarse en la galer¨ªa madrile?a Ivorypress, y ha recibido el premio OFF en el festival PhotoEspa?a 2019, presenta el trabajo del artista Dionisio Gonz¨¢lez (Gij¨®n, 1965), centrado en exponer y denunciar esa mutaci¨®n dist¨®pica de la arquitectura brutalista.
Contra lo que a menudo se cree, el t¨¦rmino brutalismo, referido a un estilo arquitect¨®nico procedente del Movimiento Moderno de arquitectura que vivi¨® su momento de auge a mediados del siglo XX no tiene que ver con una supuesta agresividad visual. En realidad, procede del nombre franc¨¦s del hormig¨®n armado, b¨¦ton brut, material mayoritario en estas construcciones (tambi¨¦n existe un brutalismo del ladrillo, quiz¨¢ menos popular). Su desarrollo se relaciona con los avances t¨¦cnicos en la construcci¨®n, que discurrieron en paralelo a las necesidades coyunturales de una Europa arrasada por las bombas de la II Guerra Mundial. Pero tambi¨¦n se asocia con la ideolog¨ªa tendente al socialismo ut¨®pico a la que se adscribieron muchos de los arquitectos que fueron su punta de lanza.
Lo que Dionisio Gonz¨¢lez presenta en Ivorypress, donde podr¨¢ verse hasta el 27 de julio, es un ejercicio de (ciencia) ficci¨®n consistente en recuperar diversos proyectos brutalistas de la Europa de los a?os cincuenta que jam¨¢s se llevaron a cabo. A partir de los dise?os originales, los edificios se han integrado digitalmente en las im¨¢genes de sus emplazamientos previstos, dando la impresi¨®n de que se trata de fotograf¨ªas reales y que, por tanto, esas edificaciones existen.
El espectador bascula entre la fascinaci¨®n y la aversi¨®n ante unos edificios de escalas excesivas o formas caprichosas donde las personas se integran sin habitarlos realmente. Se genera as¨ª un clima inquietante y deshumanizado que hace pensar en pel¨ªculas como La madriguera de Carlos Saura o el cine de Antonioni de los 60. Para Gonz¨¢lez esa deshumanizaci¨®n es un punto clave en la evoluci¨®n de la arquitectura brutalista, y quiz¨¢ en el urbanismo contempor¨¢neo en general: ¡°Se ha perdido el patr¨®n humano en aras de una radicalizaci¨®n de las formas escult¨®ricas. Hay una ideograf¨ªa megal¨®mana que se inserta en las ciudades y que es ajena a la calidad del aire, a la educaci¨®n, a la accesibilidad del peat¨®n. Hemos perdido la facultad de crear ciudades donde sucedan actividades no indispensables¡±.
Sin embargo, no era ese el prop¨®sito original del brutalismo. Pensemos, por ejemplo, en el caso de Le Corbusier, quiz¨¢ el m¨¢s conocido de los paladines del hormig¨®n armado. Una de sus creaciones ic¨®nicas, las Unit¨¦ d'habitation erigidas en las afueras de Marsella (la primera unidad, finalizada en 1952) y en otras ciudades francesas, suelen ofrecerse como paradigma de ese sue?o visionario con un final traum¨¢tico.
La Unit¨¦ se concibi¨® como una especie de ciudad-edificio aut¨®noma que integrara todo tipo de servicios de manera que sus habitantes ni siquiera tuvieran la necesidad de salir de ella para el desarrollo de su vida social. Por desgracia, la obstinada realidad se empe?¨® en tirar por tierra la utop¨ªa, como recuerda Gonz¨¢lez: ¡°La idea de levantar en Marsella una unidad arquitect¨®nica para 1.600 habitantes, sobre pilotes para dejar zonas ajardinadas, con un n¨²cleo central con hotel y una pista del atletismo de 300 metros, un gimnasio cubierto, un club, una enfermer¨ªa, etc¨¦tera, ya nos indica algunos de los males que se han replicado en nuestras ciudades contempor¨¢neas. Me refiero a los espacios vetados, que funcionan como realidades aut¨®nomas, auto excluyentes, y que amurallan sus territorios para separarse de los otros. Esa desconexi¨®n con el entorno urbano al que trata de sustituir con gestos autosuficientes y la conversi¨®n de estas grandes estructuras en guetos de exclusi¨®n explican en parte su fracaso. Tambi¨¦n el uso monol¨ªtico del hormig¨®n, su dureza sensorial y el ¨ªndice de criminalidad que se afianzaba en los espacios ciegos, los corredizos y pasillos¡±.
Pero no puede decirse que los edificios de hormig¨®n armado sean problem¨¢ticos en s¨ª mismos, ya que tambi¨¦n presentan casos de ¨¦xito. El propio Gonz¨¢lez destaca el Barbican Estate, complejo residencial en plena City londinense dise?ado en los a?os sesenta por el estudio Chamberlin, Power and Bon. O el Brunswick Centre, de Patrick Hodgkinson, en la misma ciudad. Entre los motivos por el que estos proyectos s¨ª funcionaron como planteamientos habitacionales y urban¨ªsticos, Gonz¨¢lez no deja de lado un factor de clase: ¡°Son edificios consagrados a residentes de clase media alta. Adem¨¢s se confi¨® en los grandes espacios interiores abiertos con ¨¢reas p¨²blicas bien acondicionadas. Y por otra parte se encuentran en el n¨²cleo de la ciudad, no en espacios periurbanos¡±.
Un nuevo decorado para 'instagramers'
Otro fen¨®meno que resulta interesante es el actual ¨¦xito popular del brutalismo, ¨¦xito propulsado en gran medida por las redes sociales. Da la impresi¨®n de que, tras una larga fase de ca¨ªda en desgracia, la arquitectura del hormig¨®n ha recuperado p¨®stumamente el favor popular. El precio que ha tenido que pagar por esa rehabilitaci¨®n es ¡ªnada nuevo¡ª la banalizaci¨®n de sus premisas. Y es as¨ª como se habr¨ªa convertido en un bibelot apto para todos los p¨²blicos, un decorado para instagramers con aspiraciones de trascendencia pl¨¢stica. En este punto, Gonz¨¢lez parece remitirse al atractivo inherente a todo para¨ªso perdido: ¡°Las corrientes de seguimiento en las redes sociales van surgiendo a medida que se van demoliendo algunas de estas arquitecturas brutalistas¡±.
Es conocida la cruzada de cr¨ªticos como el pr¨ªncipe Carlos de Inglaterra contra el uso masivo del hormig¨®n en la arquitectura: ¡°es un ¨¢ntrax monstruoso¡±, defini¨® una propuesta concreta en su conocido discurso de 1984 ante un perplejo auditorio de arquitectos del Royal Institute of British Architects. Gonz¨¢lez, en cambio, quiere dejar claro que su enfoque no pretende demonizar per se el brutalismo ni tiene nada de reaccionario: ¡°El peligro de las utop¨ªas no reside en este deseo de aventajar el propio ritmo de la ¨¦poca. Esto es necesario para desarrollar y mejorar las ciudades. El problema reside en intentar reglar y normativizar conceptos que a¨²n no tienen visos de plausibilidad. Siempre que las utop¨ªas pierden este equilibrio evolucionan dist¨®picas¡±.
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