Regreso al Renacimiento
El avance del conocimiento se enfrenta a dos escollos: la especializaci¨®n extrema y la presi¨®n cortoplacista
![Antonino Marciano, f¨ªsico italiano, fotografiado en Barcelona.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/XD3JBK2V24W5IMTARXKHZ46VT4.jpg?auth=3b92f1f920b2da85958b84e02453afb51d8f29a7b4e21cbdf24fdbda08cb6c79&width=414)
La actividad cient¨ªfica se asocia hoy, de un modo inevitable, a dos de las cualidades m¨¢s frustrantes de nuestro tiempo: la especializaci¨®n del conocimiento y la presi¨®n por obtener resultados aplicables. Lee en Materia las interesantes reflexiones que hace sobre ellas Antonino Marcian¨°, un f¨ªsico italiano de 39 a?os que ha trabajado en algunos de los mejores centros de cuatro pa¨ªses, y ahora investiga en Shangh¨¢i porque ¡°ah¨ª hay m¨¢s dinero¡±. La ciencia siempre ha sido oportunista, y el talento migra all¨ª donde le ponen los recursos para ejercerlo. El titular que nos ha dado Marcian¨° es dif¨ªcil de superar: ¡°Ser expertos en una sola cosa nos hace est¨²pidos¡±. Y eso es lo que somos, seguramente. Est¨²pidos. Gente que sabe cada vez m¨¢s sobre cada vez menos hasta llegar a saberlo todo sobre nada, como alguien dijo o debi¨® decir (lo siento, es que no me acuerdo de la fuente de esta cita, aunque estoy seguro de que no fui yo, por desgracia).
Sobre la presi¨®n por resultados aplicables, hay un cuento moral, o an¨¦cdota ap¨®crifa, que sigue siendo el ep¨ªtome del g¨¦nero. Pasado el ecuador del siglo XIX, el primer ministro brit¨¢nico pregunt¨® al pionero del electromagnetismo Michael Faraday: ¡°Se?or Faraday, ?y para qu¨¦ sirve todo esto?¡±, y el cient¨ªfico respondi¨®: ¡°No lo s¨¦, se?or, pero alg¨²n d¨ªa cobrar¨¢ usted impuestos por ello¡±. Es una l¨¢stima que la historia sea falsa, porque su mensaje es cristalino como el cuarzo. Los avances tecnol¨®gicos no surgen de la nada. Son la consecuencia del entendimiento profundo de la naturaleza. La tecnolog¨ªa espacial no existir¨ªa si Newton no hubiera descubierto la gravedad y las leyes que la rigen. Newton no hizo eso para mandar sat¨¦lites al espacio ¨Cqu¨¦ m¨¢s hubiera querido el pobre¡ª, sino por el verdadero motor de la ciencia, que es la curiosidad.
Cuando Watson, Crick y Franklin descubrieron la doble h¨¦lice del ADN, tampoco lo hicieron para revolucionar la biomedicina, aunque eso es justo lo que est¨¢ ocurriendo 66 a?os despu¨¦s. La fuerza que les mov¨ªa era entender los mecanismos profundos de la naturaleza. Sin eso no habr¨ªa ahora gen¨®mica ni medicina de precisi¨®n ni tratamientos personalizados del c¨¢ncer. Si aquellos cient¨ªficos de los a?os cincuenta (solo Watson sigue vivo) no hubieran logrado entender las cosas m¨¢s fundamentales, las aplicaciones m¨¦dicas, biol¨®gicas y tecnol¨®gicas se habr¨ªan podrido en el limbo de los futuros irrealizados. Presionar a aquellos investigadores para obtener aplicaciones a corto plazo habr¨ªa sido un error garrafal, que por fortuna nadie lleg¨® a cometer. La presi¨®n actual para hacer que la ciencia produzca resultados a legislatura vista es exactamente el mismo error, pero esta vez hecho cuerpo.
La segunda cuesti¨®n, la de la especializaci¨®n extrema, no es menos importante Los datos revelan con claridad que la pr¨¢ctica cient¨ªfica implica cada vez m¨¢s colaboraci¨®n interdisciplinaria (ruego a la Academia que encuentre pronto una alternativa a ese heptas¨ªlabo que suena horr¨ªsono incluso cuando lo logras pronunciar). Los f¨ªsicos necesitan a los matem¨¢ticos, los qu¨ªmicos a los f¨ªsicos y los bi¨®logos a todos los dem¨¢s. Si queremos entender el cerebro ¨Ces decir, la mente humana¡ª, tendremos que emplear a fondo todos los recursos cognitivos que tengamos a mano, incluidos los fil¨®sofos y los artistas. Como dice Marcian¨°, tendremos que volver a ser personas del Renacimiento.
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