3.000 millones de posibilidades de vida
Tres de cada cuatro estrellas del universo tienen planetas que podr¨ªan albergar seres vivos en condiciones extremas
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En el universo Star Trek, la Primera Directiva de la Federaci¨®n Unida de Planetas impide que sus miembros interfieran en el desarrollo cultural de las civilizaciones alien¨ªgenas. Aquellas que no tengan la tecnolog¨ªa para viajar m¨¢s r¨¢pido que la luz y entrar en contacto con civilizaciones de otros mundos son protegidas de ese conocimiento hasta que lo alcanzan por sus propios medios. Una norma as¨ª habr¨ªa mantenido a los humanos en la inopia y explicar¨ªa una paradoja que intrig¨® a Enrico Fermi a?os despu¨¦s de ayudar a crear la bomba at¨®mica. ?Si hay una cantidad casi incontable de planetas y con ello inmensas posibilidades de que surja una civilizaci¨®n en alguno de ellos, por qu¨¦ no existe ninguna evidencia de que esto haya sucedido? Tres de cada cuatro estrellas podr¨ªan albergar vida en circunstancias extremas. Seg¨²n una hip¨®tesis, cerca de 3.000 millones de planetas podr¨ªan ser habitables en la V¨ªa L¨¢ctea.
Los planetas descubiertos tendr¨ªan una cara abrasada por el calor y otra congelada
Como civilizaci¨®n atrasada, al menos seg¨²n los par¨¢metros de Star Trek, los habitantes de la Tierra debemos continuar explorando poco a poco otros planetas en busca de se?ales que digan si estamos solos. Esta misma semana, se ha anunciado el descubrimiento de un nuevo sistema solar con dos planetas como el nuestro a 12,5 a?os luz, muy cerca en t¨¦rminos c¨®smicos. Estos dos nuevos mundos est¨¢n a la distancia justa de Teegarden, su estrella, y los astr¨®nomos, que utilizaron un telescopio del observatorio almeriense de Calar Alto (Almer¨ªa) para realizar el hallazgo, calculan que la temperatura all¨ª ser¨ªa templada y podr¨ªan tener agua l¨ªquida en la superficie, una condici¨®n b¨¢sica para la vida que conocemos.
DISTANCIA DESDE LA TIERRA A 19 POSIBLES PLANETAS HABITABLES
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Dif¨ªcil evoluci¨®n
Pero la aparici¨®n de seres que se autorreplican y evolucionan, desde bichos microsc¨®picos a animales visibles y a individuos creadores de m¨¢quinas para comunicarse entre sistemas estelares, no es tan sencilla. O Fermi no se habr¨ªa enfrentado a su paradoja. Para empezar, las estrellas en las que se han descubierto los sistemas planetarios en regiones habitables tienen poco que ver con el sol. Todas son enanas rojas, las estrellas m¨¢s abundantes del universo y, por consiguiente, el entorno en el que m¨¢s exoplanetas se pueden encontrar. Su peque?o tama?o y la poca energ¨ªa que emiten hace que casi nunca puedan verse desde la Tierra sin telescopios. Para recibir suficiente calor de su estrella, debe orbitar muy cerca de ella. Y esto tiene consecuencias.
Probablemente, muchos de estos mundos cercanos (y supuestamente habitables), como los dos de Teegarden, el sistema que rodea a Trappist-1 o Proxima b, ense?an siempre la misma cara a su estrella. Esto sucede cuando un objeto de menor tama?o, como la luna con la Tierra o Mercurio con el Sol, est¨¢n demasiado cerca de otro cuerpo mayor. Eso hace que en todos estos exoplanetas sean esperables condiciones extremas. Una cara ser¨ªa un desierto hirviente y la otra un gigantesco bloque de hielo. Entre esos dos infiernos, una franja de pocos kil¨®metros de ancho en la que la temperatura fuese adecuada y el hielo derretido procedente de la cara oculta del planeta har¨ªan posible la vida.

Pero incluso en ese reducto, las condiciones no ser¨ªan ideales. Las grandes diferencias de temperatura, como las que producen los huracanes en la Tierra, pero mucho mayores, generar¨ªan unos vientos que barrer¨ªan con violencia la superficie de un mundo como Proxima b, haciendo que, en caso de existir, sus formas vegetales y animales deban adaptarse para no salir volando contra el muro de hielo en un lado o lanzadas al desierto ardiente del otro.
La vida en este tipo de planetas, los m¨¢s abundantes del cosmos, tendr¨ªa un enemigo quiz¨¢ m¨¢s formidable. Las enanas rojas, mucho menores que nuestro sol, no tienen masa suficiente para estabilizar el inmenso reactor de fusi¨®n nuclear que calienta sus entra?as. Peri¨®dicamente, lanzan llamaradas de radiaci¨®n que arrasar¨ªan las atm¨®sferas de sus planetas y aniquilar¨ªan a los seres vivos de su superficie. Uno de estos cataclismos se observ¨® en Proxima Centauri, la estrella que orbita Proxima b, en marzo de 2016. Entonces, seg¨²n public¨® un grupo de astr¨®nomos espa?oles y de EE UU, la enana roja emiti¨® un potente estallido de luz que multiplic¨® su brillo por 70. Pese a que normalmente no se pueden ver con el ojo desnudo, durante algunos segundos, Proxima Centauri se pudo observar desde el hemisferio sur sin ayuda tecnol¨®gica. La superficie de Proxima b debi¨® ser un infierno.
?CU?L ES LA ZONA HABITABLE ALREDEDOR DE UNA ESTRELLA?
Es la regi¨®n perif¨¦rica donde es posible que se desarrolle alg¨²n tipo de vida. Depende de la distancia y de la temperatura que el astro genera.
Los defensores de los planetas que orbitan enanas rojas como lugares en los que buscar vida tienen algunos argumentos a su favor, adem¨¢s del hecho de que tres de cada cuatro estrellas de la V¨ªa L¨¢ctea son de ese tipo. Por un lado, un buen campo magn¨¦tico, como el que lleva millones de a?os evitando que la radiaci¨®n solar abrase la vida en la Tierra, podr¨ªa, seg¨²n algunos investigadores, resistir los embates de los estallidos de rayos X de las estrellas. Adem¨¢s, como contaba el investigador en el Centro de Astrobiolog¨ªa en Madrid Alberto Gonz¨¢lez Fair¨¦n cuando se produjo el descubrimiento de Proxima b, gran parte de esa furia se produce cuando la estrella es joven, ¡°durante sus primeros millones de a?os de existencia, para quedar despu¨¦s como estrellas mucho menos activas¡±.
LA INMENSIDAD DEL COSMOS
Estimaci¨®n
b. Hip¨®tesis: 1% de planetas en la zona habitable de su sistema.
Fuente: Elaboraci¨®n propia. EL PA?S
Las enanas rojas son m¨¢s peque?as y brillan menos, pero tienen una vida mucho m¨¢s prolongada. Teegarden, por ejemplo, se form¨® hace unos 9.000 millones de a?os, el doble que nuestro sistema solar, y le pueden quedar 10 billones (de los espa?oles, s¨ª) de a?os de existencia. Mucho tiempo para que el azar genere las circunstancias en las que pueda surgir la vida. El Sol, sin embargo, tiene solo 10.000 millones de a?os por delante y, a diferencia de las enanas rojas, incrementa progresivamente su temperatura. El calor har¨¢ imposible la vida en la Tierra mucho antes del colapso de nuestra estrella.
Mientras desarrollamos tecnolog¨ªas para viajar a trav¨¦s del espacio en tiempos asumibles, la b¨²squeda de vida extraterrestre puede ser frustrante dependiendo de las expectativas. Hace poco, el director cient¨ªfico de la Agencia Espacial Europea (ESA), G¨¹nther Hasinger, afirm¨® en este peri¨®dico: "Encontraremos se?ales de formas de vida fuera de la Tierra en los pr¨®ximos a?os¡±. Pero mejor no imaginar seres m¨¢s o menos extra?os que caminan sobre dos patas y tienen culturas ex¨®ticas. La vida en la Tierra apareci¨® pocos cientos de millones de a?os despu¨¦s de la formaci¨®n del planeta, pero la llegada de animales requiri¨® 3.000 millones de a?os m¨¢s, as¨ª que es menos probable que los hombrecillos verdes hayan tenido tiempo de evolucionar en alguno de los m¨¢s de 4.000 planetas extrasolares que ya hemos identificado.
El universo podr¨ªa albergar inteligencia extraterrestre que no estuviese viva, que fuese artificial
En los pr¨®ximos a?os, la construcci¨®n de supertelescopios terrestres y el lanzamiento de grandes telescopios espaciales como el James Webb, nos permitir¨¢n observar con cierta precisi¨®n la atm¨®sfera de los nuevos mundos descubiertos. All¨ª, se buscar¨¢n se?ales de actividad biol¨®gica, pero si se encuentran, lo m¨¢s probable es que se trate de algas o bacterias como las que modificaron la atm¨®sfera y la hicieron habitable para nosotros hace miles de millones de a?os. Pero la tecnolog¨ªa para confirmar los descubrimientos tardar¨¢ en llegar y enviar una sonda a estudiar aquellos mundos, incluso los m¨¢s cercanos, parece todav¨ªa ciencia ficci¨®n.
Existe una ¨²ltima posibilidad inquietante sobre la presencia de seres inteligentes en el universo cercano. Algunos gur¨²s de la tecnolog¨ªa prev¨¦n que en las pr¨®ximas d¨¦cadas el progreso de la inteligencia artificial dar¨¢ lugar a la emergencia de inteligencias generales aut¨®nomas, capaces de actuar sin necesidad de recibir nuestras ¨®rdenes y que pueden generar sus propios objetivos. En esta visi¨®n del futuro, las m¨¢quinas podr¨ªan ponerse a nuestro servicio y crear una civilizaci¨®n id¨ªlica en la que los robots hiciesen nuestro trabajo, curasen nuestras enfermedades e inventasen medios para obtener cantidades ilimitadas de energ¨ªa para los humanos. Pero esa no es la ¨²nica opci¨®n.
Inteligencia artificial
Una inteligencia artificial puede tener tambi¨¦n objetivos ajenos a nuestro bienestar. Frente a los intereses propios de los seres vivos, como el alimento, el sexo o la acumulaci¨®n de poder, las m¨¢quinas podr¨ªan tener otros objetivos aparentemente est¨²pidos, como transformar en brocas del ocho todos los ¨¢tomos del universo, incluidos los que conforman nuestros cuerpos. Nuestra ilusi¨®n por encontrar civilizaciones extraterrestres con las que compartir vivencias y conocimiento se puede topar con unos seres superinteligentes e inertes dispuestos a conquistar el universo para convertirlo en un absurdo. Los planetas que orbitan Teegarden llevan 5.000 millones de a?os m¨¢s en el universo que nuestra Tierra. Las fases de la evoluci¨®n han podido sucederse en alguno de aquellos mundos y la vida inteligente ha podido ser sustituida por una inteligencia artificial que no respeta la Primera Directiva de la Federaci¨®n de Planetas y ya mira hacia la Tierra con intenciones aviesas.
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