Pactos secretos
Los acuerdos que no se hacen p¨²blicos entra?an un peligro para la democracia
La revelaci¨®n el martes de la existencia y el contenido de acuerdos secretos entre el PP y Vox para repartirse cargos en los Ayuntamientos constituye una prueba m¨¢s de que este g¨¦nero de pactos entra?an un peligro para el sistema. Un acuerdo secreto entre fuerzas pol¨ªticas es inaceptable en democracia por cuanto la transparencia en un sistema constitucional no solo permite imputar responsabilidades, sino poner en conocimiento de los votantes aquello que se ha negociado en su nombre. La publicidad en los pactos hace que los participantes rindan cuentas sobre los consensos fijados en ellos a partir de los que expresar y justificar sus razones, pero tambi¨¦n es un mecanismo de control de la ciudadan¨ªa hacia dirigentes en los que se ha depositado la confianza. Esa confianza, que vale para garantizar la discreci¨®n que toda negociaci¨®n requiere, no puede extenderse al resultado de la misma, que necesariamente deber¨¢ ser p¨²blico y accesible a todo el mundo.
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El acuerdo oculto entre Vox y PP conven¨ªa en su primer punto que la formaci¨®n ultraderechista apoyar¨ªa los Ayuntamientos de Espa?a ¡°en todas aquellas poblaciones donde la alianza PP-Cs-Vox pueda impedir un Gobierno de izquierdas¡±, mostrando a su vez el peso relativo otorgado a los programas frente a una idea de ejercicio p¨²blico del poder basado en el ¨¢vido acceso a cargos pol¨ªticos. La obligaci¨®n de las fuerzas pol¨ªticas de rendir cuentas por sus actos en una democracia es a¨²n m¨¢s decisiva cuando la acci¨®n es la condici¨®n que garantiza su entrada en el poder: la transparencia en los acuerdos permite conocer qu¨¦ es lo que se ha cedido a cambio del mismo.
Tampoco es comprensible la ¡°exigencia de discreci¨®n¡± sobre un acuerdo que asombrosamente firmaban PP y Vox y que inclu¨ªa a Ciudadanos en el ¨¢mbito de sus negociaciones. La experiencia de Madrid muestra por qu¨¦ es tan importante poner en conocimiento de los votantes con qui¨¦n se pacta y por qu¨¦ se est¨¢ pactando, sobre todo cuando hay formaciones, en este caso Ciudadanos, que han pretendido fingir que ignoraban los acuerdos y despu¨¦s han aparecido en ellos como partes implicadas.
Esto, que parece un ejemplo, comienza a convertirse en una peligrosa pauta generalizada, pues si es exigible pedir a la formaci¨®n de Rivera que aclare esta posici¨®n por mor de la transparencia, lo es tambi¨¦n a los socialistas navarros sobre las conversaciones que, v¨ªa Geroa Bai, podr¨ªa estar manteniendo con EH Bildu. Como en Madrid, la publicidad sobre lo que est¨¢ ocurriendo en Navarra es a¨²n m¨¢s trascendente si lo que se dirime es un Gobierno que podr¨ªa depender de una formaci¨®n independentista que integra leg¨ªtimamente el juego democr¨¢tico, pero que, como sucede con Vox, defiende un proyecto pol¨ªtico que a d¨ªa de hoy es incompatible con los presupuestos de nuestra Constituci¨®n. Conviene que el partido en el Gobierno en funciones aclare exactamente cu¨¢l es el movimiento de piezas en esta partida, pues queda la sospecha de que este acuerdo a varias bandas podr¨ªa estar haci¨¦ndose por dos razones. La primera es que se haya pactado a cambio de hacer a la candidata socialista, Mar¨ªa Chivite, la pr¨®xima presidenta de Navarra, y la segunda, que se est¨¦ intentando cerrar la abstenci¨®n de Bildu para un apoyo a la investidura de Pedro S¨¢nchez. Si existe esa oferta ser¨ªa recomendable que Ciudadanos dejara de actuar como el perro del hortelano cuando sabe que puede evitar aquello que denuncia. No parece coherente que ante una situaci¨®n como la dada con el PSOE en Navarra se rasgue las vestiduras cuando est¨¢ en su mano evitarla.
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