La imagen de Rusia
El m¨¦rito de Putin ha consistido en asumir el riesgo de una pol¨ªtica exterior restauradora, neoestaliniana, potenciando el nacionalismo que parec¨ªa perdido
Entre marzo y agosto, el museo Nuevo Tretyakov de Mosc¨² alberga una magna exposici¨®n de Ilya Repin, el m¨¢s famoso de los pintores rusos del 900. De formaci¨®n acad¨¦mica, Repin supo reflejar en sus cuadros, entre la d¨¦cada de 1860 y su muerte en 1930, la convulsa trayectoria de una sociedad en intenso proceso de cambio, sometida a una ciega autocracia. Desde sus comienzos, figur¨® entre aquellos que rompieron con el arte oficial y organizaron en libertad sus exposiciones como itinerantes. Su primer aldabonazo, Los bateleros del Volga, fue un manifiesto populista, al expresar el sufrimiento y la protesta larvada de los forzados de la sirga, al arrastre de los barcos contra corriente. Seguir¨ªan a lo largo de d¨¦cadas la denuncia de una religiosidad degradada, en la procesi¨®n de Kursk, de las deportaciones, de la ejecuci¨®n de los opositores, el resplandor de la reuni¨®n de conspiradores. La revoluci¨®n iba gest¨¢ndose.
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Otro hito en su obra, el asesinato por Iv¨¢n el Terrible de su hijo, respond¨ªa al "esp¨ªritu de crueldad" que sigui¨® al atentado contra Alejandro II. Repin fue admirador y amigo de Tolstoi, de quien dej¨® una espl¨¦ndida serie de retratos, tal vez la dimensi¨®n m¨¢s sobresaliente de su obra, culminando en el de Mussorgsky al borde de la muerte. En sus ¨®peras, el m¨²sico hab¨ªa descrito como nadie el desgarramiento que presidiera la historia rusa, cuyas im¨¢genes Repin nos transmite asimismo hasta alcanzar su fase ag¨®nica; lo cual no le impidi¨® prestar tributo a la fama y al dinero, en los grandes encargos oficiales y en los retratos de arist¨®cratas.
Amaba a "nuestra" Rusia, deseaba un cambio pol¨ªtico y salud¨® con entusiasmo la revoluci¨®n fallida de 1905. De nuevo lo hizo ante la democr¨¢tica de febrero del 17, con un espl¨¦ndido retrato de Kerensky y una mezcla de ilusi¨®n y cautela: "temo que no sea m¨¢s que un sue?o", escribi¨®. As¨ª fue. Sus representaciones de los bolcheviques, por vez primera ahora exhibidas en Rusia, subrayan la brutalidad, casi la animalidad, de los revolucionarios. Al independizarse entonces Finlandia, la residencia de Repin qued¨® fuera de Rusia, con ¨¦l en la miseria, neg¨¢ndose a regresar a su patria salvo ocasionalmente.
Stalin advert¨ªa con raz¨®n que en Rusia hab¨ªa faltado la democracia parlamentaria y ello favoreci¨® a los comunistas. ?D¨®nde buscar entonces por Repin el referente de la libertad? Primero hab¨ªa sido el regreso a un pasado rural id¨ªlico que con otros artistas (Serov, Vroubel) encontr¨® en la finca de Abramtsevo, un para¨ªso construido gracias al mecenas Mamontov. Luego el testigo pasa a la escena antigua del rechazo por unos cosacos bastante b¨¢rbaros frente a la pretensi¨®n de soberan¨ªa del sult¨¢n otomano. Fr¨¢gil asidero para la libertad. Al llegarle la muerte, Repin segu¨ªa d¨¢ndoles vueltas a sus cosacos zaporongos.
El museo Nuevo Tretyakov de Mosc¨² alberga una magna exposici¨®n de Ilya Repin, el m¨¢s famoso de los pintores rusos del 900
Signo de los tiempos, no hay en la exposici¨®n cat¨¢logos ni hojas informativas en otro idioma que no sea el ruso. Repin es presentado como honor de la patria, en el marco del actual resurgimiento nacionalista. No olvidemos que Vladimir Putin, autoritario y represivo como formado en la KGB, es sobre todo un firme nacionalista, empe?ado en recomponer una URSS a cuyo hundimiento asisti¨® con dolor. Es hombre muy inteligente, que prefiere avanzar paso a paso: primero Chechenia, luego Georgia, Crimea y Donbass. Siguiente etapa, desestabilizaci¨®n de Ucrania, con los nuevos gaseoductos como arma de empobrecimiento. Para Putin no hay invasiones, sino regreso a Rusia. Lo explica con una f¨¢bula: el oso es el amo de la taiga y no permite que nadie entre en ella ni le dispute ese dominio. De ah¨ª la licitud de la guerra por todos los medios para semejante reconquista, sin preocuparse del Derecho Internacional.
Los tres procesos superpuestos que retrat¨® Ilya Repin ¡ªla autocracia y su poder militar, el progreso econ¨®mico e intelectual, la protesta popular¡ª, desembocaron en el carril ¨²nico de las dictaduras sucesivas de Lenin y Stalin. Fue un poder totalitario que bajo Stalin recuper¨® el impulso imperialista de los zares, con una industrializaci¨®n acelerada donde persist¨ªa un grado muy alto de explotaci¨®n obrera. En el plano est¨¦tico, el realismo socialista fue el emblema del callej¨®n sin salida en que va a encontrarse el sistema sovi¨¦tico, aun cuando la agresi¨®n de Hitler le proporcionara un enorme triunfo, consolidando una dictadura con visos de eternidad. Finalmente, la inferioridad tecnol¨®gica respecto de Occidente, la obsolescencia del r¨¦gimen y el fracaso militar (Afganist¨¢n), provocaron su inesperado desplome.
El m¨¦rito de Putin ha consistido en asumir el riesgo de una pol¨ªtica exterior restauradora, neoestaliniana, potenciando el nacionalismo que parec¨ªa perdido. El culto de la personalidad reaparece con fuerza. Bajo el Estado, prospera un capitalismo favorecido por inversiones europeas y, como en tiempos de Repin, vuelve la pobreza al pueblo. Aupado en la opini¨®n p¨²blica, que sigue a?orando a Stalin y a la URSS, desde 2014 asume el reto de disputar la hegemon¨ªa a Washington. Para ello precisa neutralizar a Europa y disgregarla, inutilizando a la OTAN. Es un juego de billar a tres bandas ¡ªexpansi¨®n, pulso a EE UU, anti-Europa¡ª, y en eso est¨¢. Con un respaldo popular expl¨ªcito de que carecieron el zarismo y la dictadura sovi¨¦tica.
Antonio Elorza es profesor de Ciencia Pol¨ªtica.
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