Una ocasi¨®n de oro para Podemos
El partido que lidera Iglesias puede reinventarse, modificar su naturaleza para dejar de ser una enmienda a la totalidad y convertise en un proyecto cre¨ªble
Con un Gobierno de coalici¨®n en ciernes, a Podemos ¡ªo sea, a Unidas Podemos¡ª se le presenta una ocasi¨®n de oro. No solo por la posibilidad inici¨¢tica de tocar poder, algo que obviamente interesa a todos los pol¨ªticos.
Sino sobre todo de reinventarse, de recrearse, de modificar su naturaleza para dejar de ser una enmienda a la totalidad y convertirse en un proyecto cre¨ªble. Ya se refund¨® cuando se transmut¨® de secreci¨®n del movimiento indignado del 15-M a partido pol¨ªtico convencional de maneras anticonvencionales.
En realidad, hace tiempo que ha iniciado su viaje a la calidad pragm¨¢tica de formaci¨®n pol¨ªtica capaz de gobernar y, por ende, a ese tipo de partidos que son pilar del sistema: porque ¡°expresan el pluralismo pol¨ªtico, concurren a la formaci¨®n y manifestaci¨®n de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la participaci¨®n pol¨ªtica¡± (art¨ªculo 6 de la Constituci¨®n).
Ese viaje hacia una socialdemocracia taxativa se inici¨® tras su clamorosa irrupci¨®n, hace ahora cinco a?os, en las elecciones al Parlamento Europeo. Del disparatado programa enhebrado para la ocasi¨®n no queda afortunadamente casi nada: el conocimiento del mundo real, el aprendizaje comparado de Syriza en Grecia y la experiencia en la gesti¨®n local y auton¨®mica de sus confluencias le ha servido para eliminar el grueso de sus aristas.
Comparen, si (leg¨ªtimamente) dudan, aquel programa que debelaba el r¨¦gimen de 1978 y pretend¨ªa nacionalizar casi hasta las taquillas de los ciegos con el mejor argumentario de Pablo Iglesias. El que lanz¨® en el debate televisado del 22 de abril, apelando una y otra vez a art¨ªculos concretos de la Constituci¨®n: el 31, para razonar la progresividad fiscal; el 35, para ahondar la igualdad salarial de g¨¦nero; el 47, para la pol¨ªtica de vivienda; el 128, para un uso social de la riqueza individual...
Le queda ampliar su entusiasmo constitucionalista a los art¨ªculos de la Carta Magna que no versan directamente sobre la cuesti¨®n social: el respeto al modo y la jefatura del Estado; a la econom¨ªa social de mercado; a la distribuci¨®n competencial... Se puede gobernar con la bandera republicana o con el lazo amarillo en las tripas: pero no en la solapa.
Y le queda, sobre todo a su l¨ªder, acabar de asumir que ampliar la audiencia no va de eliminar de la foto a todos los dem¨¢s, como ha hecho con todos sus colegas fundadores relevantes, al modo de Stalin con Trotski. Sino de escuchar, apoyar, colaborar, convencer, compartir. De ejercer la virtud de la lealtad.
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