La Luna y la sabidur¨ªa
El Apolo 11 fue en parte un producto de la guerra fr¨ªa, pero su ¨¦xito cient¨ªfico es indudable
Armstrong, Collins y Aldrin trajeron 23 kilos de rocas lunares de vuelta a la Tierra. Sumando el resto de las misiones Apolo, los terr¨ªcolas hemos robado a la Luna unos 380 kilos de material. Pero hemos compensado con creces esa p¨¦rdida, al haber dejado all¨ª 230 toneladas de chatarra. Veh¨ªculos descartados, instrumentos de medici¨®n obsoletos y otras formas de basura que nuestra especie tiende a producir y a reproducir, por tierra, mar y aire, as¨ª en el espacio como en nuestro sat¨¦lite y alg¨²n d¨ªa, si somos afortunados, m¨¢s all¨¢ de la constelaci¨®n de Ori¨®n. Pero esas transacciones geol¨®gicas han producido tambi¨¦n un tesoro de informaci¨®n cient¨ªfica. L¨¦elo en Materia, y de paso echa un buen vistazo a la interesante cobertura que este diario ha dedicado al 50 aniversario de la llegada de la humanidad a la Luna.
Una duda t¨ªpica, y leg¨ªtima ¨Cno hablamos aqu¨ª de los negacionistas, ni lo haremos¡ª, es si la haza?a de 1969 fue una ostentaci¨®n de poder¨ªo militar o una misi¨®n cient¨ªfica genuina. Lo cierto es que la Luna no ten¨ªa entonces mucho valor estrat¨¦gico, y sigue sin tenerlo. Las dos potencias espaciales de la ¨¦poca estaban mucho m¨¢s interesadas en el espacio cercano, las ¨®rbitas alrededor de la Tierra donde quer¨ªan situar sus sat¨¦lites de espionaje, que en el objeto celeste m¨¢s cercano a nosotros, la Luna, desde el que a ning¨²n general se le ocurr¨ªa c¨®mo lanzar una bomba nuclear o cualquier otra cosa verdaderamente excitante. El inter¨¦s estrat¨¦gico era m¨¢s pol¨ªtico que militar, puesto que en tiempos de Kennedy los sovi¨¦ticos iban ganando con la perrita Leika, Gagarin y todos esos seres vivos que pusieron en ¨®rbita. Pero el Apolo 11 dedic¨® un notable esfuerzo a colocar unos cuantos instrumentos cient¨ªficos en la superficie lunar. Eso es mucho m¨¢s de lo que se pod¨ªa pedir a una misi¨®n militar o geoestrat¨¦gica (selenoestrat¨¦gica, cabr¨ªa decir).
Una cuesti¨®n importante derivada del Apolo 11, y tambi¨¦n de las misiones posteriores que pusieron astronautas en la Luna, afecta de lleno a nuestra concepci¨®n de los or¨ªgenes del Sistema Solar, es decir, a nuestros or¨ªgenes. Antes de 1969 se cre¨ªa que la Luna se hab¨ªa formado en fr¨ªo por agregaci¨®n de pedruscos m¨¢s peque?os en los inicios de la formaci¨®n del Sistema Solar. Tras el Apolo 11, y el an¨¢lisis de las rocas que la misi¨®n trajo de vuelta a la Tierra, comenz¨® a tomar cuerpo una teor¨ªa alternativa que cuadraba mejor con los nuevos datos. La Luna naci¨® caliente, quiz¨¢ en un estado completamente l¨ªquido. De ah¨ª proviene la teor¨ªa dominante actual, que la Luna se form¨® con materiales eyectados de la Tierra tras el impacto de un objeto enorme, tal vez del tama?o de Marte. Esto no solo ha cambiado nuestras ideas sobre el origen de la Luna, sino tambi¨¦n del Sistema Solar entero, donde esos enormes impactos tienen un papel cada vez m¨¢s claro en la formaci¨®n de cada planeta. Incluida nuestra casa.
Hay mucha, mucha m¨¢s ciencia que nos ha llegado de la Luna. L¨¦ela en Materia.
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