Bons¨¢is, cactus y balas de la Guerra Civil en los jardines de La Moncloa

El palacio de la Moncloa, m¨¢s que jardines, tiene un bosque. Cedros, pinos, cipreses, abetos y pl¨¢tanos crecen por doquier sumiendo los caminos del conjunto en una sombra perpetua. El recinto resulta agradablemente silencioso y fresco. La vegetaci¨®n amortigua el zumbido de la autov¨ªa del Noroeste y solo se escuchan de vez en cuando los ladridos de Turca, la mascota del presidente del Gobierno, Pedro S¨¢nchez. ¡°En los a?os cincuenta se plantaron mogoll¨®n de con¨ªferas que han crecido much¨ªsimo y ahora compiten con el resto de ¨¢rboles¡±, explica F¨¦lix Gonzalo, el jardinero jefe. Antes, por ejemplo, todas las carreteras estaban llenas de plataneros podados para formar una b¨®veda. ¡°Se han muerto much¨ªsimos y, aunque los sustituyamos, ya no crecen. Las ra¨ªces de los cedros se comen el espacio de los dem¨¢s ¨¢rboles¡±.

Gonzalo entr¨® como pe¨®n en los jardines con 20 a?os (ahora tiene 53). Era el primer trabajo de este madrile?o. Por aquel entonces, el inquilino de La Moncloa era el expresidente Felipe Gonz¨¢lez, que llevaba cuatro a?os en el Gobierno de los 13,5 que se alargar¨ªa su mandato. El socialista es seguramente el presidente que m¨¢s ha disfrutado de los jardines. Sobre todo, por su conocida afici¨®n a los bons¨¢is. ¡°Ten¨ªa decenas. En cuanto encontraba un rato bajaba a su taller. Tambi¨¦n hab¨ªa un jard¨ªn japon¨¦s que estaba espectacular, la gente, cuando lo ve¨ªa, se quedaba impresionada¡±, recuerda Gonzalo. Del jard¨ªn japon¨¦s se conservan las altas plantas de bamb¨² que lo rodeaban; hoy d¨ªa, el espacio es una zona de descanso con una mesa para almorzar y unas tumbonas. Cuando Gonz¨¢lez abandon¨® La Moncloa se llev¨® con ¨¦l sus bons¨¢is. Todos menos uno: una especie de bosquecillo de p¨ªceas de un metro de altura situado junto al Consejo de Ministros, edificio que ¨¦l mismo mand¨® construir para celebrar las reuniones del Gabinete de la Presidencia del Gobierno. En la escalinata de este palacio suelen celebrarse las recepciones oficiales. Est¨¢ cubierto por una gran enredadera que a Gonzalo le da alg¨²n que otro quebradero de cabeza: ¡°Es muy invasiva. Crece constantemente y se mete por todas partes¡±.

Los presidentes que han seguido a Gonz¨¢lez tambi¨¦n han dejado su impronta en los jardines, sobre todo utilizados para practicar deporte. Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar instal¨® una pista de p¨¢del desmontable en la cancha de tenis construida en su d¨ªa por Adolfo Su¨¢rez. En ese espacio, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero jugaba al baloncesto. Los dos ¨²ltimos mandatarios, Mariano Rajoy y Pedro S¨¢nchez, han preferido la marcha y el running, respectivamente. Gonzalo cuenta que, adem¨¢s, el actual presidente es aficionado a los cactus. ¡°Trajo varios plantones de sus ¨²ltimas vacaciones¡±. S¨¢nchez tambi¨¦n ha pedido que se construya un peque?o huertecillo.

Gonzalo y su cuadrilla de seis jardineros cuidan casi seis hect¨¢reas y un centenar de especies. En esta ¨¦poca, las horas se escapan regando, segando y limpiando el terreno. Tambi¨¦n se cuidan las plantas de interior de los palacios. En oto?o llegar¨¢ la recogida de hojas y las podas; la de los pl¨¢tanos que bordean la carretera se lleva a cabo con hacha. El jardinero cuenta que todav¨ªa hoy se encuentran de vez en cuando mientras trabajan en los terrenos con alguna bala de la Guerra Civil.

¡°Esta zona fue primera l¨ªnea de fuego¡±, confirma la historiadora de La Moncloa y presidenta del Instituto de Estudios Madrile?os, Teresa Fern¨¢ndez Talaya. En 1866, Isabel II don¨® la finca al Estado, que decidi¨® abrirla para uso y disfrute de los locales. En los a?os veinte, la Sociedad de Amigos del Arte encarg¨® una restauraci¨®n del palacete y los jardines. Esta ¨²ltima tarea la acometi¨® el pintor y paisajista Javier de Winthuysen, que analiz¨® toda la documentaci¨®n y los planos existentes para abordar el proyecto. ¡°Quiso seguir en todo momento el dise?o que le daba la propia tierra¡±, explica la historiadora. El palacete de La Moncloa fue arrasado en la Guerra Civil y en 1953 el arquitecto Diego M¨¦ndez construy¨® el actual palacio sobre sus cimientos. Se recuperaron los jardines y se plantaron la mayor¨ªa de los ¨¢rboles que se ven hoy d¨ªa. En estas intervenciones siempre se ha tratado de preservar la esencia del proyecto de Winthuysen. Es el caso de la rehabilitaci¨®n de la paisajista Carmen A?¨®n Feli¨² en los a?os ochenta del jard¨ªn del Barranco, en la zona m¨¢s pr¨®xima al palacio de la Moncloa.

Precisamente este jard¨ªn es el rinc¨®n preferido de F¨¦lix Gonzalo. ¡°Es la parte m¨¢s antigua y la m¨¢s bonita¡±, justifica. Un espacio restringido a la familia del presidente y al personal del palacio. En esta zona, entre granados y setos de boj, se conserva la fuente en la que los enamorados poetas Antonio Machado y Pilar de Valderrama, conocida como Guiomar, sol¨ªan citarse. Y aqu¨ª es donde ella escribi¨® estos versos: ¡°Dime, Fuente del Amor, ?d¨®nde el que mi pecho llora se oculta? / Del surtidor el agua, saltando, llora¡­ / Mis labios est¨¢n helados. / Mis ojos miran sin ver, / ?tan cansados!, este fr¨ªo atardecer / en el Jard¨ªn de la Fuente. / ?C¨®mo suena su canci¨®n /¡ªcanci¨®n del amado ausente¡ª / dentro de mi coraz¨®n!¡±.?