La fama trae problemas
Las redes sociales y los reality shows ponen bajo el foco a personas dispares. En muchos casos sus vidas cambian de un d¨ªa para otro. Y la mayor¨ªa no est¨¢ preparada para asimilarlo. El riesgo de que sufran problemas psicol¨®gicos es alto
LA VIDA de Amaia Romero cambi¨® en un abrir y cerrar de ojos. A la cantante pamplonesa la fama le lleg¨® de forma repentina. En apenas unos meses pas¨® de ser una adolescente desconocida a situarse en el foco de la atenci¨®n medi¨¢tica. Despu¨¦s de ganar Operaci¨®n Triunfo y de representar a Espa?a en Eurovisi¨®n, le cost¨® asimilar su nuevo rol. La propia artista revel¨® que eso le provoc¨® inestabilidad emocional y que tuvo que acudir a un terapeuta. Y es que saber gestionar la fama es un desaf¨ªo para el ego. La percepci¨®n de los dem¨¢s sobre el afectado var¨ªa y este, muchas veces, queda sepultado por el personaje p¨²blico. Es como si viviera en una realidad paralela. Los expertos alertan de que no controlar esas sensaciones puede acarrear graves problemas psicol¨®gicos.
La fama es un reconocimiento por algo que se ha hecho en la vida. La persona afectada pasa del anonimato a ser popular, y ese cambio radical tiene un impacto instant¨¢neo en ella. Jos¨¦ Luis Pedreira, psiquiatra del hospital La Luz de Madrid, explica que cuando alguien comienza a ser conocido le invade un sentimiento egoc¨¦ntrico y narcisista que le hace sentirse por encima del bien y del mal. Se convierte en el centro de atenci¨®n y esa situaci¨®n le reporta privilegios. Sin embargo, el doctor alerta de que esa impresi¨®n es artificial. Por eso, cuando no se cumplen las expectativas, la persona se hunde y aparecen la ansiedad y el estr¨¦s. Para evitarlo, propone que se rodee de gente capaz de mantener los pies en el suelo.
El famoso se convierte en el centro de atenci¨®n y eso le reporta privilegios. Sin embargo, esa es una impresi¨®n artificial
La psic¨®loga Beatriz Mart¨ªnez reconoce la importancia del entorno. Tener una familia y unos amigos honestos contribuye a no perder el norte. Sin embargo, realiza una distinci¨®n a la hora de alcanzar la fama. En su opini¨®n, el impacto no es el mismo si se ha llegado a ella de pronto o si surge como resultado de un recorrido, como sucede en el caso de cantantes, futbolistas y otras profesiones que premian el talento. En el segundo caso, la persona puede asimilar su destino progresivamente; en el primero, el cambio es radical. La irrupci¨®n de las redes sociales y el ¨¦xito de los reality shows han encumbrado a personas muy dispares. Permanecer en el candelero supone para muchas una obligaci¨®n y eso las lleva a vender su intimidad. El exhibicionismo se ha convertido en una tendencia social.
La fama repentina lleva aparejados niveles de ansiedad y depresi¨®n elevados, y genera estr¨¦s y miedo a no lograr los objetivos. Una conocida instagramer me cuenta que durante un tiempo no pudo conciliar el sue?o pensando en c¨®mo alcanzar un mayor n¨²mero de seguidores y que aquello le caus¨® graves problemas en su vida personal. Los solucion¨® apart¨¢ndose temporalmente de su actividad. ¡°Estas personas se enfrentan a una exposici¨®n absoluta. Tienen reconocimiento social, sienten que se les abren puertas y que tienen muchos amigos, pero a la hora de la verdad est¨¢n solos¡±, advierte Mart¨ªnez. Para la terapeuta, este escenario acarrea sensaciones de tristeza y soledad, que se recrudecen con las cr¨ªticas. Eso crea adicciones y, en casos extremos, puede llevar al suicidio.
??igo Gonz¨¢lez fue concursante en la primera edici¨®n de Gran Hermano, un programa que cambi¨® la historia de la televisi¨®n. Recuerda que cuando visit¨® el plat¨® de Telecinco, una ni?a le tom¨® la mano, temblando, para pedirle un aut¨®grafo, y que en aquel instante no supo muy bien a qu¨¦ se deb¨ªa su nerviosismo. Tambi¨¦n aquella ocasi¨®n en la que acudi¨® a unos grandes almacenes y comenzaron a abrazarle unos desconocidos. ¡°La fama me ten¨ªa enganchado. Es como cuando te dan un dulce y quieres seguir masticando eternamente¡±. Se sent¨ªa poderoso y reconoce que, en cierta manera, la fama le ceg¨®. Gastaba compulsivamente y viv¨ªa en una burbuja, hasta que se dio cuenta de que todo aquello era artificial. Se sent¨ªa solo, as¨ª que comenz¨® a apoyarse en quienes hab¨ªan estado siempre con ¨¦l. Ahora cree que todo ha vuelto a su cauce.
¡°La fama es temporal, pero en la mayor¨ªa de los casos sus portadores no son conscientes¡±, asegura el psic¨®logo Guillermo Blanco Bailac. ?l ha comprobado que las personas que la alcanzan solo ven su parte positiva. ¡°Hay un punto narcisista, pero en el fondo existe un peaje que desconocen y que en ocasiones las a¨ªsla¡±, se?ala. Su trabajo consiste en hacerles ver la otra cara: aunque a corto plazo es una sensaci¨®n placentera, acaba por volverse en contra de quien la disfruta. Sostiene que la clave para gestionarla radica en la capacidad de adaptarse al medio y en la personalidad del individuo. Por eso sugiere distanciarse de las emociones que produce, no llevar todas las sensaciones al terreno personal y no identificarse con el personaje. Recomienda anteponerse a las situaciones como elemento de prevenci¨®n y rodearse de personas de confianza porque solo ellas son capaces de poner los pies en el suelo a alguien que no admite consejos por exceso de brillo.?
Fran Serrato es periodista.
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