Democracias a balazos
Aunque Am¨¦rica Latina registre per¨ªodos de prosperidad macroecon¨®mica seguir¨¢ padeciendo la lacra de los gobernantes milagreros, abundantes cuando el electorado procesa desencanto e ignorancia
![Im¨¢gen de archivo en la que unos agentes recogen el cuerpo de un hombre asesinado en Natal (Brasil).](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/6WYIZ4VNMRPVUHZKZYPZJ4WYUM.jpg?auth=a1fb4e59195ad894a0abd0aa61ca391e5700092f3a4d9be657aef83f03d9978e&width=414)
Afortunadamente, el decreto de Bolsonaro que facilitaba la tenencia de armas de fuego fue derrotado en el Senado por algo parecido a la sensatez. La orden presidencial revela hasta qu¨¦ punto la consolidaci¨®n de la democracia en Am¨¦rica Latina y el apego de sus ciudadanos al Estado de derecho pasan por la dr¨¢stica disminuci¨®n de la delincuencia e impunidad, primas hermanas del populismo y el desgobierno. Son los grandes problemas de un subcontinente escasamente comprometido con el respeto al pr¨®jimo, contaminado por virus culturales muy arraigados.
Los niveles de inseguridad y violencia metropolitanos son tan corrosivos que detraen recursos, lastran inversiones e impiden el afianzamiento del pluralismo en libertad. La soluci¨®n no pasa por la venta de pistolas sino por la construcci¨®n de sociedades que equilibren las abismales diferencias entre los de arriba y los de abajo. Aunque esa cimentaci¨®n es improbable a medio plazo, no hay otra v¨ªa para evitar el fracaso de los c¨ªclicos programas oficiales contra la inseguridad concebidos por oleadas de pol¨ªticos miopes.
El miedo es un problema de Estado en Latinoam¨¦rica: miedo al asalto callejero, a la violaci¨®n, al secuestro, a la extorsi¨®n, al taxista, a la noche. Independientemente de los asociados al narcotr¨¢fico y a las secuelas del terrorismo guerrillero y paramilitar, la comisi¨®n de delitos galopa en los pa¨ªses donde casi el 50% de sus habitantes vive en la pobreza, bajo administraciones incapaces de avanzar en la lucha contra el hampa y el saqueo de las arcas p¨²blicas.
La mayor¨ªa de los delincuentes nace en familias desestructuradas, vela armas en barrios insalubres y llega a la adolescencia sin distinguir entre el bien y el mal. Las migraciones interiores y la desorganizada urbanizaci¨®n, sin empleo ni servicios, aceleraron los guetos y pandillas en Tegucigalpa, Caracas, San Salvador, Acapulco, R¨ªo de Janeiro, San Pedro Sula, M¨¦xico, Guatemala, Manaos, Cali o Tijuana.
El subcontinente concentra el 8% de la poblaci¨®n mundial, y el 33% de sus asesinatos. La desconfianza es sintom¨¢tica: apenas el 10% de los delitos es denunciado, se investiga el 7% y un tercio de esa peque?ez pasa al olvido. La delincuencia responde a fallos sociales e institucionales que el populismo quiere resolver pervirtiendo las estructuras de Estado con la expedici¨®n de licencias para matar.
Aunque Am¨¦rica Latina registre per¨ªodos de prosperidad econ¨®mica, a remolque del precio de las materias primas, seguir¨¢ padeciendo la lacra de los gobernantes milagreros, abundantes cuando el electorado procesa desencanto e ignorancia. Sus democracias ser¨¢n fr¨¢giles mientras no se grad¨²en en pacifismo y decencia. La impaciencia pol¨ªtica no es el camino. Cada legislatura busca resultados r¨¢pidos cuando la probidad y el respeto son platos de cocci¨®n lenta que se sirven maridando el crecimiento del PIB con la libertad y la justicia.
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