?Se ha esfumado el sexo en Hollywood?
La industria del cine estadounidense se vuelca en pel¨ªculas aptas para todos los p¨²blicos y esquiva el contenido er¨®tico
Si la comedia de Judd Apatow L¨ªo embarazoso (2007) ocurriese hoy, el personaje de Seth Rogen y sus amigos inmaduros y fumetas tendr¨ªan serios problemas para llevar a cabo su absurda idea de negocio: una web dedicada a se?alar el momento exacto en que las actrices famosas salen desnudas. Poco m¨¢s de una d¨¦cada despu¨¦s de que se estrenara aquella pel¨ªcula, ?se ha esfumado el sexo de las producciones de Hollywood? En una sociedad donde la pornograf¨ªa m¨¢s da?ina campa a sus anchas en los m¨®viles de ni?os y adolescentes, ?por qu¨¦ las pel¨ªculas dirigidas al gran p¨²blico son cada vez m¨¢s mojigatas?
El debate lleva semanas coci¨¦ndose en art¨ªculos y columnas que intentan responder a c¨®mo lo que hasta hace poco era un gancho para la taquilla (erotismo de baja intensidad sumado a la promesa del desnudo de tal o cual estrella) parece que ha dejado de serlo. Ann Hornaday, cr¨ªtica del The Washington Post, fue de las primeras en analizar este tema, un asunto complejo al que parece que no solo han contribuido los cambios sociales vividos en EE UU a partir de los movimientos de denuncia de acoso sexual en Hollywood como el MeToo o Time¡¯s Up. Hornaday cita las palabras del tambi¨¦n cr¨ªtico Jonathan Rosenbaum, que habla del sexo en el cine como del ¡°efecto especial definitivo¡±, para a continuaci¨®n lamentar un periodo de abstinencia en la pantalla que deja a los espectadores sin ese ¡°escalofr¨ªo tan cat¨¢rtico, y gratificante, como una carcajada o un buen llanto¡±.
Hay que remontarse a los or¨ªgenes del cine para recordar que el erotismo siempre form¨® parte del misterio del celuloide y que solo el filtro censor del C¨®digo Hays (1930) provoc¨® una ola de puritanismo que no acab¨® hasta los a?os cincuenta y sesenta. Fue entonces cuando el cine europeo cambi¨® el lenguaje del g¨¦nero a trav¨¦s de pel¨ªculas como Y Dios cre¨® a la mujer (Roger Vadim, 1956) o Belle de Jour (Luis Bu?uel, 1967). En los setenta, sexo y cine implosionaron: la cinefilia se acerc¨® a la pornograf¨ªa (Garganta profunda), al sexo expl¨ªcito (El imperio de los sentidos), y el gran p¨²blico aplaudi¨® el universo er¨®tico (Emmanuelle). Pel¨ªculas de terror como Amenaza en la sombra, de Nicolas Roeg, que inclu¨ªa una c¨¦lebre secuencia de sexo entre Julie Christie y Donald Sutherland, o t¨ªtulos tan ic¨®nicos como El portero de noche, de Liliana Cavani, y sobre todo El ¨²ltimo tango en Par¨ªs, de Bernardo Bertolucci, pusieron a estrellas como Charlotte Rampling o Marlon Brando al servicio de una historia de alto voltaje carnal.
La omnipresente ¨®ptica masculina que cosificaba el cuerpo femenino ya no lo tiene tan f¨¢cil
Sin embargo, los ochenta y noventa fueron los a?os en los que el sexo comercial fue m¨¢s explotado con pel¨ªculas tan populares como Oficial y caballero, Fuego en el cuerpo, El cartero siempre llama dos veces, Nueve semanas y media, Atracci¨®n fatal o Instinto b¨¢sico. El proceso de progresiva infantilizaci¨®n que vive Hollywood, con sus oficinas concentradas casi en exclusiva en el nicho familiar, y las cada vez m¨¢s duras calificaciones a la hora de exhibir pel¨ªculas con contenido adulto, parecen haber condenado a la castidad a la gran pantalla. ¡°Se trata de una pol¨ªtica comercial centrada en la explotaci¨®n de la familia como unidad de consumo principal. A nivel tem¨¢tico y formal esto es lo que ha cambiado¡±, asegura Enrique L¨®pez-Lavigne, productor espa?ol de perfil internacional. ¡°No creo que sea una consecuencia directa del MeToo, que nace como un movimiento por la igualdad de los derechos y para arrinconar a los abusadores, y cuyas consecuencias en Hollywood han sido b¨¢sicamente de limpieza¡±, a?ade. A su juicio, la autocensura funciona en los temas y tambi¨¦n en la forma de abordarlos. ¡°Cuando los guiones se filtran a los agentes de los actores muchas veces vuelven corregidos o matizados en las secuencias con desnudos parciales o integrales. Recuerdo el caso de una c¨¦lebre actriz europea iniciada en el ¨¦xito en Hollywood que por indicaci¨®n de su agente americano nos oblig¨® a cortar un plano aprobado y rodado. Ocurri¨® a pocas horas de proyectarse nuestra pel¨ªcula en un prestigioso festival internacional de cine. Lo hizo solo por el miedo instaurado a ser percibida fuera del circuito de la correcci¨®n. Hoy nadie quiere ser un proscrito. El cine es un reflejo de la sociedad. En los setenta el sexo era revolucionario y ahora vivimos una ¨¦poca ll¨¢mese conservadora o puritana y hasta cierto punto enfrentada a contradicciones que supuran hipocres¨ªa. Consumimos porno gratis amateur y desterramos de la pantalla el sexo en p¨²blico¡±.
Solo el cine de autor m¨¢s radical mantiene viva la llama. Aunque en muchos casos rodeado de esc¨¢ndalo. En el pasado festival de Cannes la pol¨¦mica lleg¨® con Mektoub, My Love: Intermezzo, del cineasta franco tunecino Abdellatif Kechiche. El motivo principal, adem¨¢s del centenar de planos de tetas y culos movidos por el contoneo del twerking de sus cuatro horas de metraje, fue la secuencia de un cunnilingus de casi 15 minutos en el ba?o de una discoteca. La ausencia de la actriz Oph¨¦lie Bau en la proyecci¨®n y en la conferencia de prensa destap¨® un agrio pulso entre la agente de la actriz, ?lisabeth Tanner, y el director, que la acus¨® de manipular a la int¨¦rprete contra la pel¨ªcula. Seg¨²n una nota difundida por el cineasta (que ya tuvo problemas con las actrices L¨¦a Seydoux y Ad¨¨le Exarchopoulos por sus exigencias en las escenas de sexo de la multipremiada La vida de Ad¨¨le), est¨¢ dispuesto a recortar la escena si Bau se lo pide.
M¨¢s all¨¢ de este nuevo esc¨¢ndalo, la omnipresente ¨®ptica masculina que cosificaba el cuerpo femenino como un mero objeto de consumo ya no lo tiene tan f¨¢cil, y a los guionistas no les queda otra que buscar un nuevo lenguaje sexual que refleje la diversidad, los cambios sociales, y que por tanto conecte con los nuevos espectadores. En este caldo de cultivo ha surgido la figura del ¡°coordinador de intimidad¡±, encargado de controlar que en un rodaje nadie pueda sentirse inc¨®modo por ninguna exigencia del director. Se trata de evitar abusos como el que denunci¨® la actriz Maria Schneider cuando dijo haberse sentido humillada ¡°y un poco violada¡± por la falta de informaci¨®n durante el rodaje de El ¨²ltimo tango en Par¨ªs.
Solo el cine de autor m¨¢s radical mantiene viva la llama. Aunque en muchos casos rodeado de esc¨¢ndalo
Fuera de las salas de cine, en el kilom¨¦trico mundo de las series, el sexo no parece sin embargo estar en decadencia. ¡°Hay que remontarse a las primeras series de pago, al Premium de cable [HBO se funda en 1972], donde los principales reclamos eran el sexo y la violencia, algo que no pod¨ªan ofrecer los otros canales. Era una broma recurrente decir que sin sexo y violencia no hab¨ªa serie Premium¡±, recuerda Domingo Corral, director de producci¨®n de cine y series de Movistar +, plataforma que este a?o estren¨® el thriller er¨®tico Instinto. ¡°En las series no existen restricciones, ni se nos pasa por la cabeza. Hay un sistema de calificaci¨®n para adultos, filtros para menores, y a partir de ah¨ª libertad, en la creaci¨®n y exhibici¨®n¡±.
Eso s¨ª, al menos en EE UU, muchas series cuentan con el citado ¡°coordinador de intimidad¡±, y quiz¨¢ eso explique la sintom¨¢tica evoluci¨®n de la m¨¢s famosa de todas, Juego de tronos. Si en sus primeras temporadas las escenas de sexo y el desnudo femenino eran constantes, poco a poco, y en paralelo a la fuerza que tomaba el movimiento MeToo, la carne fue menguando hasta casi desaparecer tanto como sus dragones, de proporciones mitol¨®gicas.
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