¡°No tengo miedo, tengo mucho por hacer¡±
Maricel Sandoval, activista colombiana, visita Espa?a dentro del programa Madrid protege y denuncia las amenazas que reciben quienes defienden los derechos humanos y el medioambiente
Buenos Aires es un municipio al suroccidente de Colombia, ba?ado por el r¨ªo que da nombre a una regi¨®n diversa y rica en recursos naturales. El 95% de su poblaci¨®n vive en zonas rurales y el 85% de sus 33.000 habitantes se reconocen como negros, mulatos, afrocolombianos o afrodescendientes e ind¨ªgenas. De all¨ª, de esta zona al sur occidente del pa¨ªs, es Maricel Sandoval Solarte, una trabajadora social y activista entregada a la causa de su palenque con el entusiasmo y la fuerza que le dan sus 29 a?os de vida.
Por su labor en la defensa de los derechos ¨¦tnico-territoriales como coordinadora del Palenque de Derechos Humanos, Integridad ?tnica y Social de la Asociaci¨®n de Consejos Comunitarios del Norte del Cauca (ACOM), Maricel, as¨ª como los dem¨¢s miembros de su asociaci¨®n, viene siendo objeto de hostigamientos y amenazas permanentes en contra de su vida por parte de, entre otros, las ?guilas Negras, uno de los varios grupos paramilitares que operan en la regi¨®n y en el pa¨ªs.
Ella, junto a otras dos mujeres defensoras y l¨ªderes sociales, formaron parte de la primera edici¨®n de Madrid Protege, un programa de protecci¨®n a defensoras de derechos humanos creado por el Ayuntamiento de Madrid con el objetivo de ofrecer un ¡°respiro¡± a las l¨ªderes sociales y defensoras de derechos humanos amenazadas en Colombia.
¡°El programa consiste en ofrecerles la posibilidad de alejarlas durante tres meses de los territorios hostiles, de la violencia y las amenazas para oxigenarlas, que descansen del estr¨¦s que les supone las intimidaciones constantes y que accedan a terapia sicol¨®gica y otro tipo de terapias sociales", afirma Ra¨²l Rojas, coordinador del programa. "Adem¨¢s, comenta Ra¨²l, ofrecerles la oportunidad de que se capaciten en competencias que les sirvan a sus organizaciones de origen (pol¨ªtica, formulaci¨®n de proyectos, derecho internacional humanitario, autoprotecci¨®n, seguridad, etc.) y darles la posibilidad de que regresen fortalecidas a sus comunidades".
Otro de los objetivos de esta iniciativa, seg¨²n Rojas, es la incidencia pol¨ªtica que estas l¨ªderes pueden ejercer no solo en Espa?a, sino en Europa, para que las reivindicaciones sociales por las que trabajan tengan eco y puedan contar con aliados en la denuncia de la violaci¨®n de sus derechos y en la difusi¨®n del acoso y desplazamiento forzado al que est¨¢n siendo obligados y, c¨®mo no, obtener apoyo para llevar a buen t¨¦rmino la implementaci¨®n del Acuerdo de Paz tan amenazado desde antes de su firma.
Mericel vino a Espa?a en el marco de Madrid Protege, un programa de protecci¨®n a defensoras de derechos humanos creado por el Ayuntamiento
As¨ª fue como durante su estancia en Madrid, Maricel tuvo la oportunidad de detallar la problem¨¢tica sufrida por su comunidad, no solo ante organizaciones y organismos que operan en Madrid, sino frente a otras comunidades aut¨®nomas. En este sentido, adem¨¢s, asisti¨® en Bruselas a un encuentro de estados europeos de Naciones Unidas que cooperan con la paz en Colombia, ya que es prioritario denunciar la grave situaci¨®n que est¨¢ atentando contra su pueblo y la paz de su pa¨ªs. Maricel ha insistido en la necesidad de que se les tenga en cuenta como comunidad afro, dado que en lo firmado en el Acuerdo de Paz hay un cap¨ªtulo ¨¦tnico esencial para ellos, que no se est¨¢ cumpliendo y, las voces que se levantan para denunciarlo, son acalladas con amenaza de muerte.
En palabras del coordinador, es importante para Madrid Protege que los l¨ªderes amenazados visibilicen y denuncien su problem¨¢tica en Espa?a y que la sociedad se sensibilice sobre lo grave que es que en Colombia se est¨¢ asesinando a un l¨ªder social por d¨ªa, algo que para la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de Naciones Unidas, Michelle Bachelet, es muy preocupante, pues a dos a?os y medio de la firma del Acuerdo de Paz entre el Gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC, la cifra asciende a m¨¢s de 130 excombatientes y 710 l¨ªderes sociales y defensores de derechos humanos asesinados.
En Colombia apostar por la paz, la reconciliaci¨®n, el derecho a la tierra y el retorno a ella con garant¨ªas, ser ambientalista y proteger los recursos naturales, oponerse a la miner¨ªa ilegal y a la tala indiscriminada de bosques, o marchar contra la privatizaci¨®n de los r¨ªos, es exponerse a ser tildado de ¡°enemigo de la patria¡±, terrorista o comunista por parte de los grupos de extrema derecha. De ah¨ª a que lleguen los primeros panfletos amenazantes o a recibir el primer atentado, hay un paso.
Con notable nostalgia que refleja en sus ojos, Maricel cuenta que hay muchos actores interesados en sostener el conflicto a qui¨¦nes resulta muy dif¨ªcil enfrentar y el discurso de la institucionalidad no concuerda con la realidad que se vive en las zonas rurales del pa¨ªs. Esta disparidad en la versi¨®n que maneja el Gobierno y las comunidades vulnerables frente al peligro al que se exponen qued¨® plasmada cuatro horas despu¨¦s del regreso a Colombia de una de las compa?eras de Maricel en esta experiencia de Madrid Protege, quien fue v¨ªctima de un atentado con fusil y granada de fragmentaci¨®n, del cual, en esta ocasi¨®n, logr¨® salir ilesa.
La defensora asegura que en su territorio "confluyen muchos actores como el narcotr¨¢fico, los paramilitares, la guerrilla, la delincuencia com¨²n, las bandas criminales, la miner¨ªa ilegal, la legal avalada por el Gobierno sin garant¨ªas ni para el medioambiente ni para los nativos, los ingenios azucareros y, por si fuera poco, las multinacionales". Todos ellos ocasionan despojos constantes con un modus operandi siniestro para instalar la guerra, que consiste en ocasionar enfrentamientos entre la comunidad que traen consigo un desplazamiento y detr¨¢s de este, vienen los terratenientes y las multinacionales a quedarse con nuestras tierras y recursos, porque tenemos la fortuna de habitar territorios muy f¨¦rtiles. "Y as¨ª, en este juego macabro de la guerra, nos sentimos solos y desprotegidos a expensas de los asesinos", completa.
¡°El r¨ªo Cauca, nuestro r¨ªo, est¨¢ siendo contaminado con cianuro y mercurio por parte de los extractivistas, hay mujeres a las que el solo contacto con el r¨ªo les infecta su vagina ocasion¨¢ndoles much¨ªsimas enfermedades dif¨ªciles de tratar. Tenemos comprobado que hay un alto contenido de cianuro en el agua que la gente consume y estamos probando la incidencia en la salud de los habitantes de la zona. Por ello tambi¨¦n nos amenazan, e incluso l¨ªderes ambientales han muerto por denunciarlo.
¡°En esta aberraci¨®n hay responsabilidades concretas, como es el caso de las multinacionales canadienses presentes en la zona e hidroel¨¦ctricas como ECSA, quienes adem¨¢s de contaminar, desplazan masivamente", denuncia. Hace 30 a?os estas empresas ya dejaron incomunicada a la comunidad de La Salvajina que a d¨ªa de hoy, por ejemplo, no tiene una ambulancia solicitada desde el a?o en 1986 y, en tantos a?os, la respuesta por parte del Estado siempre es la misma: No hay presupuesto. "Esto tambi¨¦n es guerra, eso es atentar contra la vida, contra la humanidad y contra la identidad de un pueblo y eso se llama exterminio ¨¦tnico, algo que a nivel de Naciones Unidas se debe denunciar y esa es nuestra tarea".
Es importante que los l¨ªderes amenazados visibilicen y denuncien su problem¨¢tica en Espa?a
La activista subraya que viven momentos dif¨ªciles en una guerra que ya resulta muy larga y devastadora. "Tenemos organizaciones fuertes y comprometidas en salir de ella, pero seremos m¨¢s fuertes si sociedades como la espa?ola se implican m¨¢s en las soluciones. Buscamos alternativas para vivir y seguir trabajando el campo de forma tradicional, pero necesitamos tener incidencia fuera tanto para la denuncia y protecci¨®n, como para que no se violen nuestros derechos". Mecanismos de protecci¨®n alternativos como la Guardia Simarrona son claves para preservar la vida, pero tambi¨¦n lo es poder trabajar la tierra, tener alimentaci¨®n, tener acceso a agua limpia y r¨ªos libres de contaminantes, o tener la garant¨ªa que las mujeres afros e ind¨ªgenas no son botines de guerra.
Pese a la incertidumbre del regreso, esta joven defensora no pierde ni su sonrisa ni su valent¨ªa y asegura que reanudar el trabajo en su pa¨ªs, luego de la experiencia y todo lo aprendido en estos tres meses en Madrid, le produce gran satisfacci¨®n por todo lo que se lleva de esta experiencia para transmitir a su comunidad y aplicarlo en su territorio.
¡°Hemos creado redes de apoyo y vuelvo a unir estos dos mundos. Para las comunidades afros, los r¨ªos son hilos de uni¨®n porque hay una integralidad en ellos y, ojal¨¢ que este oc¨¦ano hermoso que tenemos en medio, tambi¨¦n nos una. Este oc¨¦ano tambi¨¦n es un bien de la humanidad y un recurso por el que tenemos que luchar, para evitar la contaminaci¨®n y que la vida en el mar muera ni los ciclos de vida se extingan. M¨¢s que ver que este oc¨¦ano nos separa, lo tenemos que ver como un punto medio de uni¨®n, porque el agua, que va y viene, nos reconforta, nos da vida y nos devuelve a la vida¡±, concluye.
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