Tup¨ª: una historia de coraje y determinaci¨®n ind¨ªgena
Esta joven de la Amazonia encontr¨® en sus propias ra¨ªces la fuerza para superar un pasado de violencia sexual, f¨ªsica y psicol¨®gica. Su historia es la quinta de la serie 'Rainforest Defenders', que presenta a j¨®venes l¨ªderes que luchan por la conservaci¨®n de los bosques
Al igual que las cicatrices se acumularon en la corteza de las seringueiras (¨¢rboles del caucho, Hevea Brasiliensis) a lo largo de la Amazonia, los ind¨ªgenas cargan sobre su cuerpo heridas profundas, que vienen de muy antiguo. La primera amenaza industrial de dimensi¨®n catastr¨®fica que se abati¨® sobre este territorio fue la fiebre del caucho (de 1879 a 1912), que rompi¨® un fr¨¢gil equilibrio entre el ser humano y la naturaleza exuberante de la selva, alcanzado con el esfuerzo de siglos de adaptaci¨®n y simbiosis. La extracci¨®n masiva de caucho signific¨® el abuso, la esclavitud e incluso el exterminio de aldeas ind¨ªgenas enteras.
Hoy, por todas partes, entre los diversos pueblos originarios y dem¨¢s poblaciones que viven sobre la ribera del r¨ªo Tapaj¨®s y afluentes, se puede observar el da?o inmenso que la extracci¨®n industrial de sus ricos recursos naturales trajo a sus modos de vida originarios. La modernidad caus¨® la quiebra de su ecosistema, adaptado en equilibrio a esta tierra f¨¦rtil y la vez salvaje.
Aqu¨ª nunca fue f¨¢cil vivir. A pesar del impacto devastador de la masacre de la colonizaci¨®n, los ind¨ªgenas manejaron sabiamente su relaci¨®n con la naturaleza, y alcanzaron a seguir viviendo en armon¨ªa con ella durante cientos de a?os. Revueltas como la del Cabanagem (1835-1840) en el Gran Par¨¢, fueron enormes actos de resistencia de muchos ind¨ªgenas que guerrearon por el ideal de recuperar una libertad robada por el opresor, pero acabaron en un verdadero genocidio, incluida la extinci¨®n de los pueblos Mur¨¢ y Mau¨¨. Esto signific¨® una amenaza sistem¨¢tica para la supervivencia de otras comunidades ind¨ªgenas, y provoc¨® que abandonasen sus culturas, sus lenguas y sus tradiciones, especialmente como consecuencia de la influencia violenta de los misioneros que les planteaban un dilema terrible: o se convert¨ªan al cristianismo, negando su cultura y sus ra¨ªces ancestrales, o mor¨ªan.
Hoy, a orillas del r¨ªo Tapaj¨®s, junto con otros pueblos ind¨ªgenas de la regi¨®n, habitan los tupinamb¨¢s, resistiendo y protegiendo su patrimonio ambiental, territorial y cultural. Tienen como principal bandera de lucha la demarcaci¨®n de su territorio, hoy situado en la Reserva Extractiva Tapaj¨®s-Arapiuns, en el municipio de Santar¨¦m.
La resistencia tupinamb¨¢ contra el proceso de colonizaci¨®n al que fueron sometidos se expresa de diversas maneras, desde el mantenimiento del v¨ªnculo con la naturaleza, creencias y costumbres, hasta en sus narrativas orales, que a¨²n no registran los libros de historia. Hoy defienden que la voz de su pueblo resuene en todos los espacios, y reclaman que su protocolo de consulta sea respetado, y que todos los pueblos tradicionales puedan seguir navegando y aliment¨¢ndose del r¨ªo, mantenidos y protegidos por lo que consideran que son sus lugares sagrados.
El antrop¨®logo Claude Levy-Strauss afirm¨® con rotundidad, en su obra maestra Tristes tr¨®picos (1955), que la modernidad viol¨® toda virginidad ind¨ªgena, incluso la m¨¢s remota. El mito del ind¨ªgena inmaculado es un fantasma que solo persiguen algunos antrop¨®logos rom¨¢nticos o viajeros despistados. Desapareci¨® para siempre, hace ya mucho tiempo.
La aldea de San Francisco, dentro de la ResEx Tapaj¨®s-Arapiuns, es un buen ejemplo de todo esto. Es en este territorio, y en el ir y venir entre la aldea y la ciudad, donde lucha por reconstruirse Tup¨ª, una joven mujer ind¨ªgena. En ella se explicitan algunas de las heridas y violencias que persisten entre las comunidades amaz¨®nicas en la ribera del r¨ªo Tapaj¨®s.
Dadas las circunstancias en las que creci¨® Tup¨ª, para levantarse en solitario y caminar con paso firme se requiere un coraje excepcional. Coraje para recuperar una relaci¨®n arm¨®nica con el territorio, aquella que tuvieron sus abuelos y bisabuelos, pero que colaps¨® hace tiempo. Coraje para superar una historia de violencia sexual, f¨ªsica y psicol¨®gica por parte de una pareja maltratadora que muri¨® tr¨¢gicamente en un accidente de motocicleta. Tambi¨¦n para levantarse y educar a su ¨²nico hijo y para construir una vida aut¨®noma y estudiar en la ciudad. Coraje tambi¨¦n para enfrentarse al espejo y asumir el trauma de la opresi¨®n y de la violaci¨®n sistem¨¢tica. Y finalmente para hacer frente el silencio que la oprim¨ªa a ella, como a tantas otras mujeres, usando como arma la humillaci¨®n continua.
Pero Tup¨ª se reencontr¨® en sus ra¨ªces, redescubriendo la fortaleza necesaria a trav¨¦s de afianzar su propia ancestralidad tupinamb¨¢ y afirmar, a la vez, su feminidad. Le ayud¨® hacerlo junto a otras mujeres que, con similar valent¨ªa, est¨¢n en la lucha que implica reconocer el abuso, la violaci¨®n y el maltrato a trav¨¦s de la solidaridad y la acci¨®n colectiva. Formar parte de un movimiento, aprender a liderarlo, aprender a construir un espacio propio de libertad es lo que hace de estas mujeres seres excepcionales para su comunidad.
Tup¨ª busca en la tierra y en los valores de sus ancestros una narrativa de continuidad con un origen, de resistencia ancestral, y la transmite al hijo (Joao), quien representa su raz¨®n de existir m¨¢s poderosa. Le proporciona, a la vez, la energ¨ªa y la pasi¨®n necesarias para ubicarse en un tiempo hist¨®rico m¨¢s largo, para sentirse eslab¨®n de una saga que se hunde en la noche de los tiempos.
De la vulnerabilidad, fortaleza
Pero enfrentarse a la lucha cotidiana y, al mismo tiempo, situar las cosas en contexto y levantar la vista hacia adelante, no es un ejercicio sencillo. Para hacer posible esta viaje, el apoyo de otras mujeres de la comunidad desempe?a un papel fundamental. Hace que la vulnerabilidad de ser una mujer aislada, una madre viuda marcada por la tragedia, se convierta en fortaleza, en resoluci¨®n.
Como ya ocurre en muchas ciudades, ser mujer entre mujeres que se apoyan mutuamente es cada vez m¨¢s frecuente tambi¨¦n en las comunidades y aldeas a lo largo del r¨ªo.
Organizarse en la lucha ha sido para Tup¨ª el ancla que le ha permitido salir de la opresi¨®n, convertirse en alguien. Participar activamente en las acciones de concienciaci¨®n y reivindicaci¨®n que tienen lugar, cada vez con m¨¢s frecuencia, da sentido a la lucha individual y colectiva. Ella pertenece al colectivo de Suraras del Tapaj¨®s, que hace unos pocos a?os opera con base en el pueblo de Alter do Chao, que tambi¨¦n es aldea Alter do Chao (Territorio Borar¨ª, al otro lado del inmenso r¨ªo, a m¨¢s de dos horas de viaje en lancha r¨¢pida). Ese es un viaje no siempre amable ni seguro, sometido a las inclemencias del viento y de la lluvia, que a veces arrecian con enorme intensidad.
Yo no sab¨ªa la fuerza que ten¨ªa guardada aqu¨ª dentro. En medio de tantas cosas no ten¨ªa el valor de hablar, no sab¨ªa hablar
Formar parte de ese colectivo y recuperar, por ejemplo, fragmentos de la lengua ind¨ªgena, en ocasiones a trav¨¦s de canciones interpretadas por el grupo de Carimb¨® (ritmo popular del estado de Par¨¢), result¨® para Tup¨ª una v¨ªa de liberaci¨®n.
¡°Me convert¨ª en una mujer que se desabroch¨®¡±, cuenta con emoci¨®n. ¡°Yo no sab¨ªa la fuerza que ten¨ªa guardada aqu¨ª dentro. En medio de tantas cosas no ten¨ªa el valor de hablar, no sab¨ªa hablar¡±. El colectivo la acompa?¨®, la consol¨®, la anim¨® a asumir el dolor que llevaba dentro y a sentirse alguien otra vez, o quiz¨¢s por primera vez.
Y esto Tup¨ª lo vive como una maravilla, como una felicidad. Sentirse ¨²til, poder hablar en representaci¨®n de otras mujeres tupinamb¨¢ tambi¨¦n violentadas, y hacerlo en otros ¨¢mbitos, m¨¢s all¨¢ de la aldea de origen, es una misi¨®n que asume, a¨²n con alguna inseguridad.
Pero, m¨¢s all¨¢ de asegurar un futuro para su hijo Joao, ella aprende a capacitar a otras para que asuman la lucha por la demarcaci¨®n y la conservaci¨®n del territorio y a reforzar una ancestralidad tupinamb¨¢ apenas reconstruida. ¡°Yo no consigo hablar de m¨ª, sino de nosotras. De aqu¨ª viene mi emoci¨®n. Tenemos voz, tenemos que defender el territorio¡±. Para Tup¨ª hay una parte importante de aprendizaje en su viaje hacia el activismo y la reivindicaci¨®n.
Aprendizaje de otras mujeres, aprendizaje de s¨ª misma, aprendizaje de los ancianos, maestros de la aldea. Su inter¨¦s por reconstruir una voz ind¨ªgena para compartirla con otras compa?eras, aunque sea a partir de los escombros de un mundo pr¨¢cticamente desaparecido, es fundamental en el ejercicio de la lucha por sobrevivir, por resistir.
Pero all¨¢ donde Tup¨ª crece y agarra fuerza, donde acumula suficiente coraje para sentirse verdaderamente ¨²til a las mujeres de su territorio, es en la acci¨®n colectiva.
Una procesi¨®n de denuncia
En la aldea de San Francisco, Tup¨ª y un peque?o colectivo de mujeres se organizaron para un ejercicio de autoafirmaci¨®n como mujeres tupinamb¨¢s. Al caer de la tarde, las mujeres de la aldea prepararon una suerte de procesi¨®n. Dispusieron un modesto paso con las peque?as im¨¢genes de dos santas de la devoci¨®n local. Confeccionaron una serie de pancartas de cartulina con frases contra la violencia de g¨¦nero y el feminicidio. Repartieron velas entre las participantes y, al caer la noche, con un tempo lento pero con determinaci¨®n, salieron en procesi¨®n mujeres y ni?as por la avenida de la aldea, acompa?adas de algunos (escasos) varones.
Entre c¨¢nticos de iglesia, misterios del rosario, y padrenuestros, el paso se detuvo en m¨²ltiples ocasiones para lanzar emblemas reivindicativos y repetidas denuncias.
Con una mezcla de devoci¨®n y rabia contenida, leyeron, una a una, paso a paso, los lemas de las pancartas. Los misterios del rosario marcaban la pausa, la petici¨®n. Los hombres se hicieron casi invisibles y, al pasar la procesi¨®n, frente a la tienda de abastos, en un gesto ostensible, con lo que parec¨ªa una mezcla de sorpresa y de desd¨¦n, apenas s¨ª miraban.
Al paso de la marcha, eso s¨ª, algunas puertas y ventanas se entreabrieron y alguna mujer, cargando su beb¨¦, miraba de reojo por la rendija, t¨ªmidamente. La procesi¨®n-manifestaci¨®n-conjuro avanzaba sin que se supiese muy bien hacia ad¨®nde. Cada pausa se convert¨ªa en una invocaci¨®n. Las participantes eran bien conscientes de que protagonizaban un acto de transgresi¨®n de un orden largamente establecido.
El fuego de las velas le a?ad¨ªa a la vez dramatismo, emoci¨®n y liturgia a la congregaci¨®n. Hab¨ªa algo de invocaci¨®n, tambi¨¦n. Y evocaci¨®n de un mundo m¨¢gico y sagrado que alguna vez rein¨® en esta tierra ind¨ªgena.
Las mujeres saben que nadie vendr¨¢ en su ayuda, que su apuesta es alta, que la tarea por delante requiere una fortaleza que solo podr¨¢ conseguirse si se mantienen juntas
Pero, sobre todo, entre estas mujeres, lo que hay es determinaci¨®n. Saben que nadie vendr¨¢ en su ayuda, que su apuesta es alta, que la tarea por delante requiere una fortaleza que solo podr¨¢ conseguirse si se mantienen juntas. Y si consiguen sumar.
Pero nada es f¨¢cil en esta castigada tierra tupinamb¨¢. Hace tiempo que los pueblos ind¨ªgenas aprendieron que resistir es sobrevivir.
Tambi¨¦n dise?ada por mujeres, una acci¨®n simb¨®lica culmina la procesi¨®n. Dibujado sobre la tierra, un gran arco y una flecha encarna muchas luchas por sobrevivir. La lucha de los ind¨ªgenas. La lucha de las mujeres. La lucha por la demarcaci¨®n y la conservaci¨®n del territorio. La lucha de Tup¨ª. Las asistentes van colocando sus velas sobre el dibujo previamente trazado sobre la arena del camino: una toma a¨¦rea dar¨¢ la dimensi¨®n del s¨ªmbolo.
Al d¨ªa siguiente, en asamblea celebrada en la escuela ind¨ªgena de la aldea, las mujeres eval¨²an, conversan, deciden. La tarea por delante ser¨¢ dura, pero ya no tiene vuelta atr¨¢s.
Conseguir que las heridas de las violencias cicatricen en sus cuerpos, como cicatrizaron las heridas en las Hevea Brasiliensis tras la extracci¨®n del caucho que trajo tanta destrucci¨®n, es el objetivo ¨²ltimo de todo esto.
Dos d¨ªas despu¨¦s, y habiendo cruzado el majestuoso Tapaj¨®s en un atardecer de magia y espejismo, Tup¨ª se reencuentra con su hijo en Alter do Chao. En ese momento de comuni¨®n en el ba?o en el r¨ªo sagrado, que tanto significa en este acu¨ªfero, Tup¨ª sabe ya que, protagonizando esta historia, protagoniza con ella una historia de fuerza y superaci¨®n.
A ella espera sumar a tantas violentadas que, cada vez en un n¨²mero mayor, se rebelan y deciden a dar un paso hacia delante en la reconstrucci¨®n de su propia lucha como mujeres, como pueblos ind¨ªgenas, adue?arse de su cuerpo y ser protagonistas de su propia biograf¨ªa.
En un mundo amaz¨®nico, devorado por m¨²ltiples amenazas y violencias, la de Tup¨ª es una historia de coraje y determinaci¨®n.?
Este art¨ªculo pertenece a la serie ¡°Rainforest Defenders¡±, un proyecto de Open Democracy / Democracia Abierta en colaboraci¨®n con Engajamundo Brasil, con el apoyo del Rainforest Journalism Fund del Pulitzer Center.
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