La diferencia de una vagina vista por el heteropatriarcado o por el feminismo
Miriam Cahn acaba con Gustave Courbet en el Reina Sof¨ªa con 'Mirar', un gran cl¨ªtoris que hunde la visi¨®n masculinizada del desnudo femenino. El problema no est¨¢ en los genitales, sino en lo que buscan en el espectador
No es la primera vez que sucede. Miriam Cahn (1949, Basilea, Suiza) lleva tres d¨¦cadas pele¨¢ndose con Gustave Courbet (1819-1877). Tom¨® represalias contra el cuadro m¨¢s famoso y pol¨¦mico del capo del realismo en 1990. Entonces, a?adi¨® a El origen del mundo (1866) un rostro. M¨¢s tarde a?adi¨® un hiyab a la modelo que ense?a su sexo. La versi¨®n m¨¢s reciente de su visi¨®n se expone en el Museo Reina Sof¨ªa en la muestra Todo es igualmente importante (hasta el 14 de octubre y que coincide con su 70 cumplea?os el pr¨®ximo 21 de julio), donde el velo de la mujer se ha pixelado. El fondo sobre el que descansa el cuerpo ¡ªquiz¨¢ tumbado¡ª tambi¨¦n tiene esa trama descompuesta digital. La figura flota como flota la de Pablo de Valladolid en la nada pintada por Vel¨¢zquez.
El tama?o del cl¨ªtoris importa
Ya no es el origen del mundo, ni el centro. Ahora Cahn lo ha titulado "mirar", que a fin de cuentas, de eso va el lienzo de Courbet. De mirar. Rom¨¢n Gubern ha escrito que al eliminar el rostro de su retratada, el pintor franc¨¦s inaugur¨® la mirada pornogr¨¢fica. Por eso Cahn la incluye, porque no es tanto una exhibici¨®n como un reto. Es una soluci¨®n pol¨ªtica contra la violencia del silencio y la agresi¨®n decimon¨®nica del relato,?que yace en la lona, inaugurada por Courbet.
Solo desafiando el relato dominante se conquista la visibilidad. Y Cahn rompe con el cuerpo mirado por Courbet porque puede hacerlo: su formaci¨®n cl¨¢sica le permite enfrentarse a las figuras canonizadas y destruirlas. Por eso, a?ade rostro a su figura femenina. Pero hay m¨¢s. El de ella es real y sin verg¨¹enza: de la vagina retratada por Cahn asoma un gran cl¨ªtoris, el mismo que escondi¨® Courbet. Ella propone a la mujer como desaf¨ªo, en lugar de como objeto de deseo.
Su mirada se acerca m¨¢s a la de Manet que a la de Courbet. Tres a?os antes de El origen del mundo, Manet hab¨ªa terminado Olympia, una bomba contra la beater¨ªa que lo iba a precipitar todo. Olympia es una mujer prostituida de clase alta, que se coloca frente al espectador, sin pudor, sin lascivia y sin entrega. Es lo que es, un reto. Manet pinta a su modelo rodeada de lujos y oropeles, con el inconveniente para la correcci¨®n de que no oculta su condici¨®n. Por eso le critican haber dibujado "una prostituta desvergonzada". El problema no es que lo fuera, sino que no lo disimulara.
El cuadro de Courbet es puro disimulo y ocultaci¨®n. Y pese a ello no exento de controversia; tanto que esta contin¨²a 153 a?os despu¨¦s. Esta semana, el ayuntamiento de Rivas-Vaciamadrid ha tapado con una lona negra una versi¨®n grafitera del cuadro que el artista Sam3 hab¨ªa pintado en una valla publicitaria.
En El origen del mundo de Courbet no importa la mujer, importa que a ellas les corresponde dar a luz. Importa la exposici¨®n descarada del deseo masculino, pintado por un hombre. Para Slavoj Zizek, en El fr¨¢gil absoluto (Pre-Textos, 2002), no es tanto el origen del mundo como el principio del fin: el cuadro es el punto muerto de la pintura realista, la ¨²ltima parada del realismo, que agota temas y recursos y abre la puerta a las nuevas f¨®rmulas de representaci¨®n como el impresionismo, el fauvismo, la abstracci¨®n y la vanguardia. El precedente de Mal¨¦vich.
De la ocultaci¨®n a las "obras menstruales"
"Mi feminismo es una declaraci¨®n de guerra contra la desigualdad", ha dicho la artista, para adelantar que la invisibilidad es una forma de violencia y como tal hay que ponerle final. Su acto cr¨ªtico de resistencia niega dar por sentado el marco de la historia del arte del canon masculino. Por eso incorpora las condiciones f¨ªsicas de la mujer a la creaci¨®n: pinta en funci¨®n de sus ritmos de ovulaci¨®n. En los noventa busc¨® esa aproximaci¨®n al arte al utilizar sus energ¨ªas de mujer durante el ciclo reproductivo, y a esas piezas las llam¨® "obras de ovulaci¨®n" o bien "obras menstruales".
Quer¨ªa mostrar la evidencia de una cultura femenina perdida, ocultada y reprimida. Quer¨ªa obligar o invitar al museo a que formara parte del proyecto emancipador de la mujer. Y poner fin a la dominaci¨®n del relato masculino de la historia del arte, en el que El origen del mundo es un hito. El principio de la construcci¨®n de un discurso colaborativo que pasa por la reinterpretaci¨®n y contextualizaci¨®n de las obras del pasado en comunicaci¨®n con el nuevo p¨²blico, y el reconocimiento y exhibici¨®n del relato femenino, con referentes femeninos.
La belleza no importa, importan los conflictos morales del cuerpo
Miriam Cahn es un paso importante en la transici¨®n pendiente del Museo Reina Sof¨ªa y de tantos hacia una mirada de g¨¦nero, que se compromete con la mujer, de manera ¨¦tica y pol¨ªtica. Cuando Cahn dice que su feminismo es una declaraci¨®n de guerra es por algo. Ha renunciado a todo lo que tiene que ver con ese sistema patriarcal, en el que ellas adaptan su mirada hasta masculinizarla. Para empezar, no le interesa la perfecci¨®n de la belleza. Tampoco el fetiche "obra maestra". Los resultados intachables son resultados insultantes.
Y hace de su cuerpo su mejor arma. Su terreno, su fascinaci¨®n. Su reivindicaci¨®n. Se tumba en el suelo a pintar, para perder la perspectiva, para renunciar al control, por eso entra en ¨¦xtasis. As¨ª que su trabajo es m¨¢s inteligente que ella. Eso dice. Su inmersi¨®n trabaja por ella, cuenta. Es puro trabajo f¨ªsico, de fuerza, voluntad y resistencia. Sin amargura, contra los conflictos morales y ¨¦ticos del cuerpo femenino.
Lienzos crudos, sin marco ni pompa
?Es una pintura o una performance? Ella lo llama inmersi¨®n y desde ah¨ª, desde la entrega, ocurre el hecho. Porque Miriam Cahn se aburre si repite y eso se nota, en su trayectoria y en sus obras: no dibuja, ni pinta el mismo cuadro m¨¢s de un d¨ªa. En realidad, no le dedica m¨¢s de tres horas. Se levanta y decide en qu¨¦ formato hacerlo. Siempre es una decisi¨®n espont¨¢nea. Se concentra y sin distracciones se sumerge en el trabajo.
Esto quiere decir que la pintura no ser¨¢ perfecta cuando haya terminado. Pero es que no le importa, insistimos. Las acaba, las aparta, las clasifica y se olvida de ellas. Por eso esa data a sus obras expuestas ¨Csin cartelas¨C con la fecha exacta en la que fueron concebidas y creadas. En el caso de Mirar, se especifica que ocurri¨® el 7 de marzo de 2018.
Tampoco enmarca sus cuadros. Ni uno. Lienzo en crudo sobre la pared, porque no quiere pompa. No quiere m¨¢s que lo crudo, no quiere mitos. Solo son materiales (transformados). Son cuerpos violentos hechos de forma violenta sobre materiales fr¨¢giles. Adem¨¢s, le gusta hacerlo todo ella misma. Hace los bastidores de las pinturas, porque le molesta tener ayudantes. Ella sola. Soberana.
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