Una maldici¨®n flamenca
Al Chorbo de la calle de Barbieri, mi amigo Antonio Fern¨¢ndez, por m¨¢s se?as primer representante que tuvo Camar¨®n de la Isla. Padrino tambi¨¦n de Las Grecas y Los Chorbos.
PUES NADA, Chorbo, que ya vamos teniendo una edad que, m¨¢s que una, parecen dos o tres, y nos empezamos a dar cuenta de que a buena parte de los amigos hemos de localizarlos en la agenda de ausencias. Y aqu¨ª me tienes, busc¨¢ndote, que me apetece platicar contigo.
F¨ªjate, Antonio, me ha dado por acordarme de eso de mandar al personal a remar al Retiro que ten¨ªas a flor de labio. Lo de enviar al enemigo a cazar tigres con flechas envenenadas o al pesado de turno a la feria a ver si han puesto las bombillas, otras de tus usanzas, se entiende, es natural, conlleva un pesar, como en grado superlativo la condena al forzado bogar de los galeotes y sus penurias canutas. Ahora, me intrigaba la procedencia de la maldici¨®n flamenca de los madriles invitando a la recreativa singladura en peque?o formato. Pues nada, mi cuate, que ya me he enterado y necesitaba particip¨¢rtelo.
Advierte el refr¨¢n espa?ol que cuando el diablo no sabe qu¨¦ hacer, con el rabo mata moscas. Pues desde aquellos tiempos, antes incluso, del reinado de Ava Gardner en Madrid?de la alta juerga, fue costumbre de se?oritos y ni?os bien acudir a ¡°un flamenco¡±, su manera de decir por darse tono, nos vamos a pegar una bacanal de arte grande que va a temblar el misterio. ?Hay que ver, Antonio, las cosas que tienen los se?oritos!, adem¨¢s de dinero, tiempo para gastarlo en asuntos propios, concretamente en asuetos varios. La jarana, sostenida por la banda sonora del esforzado combo flamenco gan¨¢ndose las habichuelas en la faena, tocaba a su fin al salir el sol; los artistas, de haber logrado cobrar, iban de recogida celebr¨¢ndolo por el camino a base de lingotazos, ?venga tela, vaya tela!, en camarader¨ªa, mientras ¡°la patronal¡± juerguista tomaba la ruta hacia el Retiro, para amanecer refresc¨¢ndose al lento remar en las barcas del estanque. O sea, por seguir con las paremias, si un clavo saca otro clavo, un mareo quita otro, el n¨¢utico al espirituoso. Digo yo que ser¨ªa por la querencia; la querencia al yate, ya te digo. Mira que es verdad eso de que hay gente pa to, como que nunca hay dinero pa na, salvo pa tont¨¢s.
Alg¨²n regidor municipal debi¨® recapacitar y, antes de que tomaran las huestes parranderas las naves del lago de la Casa de Campo, puso coto al desmadre ?posunflamenco encargando el cuidado de las barcas a Diego Amaya, sobrino carnal de la legendaria bailaora Carmen Amaya y flamenco de bien con idiomas ¡ª?Ah¨ª les has dao!¡ª. A lo mejor no fue por eso, pero los partidarios de la teor¨ªa de la conspiraci¨®n que tanto se lleva ahora as¨ª lo creen.
Bueno, Antonio, que ya te ver¨¦ y, qu¨¦quieresquetediga, espero que sea lo m¨¢s tarde posible. Y ahora me marcho al Retiro a ver si encuentro a dos o tres firmantes que se han perdido por all¨ª desnortados despu¨¦s de que desmontasen la Feria del Libro.?
Jos¨¦ Manuel Gamboa es autor de ?En er mundo!, 4 (Athenaica Ediciones Universitarias).
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