Alberto Conejero: ¡°El de dramaturgo es un oficio de mucha intemperie e invisibilidad.¡±
Es uno de los m¨¢s reconocidos autores de lo que ¨¦l mismo define como ¡°una especie de nueva edad dorada de la dramaturgia en Espa?a¡±. Sin embargo, no tiene claro que se pueda vivir del teatro. Fuera de ese ¨¢mbito, sus opiniones son contundentes: abomina de los nacionalismos y afirma que los territorios no tienen derechos; los derechos los tienen los seres humanos. Para ¨¦l, Joan Salvat-Papasseit y Joan Margarit son poetas tan espa?oles como Garc¨ªa Lorca
HAY EN la conversaci¨®n de Alberto Conejero (Vilches, Ja¨¦n, 1978) un cierto ¨¦nfasis po¨¦tico. No en vano es uno de los m¨¢s reconocidos autores del llamado teatro po¨¦tico espa?ol desde el estreno, en 2015, de La piedra oscura, la obra que rescata la figura de Rafael Rodr¨ªguez Rap¨²n, gran amor de Federico Garc¨ªa Lorca. Fue galardonada con cinco premios Max, uno de ellos para su autor, que obtuvo adem¨¢s el aplauso general de cr¨ªtica y p¨²blico. Apasionado de los cl¨¢sicos, ha trabajado en la adaptaci¨®n de Troyanas, de Eur¨ªpides, y cuenta en su haber con obras estrenadas en los principales teatros espa?oles, como Ushuaia, Todas las noches de un d¨ªa y El sue?o de la vida, dirigida por Llu¨ªs Pasqual, en la que part¨ªa del primer y ¨²nico acto de la pieza inacabada de Lorca Comedia sin t¨ªtulo, a?adi¨¦ndole otros dos. A todas ellas acaba de sumar ahora un nuevo ¨¦xito, La geometr¨ªa del trigo, de la que es autor, director y productor, y con la que parece haber confirmado las expectativas despertadas. Conejero ha llegado con antelaci¨®n a la librer¨ªa Los Editores, en el madrile?o barrio de Salamanca, el lugar que ¨¦l mismo ha elegido para la entrevista. Viste vaqueros y su¨¦ter negro, y, como buen t¨ªmido, se muestra algo intranquilo ante la c¨¢mara de la fot¨®grafa. M¨¢s bien bajo de estatura, destacan en su rostro los ojos rasgados, que podr¨ªan darle un aire malicioso si no fuera porque expresan cordialidad y deseo de agradar. Casado hace a?o y medio, vive entre Madrid y Girona, donde reside su marido.
Es usted licenciado en Direcci¨®n de Escena y Dramaturgia por la Real Escuela Superior de Arte Dram¨¢tico de Madrid (RESAD). Pero se ha doctorado adem¨¢s en Ciencias de las Religiones. ?No suena eso a ox¨ªmoron? S¨ª [risas]. Termin¨¦ en la RESAD, pero ten¨ªa m¨¢s hambre de universidad. Empec¨¦ un a?o de Historia y lo dej¨¦, y encontr¨¦ estos cursos de doctorado que para m¨ª fueron apasionantes porque ten¨ªamos asignaturas como ¡°El sacrificio en el Mediterr¨¢neo antiguo¡±, ¡°La muerte en la poes¨ªa francesa del siglo XIX¡±¡ Son estudios multidisciplinares. Yo me estaba preparando para hacer la tesis doctoral y era lo que necesitaba.
No s¨¦ si esos estudios le sirvieron de mucho, pero se inclin¨® usted por el teatro. Bueno, estuve nueve a?os sin escribir nada de teatro, haciendo mi tesis doctoral en el Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC). Ten¨ªa una beca de formaci¨®n del profesorado universitario, que son cuatro a?os. Luego me dieron una beca posdoctoral, y estuve como doctor contratado en Oxford, editando un manuscrito bizantino del siglo XV que estaba en la British Library. All¨ª me volvi¨® el fantasma del teatro. Pasaba el tiempo en Londres y no hac¨ªa otra cosa que ir a los teatros. Y decid¨ª que dejaba la investigaci¨®n y volv¨ªa al teatro.
Y a la poes¨ªa, ?no? Ha publicado Si descubres un incendio. S¨ª, ahora he terminado el segundo libro de poes¨ªa.
?Se vive mejor del teatro que de la poes¨ªa en Espa?a? No s¨¦ si se puede vivir del teatro. Es verdad que vivimos una especie de nueva edad dorada de la dramaturgia en Espa?a, pero yo creo que se habla muy poco de las condiciones de trabajo de los dramaturgos y de las dramaturgas. Es un oficio de mucha intemperie y de mucha invisibilidad. Hasta que alguien decide que tu obra va a estrenarse pueden pasar a?os. Y muchas veces no recibimos ninguna remuneraci¨®n por nuestro trabajo.
¡°El de dramaturgo es un oficio de mucha intemperie e invisibilidad. Hasta que alguien decide que tu obra va a estrenarse pueden pasar a?os. Y no siempre cobras¡±
Pero usted ha tenido hasta tres obras casi simult¨¢neamente en cartel en teatros importantes de Madrid. S¨ª. He tenido la enorme fortuna de que haya un p¨²blico que est¨¢ esperando a ver lo que hago, que viene de otras ciudades a ver lo que estreno, que me sigue en las redes sociales¡, y eso s¨ª que es in¨¦dito. Si los guionistas en el cine son invisibles, incluso en las grandes series de televisi¨®n que tienen millones de espectadores, pues una obra que con mucha suerte tiene decenas de miles de espectadores¡ imag¨ªnese.
?Esa situaci¨®n aboca a la solidaridad entre dramaturgos o hace m¨¢s intensos los celos y envidias entre ustedes? Yo lo que siento es el peso de la responsabilidad de escribir en la misma ciudad y en el mismo pa¨ªs en el que han escrito Valle Incl¨¢n, Garc¨ªa Lorca, Lope de Vega. Siento esa cadena de talento, de amor al teatro, esa responsabilidad respecto a los hombres y mujeres que han escrito y hecho teatro en este pa¨ªs. Y en cuanto a los compa?eros, siento que el triunfo de cualquiera de ellos es un triunfo propio.
La piedra oscura, la obra que le catapult¨® a la fama, la escribi¨® usted en 2012 con una beca del Instituto Nacional de las Artes Esc¨¦nicas y de la M¨²sica (INAEM). ?Se estren¨® gracias a la beca? No. El INAEM tiene un programa para dramaturgos emergentes y beca cada a?o a cinco o seis autores. A m¨ª la beca me ayud¨® a escribir La piedra oscura, una cosa que anhelaba desde hac¨ªa mucho. La obra no iba a ser estrenada. Pero me encontr¨¦ con Pablo Messiez, un director al que yo admiraba, y le pas¨¦ el libro. No nos conoc¨ªamos personalmente. Est¨¢bamos los dos en Buenos Aires. Lo ley¨® y desde un primer momento me dijo: ¡°Yo quiero hacer esta obra¡±.
Usted investig¨® la vida de Rafael Rodr¨ªguez Rap¨²n para escribir La piedra oscura. Pero en su obra muere fusilado por los nacionales, cuando en realidad muri¨® por heridas de combate en el hospital militar de Santander. Rafael es herido en B¨¢rcena de Pie de Concha y es trasladado al hospital militar de Santander, que a¨²n est¨¢ en manos republicanas, y ah¨ª muere desangrado por heridas en el costado. A veces, para contar una verdad honda hay que tomarse licencias po¨¦ticas. Ausentarse de lo real, del dato hist¨®rico. Es decir, la raz¨®n po¨¦tica que dec¨ªa Mar¨ªa Zambrano. Si hubiera muerto en un hospital que estaba todav¨ªa en manos republicanas, las confidencias con enfer?meros o con el doctor habr¨ªan sido entre iguales. El teatro propone siempre un encuentro catastr¨®fico, es un lugar de duda, de sacudirnos nuestras certezas. Y a m¨ª me interesaba esa licencia po¨¦tica de que Rafael¡, porque es un cambio y no es tal cambio, al final muere por las heridas de los fascistas. En mi caso, fusilado; en la realidad, en un hospital militar, pero sobre todo me interesaba su encuentro con este muchacho, Sebasti¨¢n, que es un personaje de ficci¨®n. Y eso permit¨ªa tener un ag¨®n, un intercambio dial¨¦ctico, para contar el porqu¨¦ de su existencia. Y los dramaturgos no tenemos la fidelidad al documento que tienen los historiadores.
O de los periodistas. Pero s¨ª tenemos una responsabilidad ¨¦tica muy grande. Yo la tengo para con Rodr¨ªguez Rap¨²n y su familia, para con la historia de mi pa¨ªs y para con mis conciudadanos. Y mi responsabilidad est¨¢ en que esas licencias po¨¦ticas que me tomaba tuvieran un porqu¨¦ profundo. De todo lo que pas¨® con la obra, mi mayor felicidad es que la gente recuerda qui¨¦n fue Rodr¨ªguez Rap¨²n. Esta obra le rescata del olvido.
Se podr¨ªa pensar que hace usted un gui?o a la muerte del propio Lorca. No. L¨®gicamente, Lorca sobrevolaba toda la obra, pero creo que se trataba de un juego como de mu?ecas rusas, donde Lorca era el referente m¨¢s conocido; Rafael, desconocido, y luego Sebasti¨¢n, una persona an¨®nima. Lorca es un emblema de todos los desaparecidos. Y de todas estas cuestiones sobre la b¨²squeda de Lorca, lo m¨¢s valioso es no olvidar que hay 100.000 compatriotas que siguen sufriendo violencia despu¨¦s de muertos porque no han sido enterrados, para unos cristianamente, para otros con dignidad. La sufren sus hijos, sus nietos, y la sufre un pa¨ªs que se permite tener a m¨¢s de 100.000 compatriotas enterrados en las cunetas.
Lorca es muy especial para usted. La lectura de Bodas de sangre despert¨® su vocaci¨®n teatral. Es verdad. Los libros llegan a mi casa porque de peque?o yo tengo dislexia. Y de esa primera relaci¨®n hostil con el lenguaje surge un amor, un reconocimiento, un refugio. Yo le¨ªa libros de poes¨ªa. Y de repente empec¨¦ Bodas de sangre. Nunca hab¨ªa le¨ªdo teatro antes. Me pareci¨® un milagro. Me pareci¨® que en aquellas p¨¢ginas, en aquel cuarto de un barrio del extrarradio de Madrid, suced¨ªa un prodigio. Descubr¨ª mi vocaci¨®n.
Y en alguna ocasi¨®n ha reconocido que lo considera un referente art¨ªstico y sexual. Hace un par de a?os, el diario El Mundo le inclu¨ªa entre los 50 homosexuales m¨¢s influyentes de Espa?a ?C¨®mo encaja ser referente del movimiento LGTBI? Bueno, yo siento que ha habido hombres y mujeres antes de m¨ª que han luchado por las libertades, sufriendo prisi¨®n, sufriendo escarnio, sufriendo exilio. Y creo que las nuevas generaciones tenemos la obligaci¨®n de defender esas libertades, porque hay que defenderlas cada d¨ªa. Si acept¨¦ figurar en ese listado fue porque a m¨ª me hubiera gustado, siendo adolescente, tener referentes. Me parec¨ªa que entre deportistas, presentadores y presentadoras estaba bien que hubiera un creador teatral.
Las obras de Lorca se inspiran en la Espa?a de su tiempo. Usted parece m¨¢s volcado en el pasado. Mi ¨²ltima obra estrenada, La geometr¨ªa del trigo, transcurre en la Transici¨®n. Una de las tramas, entre 1977 y 1978. La otra, en 2010. Yo creo que me voy acercando paulatinamente al presente. Lo siguiente que voy a escribir es una comedia sobre un tema muy doloroso para m¨ª, por eso he elegido la comedia para encararlo, que es el tema del alzh¨¦imer y con un desahucio de fondo. Es verdad que parte de mi dramaturgia ha sido un di¨¢logo con mis referentes. Todas las noches de un d¨ªa ten¨ªa esa deuda, bueno, esa familiaridad con el mundo de Tennessee Williams. La geometr¨ªa del trigo tiene un color m¨¢s chejoviano. La piedra oscura, l¨®gicamente, lorquiano. Soy admirador ac¨¦rrimo de Shakespeare, de Lope de Vega. Pero hay autores contempor¨¢neos que est¨¢n tambi¨¦n en mi escritura, como Harold Pinter o Edward Albee. A veces me cuelgan una etiqueta y me dicen: ¡°?Esto es muy lorquiano!¡±. Y no es que sea muy lorquiano, es que yo soy de Ja¨¦n, esa es mi infancia, ese es mi territorio. Pero, desde luego, que me acusen de lorquiano no es ning¨²n problema.
La geometr¨ªa del trigo transcurre entre Vilches y Barcelona, adonde ha emigrado una de las protagonistas. Ha dicho usted que tiene elementos autobiogr¨¢ficos, aunque su familia no emigr¨® a Barcelona, sino a Madrid. S¨ª, los tiene. Trata de un recuerdo que me cont¨® mi madre cuando yo era adolescente. Uno de los personajes femeninos, Consuelo, se llama como mi abuela materna. Y todos los espacios son los de mi infancia. Siento que con esta obra estoy cuidando un v¨ªnculo con mi tierra que para m¨ª es muy poderoso y que me conecta con mis abuelos y mis bisabuelos, a los que no conoc¨ª. Pero yo soy un madrile?o del sur o un andaluz de Madrid. Mi identidad ya es h¨ªbrida. Veo siempre la identidad como un camino, no como un puerto de llegada. Desconf¨ªo mucho de las identidades cerradas y de la defensa de las identidades cerradas. Creo que estamos en un momento en el que hay demasiada gente aupada en identidades cerradas. Me parece muy peligrosa la servidumbre de los creadores a ciertas corrientes identitarias.
?Y c¨®mo ve la situaci¨®n de sus paisanos en Catalu?a con el auge del separatismo? En la cuesti¨®n catalana yo creo que hay que asumir que todos vamos a tener que renunciar a algo. Y seguramente en esa renuncia aprenderemos a estar mejor juntos y a ser mejores. En mi caso, siendo andaluz, viviendo en Madrid, con la mitad de la residencia en Girona, mi concepto del Estado es plural. Donde caben distintas sensibilidades e identidades.
¡°Me siento orgulloso de Machado, de Mar¨ªa Zambrano, de Cernuda, de Falla, de que seamos un pa¨ªs con una tasa de donaci¨®n de ¨®rganos tan alta. Pero las banderas¡¡±
?Y no es as¨ª ya Espa?a? Yo echo en falta una asignatura que se hubiera llamado, por ejemplo, Lenguas y Culturas del Estado en la educaci¨®n p¨²blica. La Transici¨®n se hizo como se pudo, pero habr¨ªa sido mejor, no digo estudiarlas, sino explicar las lenguas del Estado para lograr que la gente tenga un acercamiento afectivo a ellas. Para m¨ª [Joan Salvat] Papasseit o [Joan] Margarit son poetas tan espa?oles como Cernuda y Garc¨ªa Lorca. Pienso que en un lado y otro ha habido gente intentando entender la identidad como un lugar ¨²nico, cuando yo creo que la identidad en este pa¨ªs forzosamente ha de ser plural. Siento que este pa¨ªs ser¨¢ mejor cuando aprendamos a estar juntos en la diferencia, desde la empat¨ªa y la solidaridad. Pero creo que los territorios no tienen derechos. Los derechos los tienen los seres humanos. Y me parece que la lucha identitaria est¨¢ desplazando a la lucha de clases. Una kelly que limpia una habitaci¨®n por cinco euros en Barcelona y otra en Sevilla tienen mucho m¨¢s en com¨²n de lo que ciertos discursos quieren hacer parecer. Me preocupa la igualdad social, la educaci¨®n. Y no he nacido con una idea del patriotismo. Me siento orgulloso de Machado, de Mar¨ªa Zambrano, de Cernuda, de Falla, de que seamos un pa¨ªs con una tasa de donaci¨®n de ¨®rganos tan alta. Pero las banderas¡
A los teatros de Madrid llegan muchas obras de Catalu?a. ?Ocurre lo mismo a la inversa? Solo puedo hablar de mi experiencia. La piedra oscura se hizo en el Teatre Lliure; Troyanas, en el Grec. Todas las noches de un d¨ªa va al teatro Romea de Barcelona.
?Y hacen suficientes giras por Espa?a las grandes producciones? No. Hace falta una transformaci¨®n profunda del INAEM, para que los espect¨¢culos puedan hacer giras. Si el Centro Dram¨¢tico Nacional lo es, esos espect¨¢culos tienen que viajar por toda la geograf¨ªa porque el se?or que paga sus impuestos en Andaluc¨ªa o en Extremadura tiene el mismo derecho que los dem¨¢s a disfrutar de esos espect¨¢culos. Los centros nacionales que tienen su sede en Madrid deber¨ªan hacer un esfuerzo porque eso hace pa¨ªs.
Los montajes teatrales son caros, y en el sector privado no existe nada parecido a aquellas compa?¨ªas m¨ªticas, como la de Margarita Xirgu. Es complicado. Por ejemplo, La geometr¨ªa del trigo la he producido yo. He invertido todos los ahorros para contar esta historia porque ten¨ªa necesidad de hacerlo. Y, aun llenando a diario, no voy a recuperar ni la m¨ªnima parte del dinero que he destinado. La remuneraci¨®n espiritual es muy alta, pero hacer teatro privado en este pa¨ªs es casi suicida, y m¨¢s para una productora, en este caso la m¨ªa, novel. Pero yo creo que la queja es un lugar reaccionario. Siento que la insatisfacci¨®n ha de ser una p¨¦rtiga para la acci¨®n. Procuro no caer en discursos de queja si no est¨¢n acompa?ados del intento. Ahora he invertido y puedo quejarme. Pero hay que contextualizar las fatigas del teatro, porque lo son, pero en un momento tan cr¨ªtico del mundo, con tanto dolor, con tanta desigualdad, con tantas sombras por ah¨ª surgiendo, yo creo que quienes nos dedicamos a esto de seguir convocando a hombres y mujeres en un espacio f¨ªsico, no virtual, a compartir una historia, a conmovernos, tenemos que hacerlo desde un lugar que no sea condescendiente, pero que sea vivo. Creo en un teatro profundamente humanista. Y ese regalo que a m¨ª se me dio cuando alguien me puso Bodas de sangre en las manos y me cambi¨® la vida para siempre, yo quiero compartirlo, incluso con la gente que no sabe a¨²n que ama el teatro.?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.