No maltraten los parques infantiles
Coincidiendo con el verano, las zonas verdes urbanas acogen conciertos multitudinarios en los que tanto promotores como asistentes demuestran la falta de conciencia c¨ªvica
Se nota que ha empezado el verano y no solo por el incremento de las temperaturas, sino tambi¨¦n por el aumento en el n¨²mero de personas que disfrutan durante estos d¨ªas de los parques y las zonas verdes de las ciudades. Madrid, mi ciudad, supera las 6.000 hect¨¢reas entre parques urbanos, jardines, parques forestales y zonas verdes, lo que supone que a cada persona le corresponden unos 18 metros cuadrados de zonas verdes p¨²blicas para su disfrute, seg¨²n la memoria de actividades de los servicios de la Direcci¨®n General de Zonas Verdes, Limpieza y Residuos del 2013. Este dato hace que la capital se encuentre por encima de los 10 o 15 metros cuadrados de zonas verdes por persona que la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) recomienda debe tener una gran urbe.
El de mi barrio es un parque vivo, din¨¢mico y acogedor que, con la llegada del buen tiempo, se muestra generoso con el visitante que quiere disfrutar de ¨¦l. Un espacio que, a lo largo de estos meses estivales, se convierte en el lugar id¨®neo para que grandes y peque?os paseen, hagan running, monten en bicicleta o intenten la escalada. Un lugar que favorece que las familias realicen actividades conjuntas, los adolescentes y j¨®venes practiquen deporte y que los mayores charlen y disfruten al aire libre.
Pero en ¡°mi parque¡±, no todo es ideal. Coincidiendo tambi¨¦n con estos meses de verano, esta zona verde acoge conciertos multitudinarios en los que tanto promotores como asistentes demuestran la falta de conciencia c¨ªvica no solo en el trato de los residuos que generan, sino tambi¨¦n en los decibelios empleados para el desarrollo de los conciertos, quebrantando el sue?o de los due?os de las viviendas m¨¢s cercanas. Los d¨ªas durante los cuales tienen lugar este tipo de macrofiestas, es habitual encontrar vasos de pl¨¢stico, envoltorios de comida, servilletas de papel, etc¨¦tera. repartidos por el c¨¦sped. Adem¨¢s, de haber zonas del parque con acceso limitado para los vecinos, que dejan de poder pasear por cualquiera de sus hect¨¢reas como lo har¨ªan en cualquier otro momento del a?o, salvo si han pasado previamente por taquilla. Pr¨¢cticas alejadas de lo que marca la Ordenanza General de Protecci¨®n del Medio Ambiente Urbano de Madrid y recogidas en el art¨ªculo 206 de la misma: ¡°Los lugares a que se refiere la presente Ordenanza, por su calificaci¨®n de bienes de dominio y uso p¨²blico, no podr¨¢n ser objeto de privatizaci¨®n de su uso en actos organizados que por su finalidad, contenido, caracter¨ªsticas o fundamento, presuponga la utilizaci¨®n de tales recintos con fines particulares en detrimento de su propia naturaleza y destino¡±. Usos que, por lo tanto, poco o nada tienen que ver con los ser¨ªan los deseables para una zona verde
En este parque, uno de los m¨¢s extensos de la capital, es habitual tambi¨¦n ver a numerosos perros sueltos en cualquier momento del d¨ªa, sin correa ni la presencia cercana de sus due?os. Y esto es as¨ª aunque la normativa vigente en la ciudad de Madrid se?ala que, ¡°en los parques y jardines, sin perjuicio del horario de cierre de cada uno de ellos, podr¨¢n estar sueltos entre las 19 y 10 horas en el horario oficial de invierno, y entre las 20 y 10 horas en el horario oficial de verano, quedando exceptuadas las zonas de recreo infantil, de mayores y otras ¨¢reas en las que figure expresamente la prohibici¨®n de su acceso. En el horario restante, los perros deber¨¢n ir provistos de correa¡±.
Recientemente, una de estas mascotas sali¨® a mi encuentro, provocando la brusca interrupci¨®n de mi carrera y un considerable susto. Desde bastante lejos, vi a la due?a que corr¨ªa tambi¨¦n hacia m¨ª. Pens¨¦ que ven¨ªa a poner la correa a su perro y, al menos, se disculpar¨ªa por el suceso. Mi sorpresa fue may¨²scula cuando, en cambio, al ponerse a mi altura, su comentario fue de desagrado y disgusto porque ¡°est¨¢bamos (los humanos) por todas partes y tambi¨¦n en este parque, pues ella ya no pod¨ªa estar a gusto en El Retiro, lleno por todas partes de personas¡±. La normativa dice que, ¡°en cualquier caso, los propietarios o tenedores de los perros deber¨¢n mantener control sobre ellos a fin de evitar tanto las molestias o da?os a las personas y a los dem¨¢s animales, como el deterioro de bienes o instalaciones p¨²blicas. Para ello deber¨¢n mantener el perro a la vista a una distancia que permita la intervenci¨®n en caso necesario¡±. El resultado es que la falta del cumplimiento de las normas por parte de muchos propietarios de mascotas est¨¢ haciendo verdaderamente complicado el disfrute de estas zonas verdes por parte de ¡°todos¡± los vecinos.
Tambi¨¦n, desde hace algunos a?os, este parque, como muchos otros, se ha convertido en el sitio ideal para la celebraci¨®n de todo tipo de eventos familiares o de reuniones de amigos, entre los que cabe resaltar las fiestas infantiles de cumplea?os. Y es que este tipo de festejos ha evolucionado. Cuando era peque?a, los ¡°cumples¡± se celebraban en casa de los amigos; posteriormente, se abrieron ¡°parques de bolas¡±, donde los ni?os y ni?as disfrutaban tir¨¢ndose por toboganes, lianas, etc. Ahora, lo que est¨¢ realmente en boga es desplegar la mesa de merendero, abrir las sillas de la playa, anudar banderitas de celebraci¨®n de unos ¨¢rboles a otros y, si se puede, montar un peque?o escenario donde un payaso o un acr¨®bata mantendr¨¢ entretenidos a los invitados.
Sobre el mantel, patatas fritas, s¨¢ndwiches variados, aceitunas, tortilla de patatas, agua, refrescos, alguna que otra cerveza para los padres y madres y¡ hasta tarta de cumplea?os. Un momento de ocio que, sin duda, facilita la ¡°sociabilizaci¨®n¡± entre los adultos y el juego entre los ni?os y ni?as. Tiempo de disfrute que, en ¨¦pocas de calor, permite a los m¨¢s peque?os ir en ba?ador y chancla ¡°piscinera¡±, provistos de pistolas de agua o globos hinchables que rellenar¨¢n de manera continua en una fuente cercana. Sin duda, a priori, una gran idea para disfrutar de nuestros parques. Sin embargo, el resultado final son restos de comida esparcidos por la hierba, pedazos de globos (pl¨¢sticos) dispersos por todas partes y un gran charco de agua estancada alrededor de la fuente como consecuencia del uso indiscriminado de este preciado recurso natural que, por otra parte, es costeado por todos los que vivimos en la ciudad.
Una escena, en definitiva, que poco o nada tiene que ver con el ejemplo y la ense?anza que los padres deber¨ªan (y seguro querr¨ªan) transmitir a sus hijos sobre cuestiones medioambientales que haga de los m¨¢s j¨®venes futuros adultos comprometidos con el medio ambiente y con la sociedad, en general. No obstante, esa educaci¨®n pasa tambi¨¦n por el conocimiento y puesta en pr¨¢ctica, entre otros, de la correcta utilizaci¨®n de las fuentes dedicadas a beber en los espacios p¨²blicos, recogida en el art¨ªculo 217, del cap¨ªtulo VI ¡°Protecci¨®n del mobiliario urbano¡± de la Ordenanza General de Protecci¨®n del Medio Ambiente Urbano. Dicha normativa se?ala claramente que ¡°los usuarios deber¨¢n abstenerse de realizar cualquier manipulaci¨®n en las ca?er¨ªas y elementos de la fuente que no sean las propias de su funcionamiento normal, as¨ª como la pr¨¢ctica de juegos en las fuentes de beber. En las fuentes decorativas, surtidores, bocas de riego, etc., no se permitir¨¢ beber, utilizar el agua de las mismas, ba?arse o introducirse en sus aguas, practicar juegos, as¨ª como toda manipulaci¨®n de sus elementos¡±.
En 2015, la ONU aprob¨® la Agenda 2030 sobre el Desarrollo Sostenible, una oportunidad para que los pa¨ªses y sus sociedades emprendan un nuevo camino con el que mejorar la vida de todos. Una iniciativa que cuenta con 17 objetivos de Desarrollo Sostenible, que incluyen desde la eliminaci¨®n de la pobreza hasta el combate contra el cambio clim¨¢tico, la defensa del medio ambiente o el dise?o de nuestras ciudades. Precisamente, el programa dedica su punto 11 a las ciudades y comunidades sostenibles, grandes urbes que en 2030 acoger¨¢n a cerca de 5.000 millones de personas. Sin duda, estamos obligados a mejorar la gesti¨®n urbana, para que estos espacios sean m¨¢s inclusivos, seguros y sostenibles. Y para conseguirlo, es necesario promover espacios de verdadera convivencia. Hagamos, por lo tanto, de las zonas verdes de nuestras ciudades aut¨¦nticos lugares que creen comunidades comprometidas con su entorno y sus vecinos.
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