Madagascar, la isla en la que los muertos bailan
En esta isla-continente situada frente a ?frica casi todo es peculiar. Y no solo la fauna, tambi¨¦n las costumbres. La de exhumar a los muertos y danzar con ellos en una fiesta familiar es de las que m¨¢s sorprenden al viajero
Estoy estos d¨ªas en Madagascar, una isla rara, llena de endemismos. Muchos viajeros primerizos creen que el m¨¢s raro de ellos son los l¨¦mures, una especie de protosimios que solo viven aqu¨ª. Pero lo verdaderamente end¨¦mico y especial son las tradiciones y costumbres malgaches, una mezcla de ra¨ªces africanas y asi¨¢ticas, animistas y cristianas entre la que destaca una: el famadihana. La exhumaci¨®n de los muertos.
M¨¢s de siglo y medio de cristianismo tra¨ªdo por los colonos franceses no ha logrado erradicar la tradici¨®n animista de desenterrar a los muertos como m¨¢ximo cinco a?os despu¨¦s del entierro para hacerles una fiesta, cambiarles la mortaja, acicalar las momias y celebrar con todo el pueblo una fiesta que puede durar una semana. 17 de las 18 etnias que habitan la isla practican el fadimahana. Cada una con sus caracter¨ªsticas y protocolos.
La etnia dominante, los merina, que habita las Tierras Altas y se considera descendiente de los primeros pobladores llegados en canoa de la lejana pen¨ªnsula malaya, entierra a sus difuntos en panteones familiares construidos en un terreno propio. En Madagascar no existen los cementerios p¨²blicos municipales a la usanza del resto del mundo. Cada familia tiene el suyo propio y no hay nada m¨¢s terrible para un malgache que morir y que sus restos no terminen en la tierra que le vio nacer. Por eso incluso hay t¨²mulos provisionales para enterrar a quienes mueren lejos de casa hasta que sus familiares puedan trasladarlo al lugar donde debe reposar. Aunque no para siempre.
Porque a los cuatro o cinco a?os del deceso, se abre el pante¨®n (siempre 24 horas antes, para que se airee) y se sacan los huesos amortajados (los merina no usan ata¨²d, depositan el cad¨¢ver envuelto en lienzo sobre unas literas de la tumba) y se hace una gran fiesta a la que acuden cientos de personas entre familiares y vecinos. Cuanta m¨¢s gente est¨¦ invitada y m¨¢s d¨ªas dure, se?al de mayor poder¨ªo econ¨®mico de la familia. Al cad¨¢ver, o lo que queda de ¨¦l, se le cambia y mejora el sudario para que no tenga fr¨ªo, se le acicala para que afronte bien la eternidad, y se le baila llevado en volandas entre la multitud, dando siete vueltas a la tumba. Se come, se bebe y se baila como si no hubiera un ma?ana. Solo tras el festejo, el difunto podr¨¢ tener por fin paz eterna.
M¨¢s complejo es a¨²n el fadimahana de los bara, una tribu de pastores de ceb¨² que viven en las des¨¦rticas llanuras del sur de la isla. Su lugar sagrado de enterramientos son las monta?as de Isalo. Cuando en los a?os sesenta estas sierras de arenisca fueron declaradas parque nacional, los bara fueron obligados a sacar sus poblados del parque y reasentarse en las lindes. Pero lo que no consintieron de ninguna manera es que se les prohibiera seguir haciendo all¨ª sus enterramientos, como llevaban haciendo durante siglos sus antepasados. Para los bara el cuerpo tiene dos almas, una en la carne y otra en los huesos. Por eso cuando alguien muere, se le mete en un ata¨²d de madera o metal, en funci¨®n de la econom¨ªa familiar, y se introduce en una cueva natural de Isalo, cuya boca se tapa con piedras. All¨ª se pudre la carne y se instala su alma.
A los cuatro o cinco a?os, sacan los huesos, los limpian y abrillantan con grasa de ceb¨², hacen una gran fiesta durante d¨ªas en la que invitan a todo el pueblo (y en la que las familias gastan m¨¢s de lo que pueden, como muchos en esta parte del mundo con una boda) y luego los colocan en la tumba definitiva familiar, que suele ser otra cueva ubicada en las zonas altas de Isalo. El problema es que la primera cueva qued¨® habitada ya para siempre por el alma de la carne y nadie puede volver a usarla. Para que se sepa dejan all¨ª el primer ata¨²d. Pienso que por muy grande que sea el parque nacional Isalo, si cada oquedad del terreno solo puede usarse una vez, las cuevas deben de estar m¨¢s cotizadas aqu¨ª que las casas en primera l¨ªnea de playa all¨ª. Pero siempre que pregunt¨¦ a los bara sobre si ten¨ªan problemas con ello, me dijeron que no, que en la roca de arenisca de Isalo hay agujeros para muchos muertos m¨¢s.
Curiosidades entorno al fadimahana habr¨ªa para escribir un libro. Los sakalava, que viven al noroeste hacen la noche anterior al festejo una org¨ªa sexual en la que todos pueden acostarse con todos, a modo de rito de fertilidad. Casi todas las etnias consideran que los ni?os y ni?as no son parte de la comunidad hasta los tres a?os; si mueren antes, lo hacen sin alma y son enterrados fuera de la tumba familiar, en la tierra, para que vuelvan a ella e inicien un nuevo ciclo de vida.
Pero lo mejor es que visites Madagascar, una isla rara, diferente de todo, que est¨¢ en ?frica pero a veces no parece africana. Y adem¨¢s de por los l¨¦mures, te intereses por las gentes que la habitan. ?Alucinar¨¢s!
S¨ªgueme tambi¨¦n en Instagram, Youtube y Twitter. Me puedes escuchar todos los viernes, a las 19.40, con Carles Francino en 'La Ventana', de cadena SER.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.