Rumbo incierto
Un nuevo Gobierno ser¨¢ juzgado por su programa y por reunir mayor¨ªas
La fijaci¨®n de la fecha del 22 de julio para el pleno de investidura del que deber¨¢ salir un nuevo Gobierno con perspectivas de estabilidad no ha dado lugar por el momento a la apertura de negociaciones pol¨ªticas de fondo entre los grupos parlamentarios, sino a una simple aceleraci¨®n de movimientos t¨¢cticos entre partidos. La est¨¦ril excitaci¨®n que impregna estos d¨ªas el clima pol¨ªtico, y que amenaza con prolongarse durante la pr¨®xima semana, obedece a que la obsesi¨®n por marcar las cartas con las que el Congreso deber¨¢ resolver la investidura ha reducido a dos los posibles desenlaces, uno extremadamente pobre y otro que no deber¨ªa ser siquiera contemplado. O bien sale del pleno una combinaci¨®n parlamentaria fr¨¢gil y tortuosa, que permitir¨¢ la investidura pero no garantizar¨¢ la gobernabilidad, o bien todo lo que logra es que, salvo sorpresas, comiencen a correr los plazos de una nueva convocatoria a las urnas. La responsabilidad pol¨ªtica exigir¨ªa, por el contrario, que se hubiera barajado en primer lugar la posibilidad de una mayor¨ªa estable desde la que desarrollar un programa para cuatro a?os.
Editoriales anteriores
En el camino para llegar a esta situaci¨®n han quedado las expectativas de que los resultados de las ¨²ltimas elecciones municipales, auton¨®micas y generales, complejos pero no inmanejables, hubieran inaugurado un ciclo pol¨ªtico que corrigiera la par¨¢lisis y el bronco ensimismamiento del anterior, durante el que los Gobiernos debieron consagrar m¨¢s esfuerzos a sobrevivir que a actuar. Pero, adem¨¢s, la manera en la que se han ido cerrando los pactos en todos los niveles ha banalizado la obligaci¨®n de que los electos expliquen los planes que se disponen a ejecutar, como tambi¨¦n la de explicitar sus alianzas. Hacerse con instancias democr¨¢ticas de poder a trav¨¦s de pactos secretos vulnera una obligaci¨®n de transparencia b¨¢sica en democracia; esconder la negociaci¨®n de esos pactos detr¨¢s de excusas inveros¨ªmiles, como presentar las reuniones pol¨ªticas para alcanzarlos como charlas de caf¨¦, constituye, adem¨¢s, una burla intolerable. A punto de que los partidos concluyan los acuerdos que completar¨¢n el mapa de Gobiernos aut¨®nomos, y cerrado el de los Ayuntamientos, el inquietante rasgo que mejor define la nueva situaci¨®n es que la rivalidad entre las fuerzas m¨¢s votadas ha terminado por conceder una desproporcionada capacidad de influencia, que no excluye la posibilidad del chantaje, a partidos que se sit¨²an en la periferia del sistema constitucional y que habr¨ªa que haber evitado en las combinaciones. Nada obligaba a llegar a este callej¨®n sin salida, en el que numerosos Ayuntamientos y comunidades aut¨®nomas est¨¢n ya atrapados. Y, por lo dem¨¢s, nada deber¨ªa estar tampoco escrito por lo que respecta al pleno del d¨ªa 22.
Reducir el objetivo del debate parlamentario que se celebrar¨¢ a partir de ese d¨ªa a conseguir un Gobierno en minor¨ªa a trav¨¦s de alianzas insuficientes y de unas u otras abstenciones solo tiene sentido porque ninguna otra mayor¨ªa es posible. El problema es que esa mayor¨ªa existe, y el hecho de que resulte pol¨ªticamente inviable, como parece ser definitivamente el caso, no puede ser asumido como un fen¨®meno natural del que no es preciso se?alar responsabilidades y frente al que nadie est¨¢ obligado a asumirlas. Es solo porque esa mayor¨ªa posible se ha querido hacer deliberadamente inviable por lo que a continuaci¨®n entran en escena las soluciones alternativas, todas ellas leg¨ªtimas y todas ellas causantes de que, como viene sucediendo desde 2015, los Ejecutivos se sustenten en un equilibrio no solo precario sino tambi¨¦n perverso, porque ni pueden gobernar con autonom¨ªa si no es mediante decretos leyes, ni pueden ser desalojados si no es trav¨¦s de alianzas coyunturales. Este es el rumbo incierto al que parece condenada la pr¨®xima legislatura, en el supuesto de que se supere el enrocamiento entre el candidato socialista, Pedro S¨¢nchez, y el l¨ªder de Podemos, Pablo Iglesias. El Gobierno que logren configurar, si logran configurar alguno, no se juzgar¨¢ por el hecho de que sea de coalici¨®n o de cooperaci¨®n, sino por la solvencia del programa y la capacidad de reunir mayor¨ªas.
Lo primero a¨²n no se conoce y lo segundo sigue formando parte de una geometr¨ªa indescifrable.
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