Iglesia vasca y ETA, una relaci¨®n t¨®xica
La vinculaci¨®n del clero con la banda terrorista se remonta a 1962 y fue reconocida por los obispos en 2018. Una detallada investigaci¨®n reconstruye aquella ambigua complicidad
La lenta reconstrucci¨®n de las d¨¦cadas de pesadilla del Pa¨ªs Vasco en marcha desde hace algunos a?os tiene muchos ¨¢ngulos, y uno de ellos, poco frecuentado, es el papel de la Iglesia vasca. La propia jerarqu¨ªa es muy consciente: el d¨ªa en que ETA hizo p¨²blico un comunicado pidiendo perd¨®n, en abril de 2018, los obispos vascos reconocieron ¡°complicidades, ambig¨¹edades, omisiones por las que pedimos sinceramente perd¨®n¡±. Ahora bien, no dijeron cu¨¢les son, y un libro recientemente publicado las enumera exhaustivamente. Tiene un t¨ªtulo provocador, que no ha hecho mucha gracia en la Iglesia vasca: Con la Biblia y la Parabellum. Cuando la Iglesia vasca pon¨ªa una vela a Dios y otra al diablo (Pen¨ªnsula). El autor es el periodista vasco Pedro Ontoso, veterano de El Correo, y aporta una mole de datos e historias que sacuden la memoria sobre una relaci¨®n muy t¨®xica que a¨²n no ha sido suficientemente explicada.
El libro nace de una pregunta que siempre ha atormentado a Ontoso y que formula tomando un caf¨¦: ¡°?C¨®mo en un pa¨ªs tan cat¨®lico puede haber surgido una ideolog¨ªa tan totalitaria? Creo que el maridaje de pol¨ªtica y religi¨®n ha sido muy negativo. A Dios se le sustituy¨® por la patria, la patria se convirti¨® en un ¨ªdolo, algo que no corrigieron los obispos. Y en un momento dado se exigen sacrificios, se mata y se muere por la patria. Hab¨ªa que cortarlo. La Iglesia ya debi¨® plantarse en 1977, tras la amnist¨ªa. Luego siguieron otras ocasiones perdidas. Decidieron no meterse en l¨ªos y el monstruo fue creciendo¡±.
La historia viene de muy lejos, claro. En el Pa¨ªs Vasco, la identificaci¨®n entre religi¨®n y pueblo es muy fuerte. Ya en las guerras carlistas hubo mucho cura violento. ¡°La clave es la Guerra Civil, el clero vasco pierde la guerra. Sufre represalias, muchos curas van a prisi¨®n, y luego la Iglesia fue un paraguas de la oposici¨®n. Adem¨¢s es la Iglesia la que hace pervivir el euskera¡±, explica. El libro recorre hitos olvidados. La primera asamblea de ETA se celebr¨® en 1962 en el monasterio benedictino franc¨¦s de Belloc. La cuarta, la primera en Espa?a, en una casa de los jesuitas en Getaria. El primer asesinato planeado por la banda, el de Melit¨®n Manzanas, en 1968, se prepar¨® en casa del p¨¢rroco de Zeberio y en el convento de los sacramentinos de Areatza, en Bizkaia. Un exmonje benedictino, Eustakio Mendizabal, Txikia, fue jefe de ETA y sanguinario pistolero. Muri¨® en un tiroteo. En 1969 varios sacerdotes y religiosos ayudaron a huir a un etarra herido en Orozko que hab¨ªa matado a un taxista en su fuga. Fueron detenidos tres y tambi¨¦n el vicario del obispado de Bilbao, Jos¨¦ ?ngel Ubieta. Ontoso ha buscado a una hija del fallecido y le cuenta que la Iglesia, ¡°m¨¢s que ayudarnos, se dedic¨® a proteger a los suyos¡±. Todo esto como ejemplo de la vela puesta al diablo.
En cuanto a la otra vela, la de Dios, el libro desmenuza el largo camino de silencio de la Iglesia vasca con el terrorismo. ¡°La gran llaga de la Iglesia vasca es que tardaron mucho en llegar a las v¨ªctimas¡±, opina Ontoso. Con todo, rompe una lanza por monse?or Seti¨¦n, cree que se le ha demonizado en exceso. Los obispos ni siquiera mencionaban la palabra ETA: la primera vez fue en un documento de 1984. Tampoco oficiaban funerales, una praxis que rompi¨® Ricardo Bl¨¢zquez en 1997, siendo obispo de Bilbao, con Miguel ?ngel Blanco. A una parte del clero aquello no le gust¨®, y tampoco a ETA, que lo hizo saber. ¡°La izquierda abertzale y ETA han tenido siempre el c¨¢lculo pol¨ªtico de que necesitaban a la Iglesia¡±. De hecho, ETA nunca toc¨® a la Iglesia, salvo los capellanes castrenses en atentados a militares. Lo m¨¢s cerca que estuvo fue con el asesinato en 1985 de un taxista de Bermeo que result¨® ser primo del obispo de San Sebasti¨¢n Juan Mar¨ªa Uriarte, pero es que la banda se enter¨® luego del parentesco. Por ese c¨¢lculo, ETA ha avisado cada vez que cre¨ªa que la Iglesia no era neutral. En 2001, cuando se reunieron 50.000 personas a rezar por la paz en Armentia, ?lava, el bolet¨ªn de la banda advirti¨®: ¡°Ver que quien deb¨ªa ser mediador y testigo est¨¢ trabajando a favor de una de las partes del conflicto no favorece su neutralidad¡±.
Porque la Iglesia siempre ha tenido un papel importante en casi todas las conversaciones con ETA. ¡°Ha estado mucho m¨¢s en primera l¨ªnea de lo que parece. La Iglesia era de fiar, para las reuniones nunca se piensa en un sitio civil, en un hotel; se van a Santa Mar¨ªa de Mave, en Palencia; a Loiola¡¡±. En todos los intentos de conversaciones con ETA siempre aparece un hombre de la Iglesia. Ontoso en su libro recorre numerosos casos desde 1976. En 1984, Felipe Gonz¨¢lez lo hizo a trav¨¦s del jesuita Jos¨¦ Mar¨ªa Mart¨ªn Patino. Y Aznar, tras la tregua del Pacto de Estella, en 1998, acept¨® como mediador a monse?or Uriarte, propuesto por ETA. Fracas¨®, pero gan¨® prestigio y volvi¨® a mediar en 2006. Y as¨ª hasta el final.
¡°La gran llaga es que tardaron mucho en llegar a las v¨ªctimas¡±
Pedro Ontoso, autor de Con la Biblia y la Parabellum
Ampliando el campo de visi¨®n se llega al Vaticano, otro cruce de relaciones que Ontoso disecciona a lo largo de los a?os. Desde los primeros e infructuosos intentos del PNV por ser recibidos en Roma ¡ª?solo lo consigui¨® Urkullu en 2017¡ª hasta los contactos vascos en la Santa Sede: Laboa, Arrupe, el cardenal Etchegaray. Pero a Ontoso tambi¨¦n le interesa el papel de los simples creyentes y hay una historia muy desconocida, la del industrial Jes¨²s Guibert, secuestrado por ETA en 1983. Al despedirse, propuso a sus captores que quedaran otro d¨ªa para hablar, que ten¨ªan que abandonar las armas. Al final ETA le llam¨® para ser mediador de otro secuestro y un etarra lleg¨® a contactarle en 1989 porque necesitaba dinero para huir de la banda y rehacer su vida: le dio ocho millones de pesetas. Luego fue mediador del Gobierno socialista en 1985 y 1986.
Este an¨¢lisis destaca dos funciones positivas de la Iglesia que no se ven tanto. Una es el movimiento pacifista: Gesto por la Paz naci¨® en ambientes cristianos de base. Tanto que en la primera manifestaci¨®n, en 1983, improvisaron la pancarta con el reverso de una que ten¨ªan y en la que se le¨ªa: ¡°S¨ª al celibato opcional¡±. Fue de estudiantes de la Universidad de Deusto, de los jesuitas. Otros sacerdotes llevaron escolta por participar en colectivos como Basta Ya, el Foro de Ermua y el Foro El Salvador. Y cinco curas se apuntaron en 2003 en las listas de PP y PSOE en Bizkaia como gesto de solidaridad, aunque ignorados por la jerarqu¨ªa.
El segundo punto oculto son los curas que han trabajado en las c¨¢rceles, una labor silenciosa pero profunda. El libro descubre historias muy desconocidas, como la del claretiano Josu Zabaleta, que se hizo miles de kil¨®metros por c¨¢rceles hablando con etarras. La Iglesia tambi¨¦n tiene un papel muy importante en la llamada v¨ªa Nanclares de reinserci¨®n. Ha sido una forma de cerrar un c¨ªrculo infernal. Hist¨®ricos de ETA como Txelis o Carmen Guisasola entraron en ETA casi por compromiso cristiano y salieron por lo mismo. Con un cura al lado al entrar y al salir.
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