Barbara Jatta: ¡°La Capilla Sixtina es del Papa y no se alquila¡±
La historiadora romana es la primera mujer que dirige los Museos Vaticanos. Apuesta por actualizar su gesti¨®n ¡°con moderaci¨®n¡± y est¨¢ empe?ada en que los turistas no visiten solo los frescos de Miguel ?ngel
EN LA SALA de las estatuas del Museo P¨ªo Clementino han cortado parte del recorrido para retratar a una sonriente Barbara Jatta (Roma, 1962). La primera mujer en dirigir los museos del Papa (2016) lleva media vida trabajando aqu¨ª. Fue directora de la Biblioteca Vaticana dos d¨¦cadas. Conoci¨® la Capilla Sixtina como una ruina oscurecida por la suciedad y ha visto c¨®mo su ¨¦xito desviaba la atenci¨®n sobre los siete kil¨®metros de tesoros que constituyen los museos de la colecci¨®n pontificia. Tiene ante s¨ª el reto de actualizar el mensaje de la fe y de acoger a las hordas de visitantes, que en la ¨²ltima d¨¦cada han pasado de dos a seis millones anuales. Jatta recibe a El Pa¨ªs Semanal poco despu¨¦s de la cumbre sobre los abusos sexuales en la Iglesia. En la antesala de su despacho, un funcionario muy protocolario ofrece agua y un cuenco con caramelos. La directora se hace esperar. Cuando aparece lo hace jovial, atareada, alegre y diplom¨¢tica a partes iguales. Apenas habla de la Iglesia. Evita las preguntas que salen de su campo.
?Qu¨¦ es hoy la Capilla Sixtina? ?Cultura? ?Religi¨®n? ?Turismo? De entrada es un lugar de culto, el Papa y la curia la utilizan como capilla. En las entradas, una nota advierte de que si el Papa tiene una celebraci¨®n, las visitas se interrumpir¨¢n.
?Eso sucede? Poco, pero ahora mismo con las reuniones sobre abusos en la sede de la Iglesia, un d¨ªa se cerr¨®. La capilla ha sido utilizada para bautizos y para celebrar sacramentos. Es del Papa. Pero es evidente que, adem¨¢s de su uso original, es uno de los lugares m¨¢s maravillosos de la historia del arte y, en el imaginario de quienes visitan los Museos Vaticanos, el lugar que visitar.
?Unos pocos metros cuadrados eclipsan el museo m¨¢s grande del mundo? Nos esforzamos para que se conozca el resto. Hasta finales de los a?os ochenta, la gente ven¨ªa a ver las antig¨¹edades cl¨¢sicas y las estancias de Rafael. Entonces, la Capilla Sixtina era oscura y apenas se ve¨ªan los frescos de Miguel ?ngel. Tras una restauraci¨®n que dur¨® una d¨¦cada aparecieron los colores, un festival crom¨¢tico que descubri¨® los pintores que conviven en la Sixtina: de Botticelli a Pinturicchio o Ghirlandaio. Yo ya trabajaba en la biblioteca y recuerdo la impresi¨®n: fue como correr una cortina. Hasta entonces ten¨ªamos un Miguel ?ngel oscuro, casi caravaggiesco.
?La Capilla Sixtina se alquila? ?Qu¨¦ quiere decir?
Tengo entendido que la empresa Porsche la alquil¨® para una cena de gala. No, en absoluto.
En 2014, inform¨® la CNN. En el pasado no lo s¨¦. De vez en cuando hacemos cenas para nuestros grandes patronos de las artes, pero bajo mi direcci¨®n las hemos reducido much¨ªsimo. Para m¨ª estos son los museos del Papa, un lugar de arte y de fe para que todo el mundo lo visite. No soy contraria a actualizarlos, pero hay maneras de hacerlo, y algunas decisiones exigen moderaci¨®n.
?Alguien que no puede pagar la entrada puede visitar los museos? Hace poco nos escribi¨® una pareja. Celebraban 50 a?os de casados y quer¨ªan visitar los museos, pero no ten¨ªan con qu¨¦ pagar la entrada. Claro que se las regalamos. Adem¨¢s, el ¨²ltimo domingo del mes la entrada es gratuita.
?Los creyentes pagan menos? La tarifa de peregrino cuesta cuatro euros, pero tiene que ser un grupo con un sacerdote. P¨ªcaros hay en todas partes, no basta con decir que crees.
?La colecci¨®n de los papas est¨¢ hecha de encargos? S¨ª y no. Recibimos donaciones. Y en el pasado los papas tambi¨¦n compraron. El arte contempor¨¢neo lo donaron a Pablo VI cuando se cumplieron 10 a?os de su pontificado y ¨¦l lo don¨® a los museos.
?Cu¨¢l es el criterio del Vaticano para hacer encargos o aceptar trabajos? El criterio es la calidad y la coherencia con el mensaje de la colecci¨®n. La decisi¨®n final hoy es de los comisarios, antes el responsable era un obispo, un cardenal o el Papa.
¡°El Louvre es la expresi¨®n de la grandeur de Francia, el Prado muestra las colecciones reales
y el Vaticano expone un mensaje de fe. Es una colecci¨®n peculiar¡±
?Ha visitado las colecciones con el Papa? No. Ha venido a las exposiciones que organizamos, pero es un hombre tan ocupado¡
?Sabe si tiene alguna obra favorita? ?Nunca se lo he preguntado!
?Qu¨¦ relaci¨®n hay entre el catolicismo y la colecci¨®n? Una muy fuerte, fruto de siglos de una misi¨®n: llevar adelante el conocimiento hist¨®rico y art¨ªstico de la fe. Estas son las obras del Papa. Eso la convierte en una colecci¨®n muy peculiar frente a cualquier otro gran museo del mundo, sea el Ermitage, el Louvre o el Prado.
Pero esa tem¨¢tica es com¨²n a casi todo el arte occidental prerrenacentista. Seguramente s¨ª, pero aqu¨ª esa idea contin¨²a vigente. El Louvre es la expresi¨®n de la grandeur de Francia. El Prado muestra las colecciones reales y el Vaticano expone un mensaje de fe.
Antonio Paolucci, el anterior director, hablaba del fomento del civismo de la gente que visita estos museos: ¡°Un empleado m¨¢s eficaz, un dirigente m¨¢s responsable¡±. ?Comparte esa opini¨®n? Yo hablo de la belleza que hace creer. Fui al mec¨¢nico a arreglar el coche. Acab¨¦ cont¨¢ndole a qu¨¦ me dedicaba y me dijo: ¡°Doctora, ?sabe que mi esposa y yo fuimos a la apertura vespertina?¡±. Para m¨ª, que un mec¨¢nico y su mujer quieran venir a estos museos en lugar de irse a comer una pizza es maravilloso.
Pueden hacer las dos cosas, venir al museo y comerse la pizza. Claro. Y lo pueden hacer aqu¨ª, que tambi¨¦n tenemos restaurantes.
?Qu¨¦ porcentaje de su presupuesto sale de esas ventas? Apenas el 5% de las tiendas y restaurantes. Nuestra fuente de ingresos son las entradas. Es verdad que el turismo de masas es inc¨®modo. Pero tambi¨¦n nos permite conocer y disfrutar a todos. Mis hijos viajan por Europa con vuelos de 30 euros. Hoy es posible conocer lo que antes parec¨ªa vetado a muy pocos. Compartir es nuestro mensaje. Defendemos compartir la belleza con muchas personas.
?El nombramiento del papa Francisco ha aumentado las visitas a los museos? En 10 a?os hemos pasado de dos millones de visitantes al a?o a seis, pero esto ha sucedido en todos los grandes museos del mundo por la posibilidad de viajar barato.
?Cu¨¢ntos visitantes m¨¢s cabr¨ªan? Si quisieran visitar los siete kil¨®metros de museo, tenemos sitio. Uno puede encontrar salas vac¨ªas para ¨¦l solo. Escr¨ªbalo por favor: que visiten el Museo Etrusco, que es maravilloso.
?Hay muchas mujeres en el Vaticano? Cuando llegu¨¦ a la biblioteca, hace 22 a?os, ¨¦ramos tres entre cien. Cuando sal¨ª, ¨¦ramos ya el 50% reflejando los cambios de la sociedad. Hoy en los museos trabajan casi 1.000 personas y puede que las mujeres sean un 40% porque casi todos los vigilantes son hombres. La sociedad ha ido cambiando. En la generaci¨®n de mi madre, pocas mujeres trabajaban. En la nuestra, un 70%. En la de mi hija es impensable que una mujer no trabaje. Es bueno no ser solo una cosa. Conozco a mujeres dedicadas a sus labores que cuando se separan o se muere su marido tienen un gran problema. Mi padre, que era un hombre del sur y ten¨ªa tres hijas, siempre nos aconsejaba autonom¨ªa mental y econ¨®mica.
?A qu¨¦ se dedicaba? Era abogado.
?Su madre vive? S¨ª. No la veo casi nunca. Pero sabe d¨®nde estoy. Cuando me nombraron vio una entrevista a Paolucci en la que hablaba de cu¨¢nto hab¨ªa descuidado a su familia por este trabajo y se puso a llorar. Aunque ella era restauradora y siempre trabaj¨®, igual que su madre, que era pintora.
?Su abuela? Assia Olsoufiev Busiri Vice era su nombre. Era rusa y bastante conocida en Roma.
?Su nombramiento fue algo inesperado hasta para usted? Pues s¨ª. Llevaba 20 a?os trabajando tranquilamente en la Biblioteca Vaticana. Un d¨ªa me pidi¨® mi jefe que por la tarde fuera a ver al cardenal. Me ofrecieron ser subdirectora para luego sustituir a Paolucci.
?Dud¨®? Al principio, mucho.
Paolucci hab¨ªa dirigido los Uffizi, en cambio usted pas¨® de la investigaci¨®n a la gesti¨®n. Pero exist¨ªa ya una estructura que funcionaba muy bien. Tuve suerte porque estaba en el lugar apropiado: conoc¨ªa la casa, Paolucci se jubilaba y tal vez quisieron enviar un mensaje situando a una mujer en el cargo m¨¢s alto.
No lo han hecho en otros asuntos de la Iglesia. Yo puedo haberme beneficiado de algo que los nuevos tiempos requieren.
Ha sacrificado el deporte, su afici¨®n al ciclismo y buena parte de la vida familiar. Le puedo asegurar que mi vida ha cambiado mucho, pero hay un momento para cada cosa. Hace 10 a?os hubiera sido imposible meterme en un reto de este calibre: los hijos, la madurez¡ Es cierto que hago menos deporte del que quisiera, aunque tambi¨¦n me empezaban a doler las rodillas. No me gusta hablar de sacrificios. Son elecciones.
Estudi¨® literatura en Roma y arte en Estados Unidos, a donde fue siguiendo a su marido, que es m¨¦dico. ?Usted d¨®nde se ha hecho? Estuve dos a?os en Estados Unidos y dos d¨¦cadas en la Biblioteca Vaticana. Creo que ah¨ª me form¨¦. Los museos son la belleza que se percibe con los ojos, con el alma si quiere, pero la biblioteca es lo invisible. Es la belleza oculta de las ideas.
¡°No quiero que los visitantes desfilen como ovejas. Tenemos siete kil¨®metros de museo. Uno puede encontrar salas vac¨ªas para ¨¦l solo, espacios maravillosos¡±
?Siempre ha tenido fe? S¨ª. Vengo de una familia muy cat¨®lica.
?Y no la ha cuestionado nunca? Oh, Dios. No.
Sin embargo, es una persona que investiga, que se hace preguntas¡ No sobre este tema. Se piensa en la Biblioteca Vaticana como en un lugar de textos teol¨®gicos, y es una biblioteca human¨ªstica. Ese esp¨ªritu solo acrecienta la fe. El conocimiento del saber humano es la fuerza de la Iglesia. Y ha reforzado mi fe.
?C¨®mo ha decidido sus prioridades como directora? No quiero que los visitantes desfilen como ovejas, hay otras maneras de visitar nuestros museos. Quiero que se conozcan los siete kil¨®metros. Por eso ideamos la muestra del tricentenario de Winckelmann, que los atraviesa buscando la colecci¨®n del que fuera bibliotecario del Vaticano. Soy m¨¢s partidaria de los di¨¢logos entre piezas de la colecci¨®n con obras de otras instituciones que de las exposiciones medi¨¢ticas.
Algunos de los grandes museos del mundo, el Louvre o el Ermitage, han apostado por las franquicias. ?Habr¨¢ alguna vez una franquicia de los Museos Vaticanos? Tenemos una: Castelgandolfo. El papa Francisco ha decidido que no sea su residencia de verano y lo ha abierto al p¨²blico. Hemos llevado piezas de la colecci¨®n, aunque el apartamento del Papa ha querido mantenerlo tal como lo dej¨® el ¨²ltimo Pont¨ªfice. Adem¨¢s, tenemos m¨¢s de 50 exposiciones temporales al a?o que viajan a museos diocesanos del mundo.
El primer director no italiano de los Uffizi, el alem¨¢n Eike Schmidt, ha reclamado a una familia alemana el bodeg¨®n de Jan van Huysum que supuestamente pertenec¨ªa al museo. ?Puede suceder lo mismo en el Vaticano, reclamar algo que les fue usurpado? Oh, Dios, no.
O al contrario, ?teme que le reclamen algo? Oh, Dios. No, eso no. [El escultor Antonio] Canova recuper¨® lo que Napole¨®n hab¨ªa cogido: muchas esculturas como el Laocoonte o el Apolo de Belvedere, que hoy tenemos. Por nuestra parte, hace un a?o restituimos a Ecuador las tzantzas, cabezas reducidas de guerreros.
?Eso abre una puerta? Fue un caso espec¨ªfico. Nosotros no hemos hecho restituciones. Pero s¨ª hemos tratado de ser m¨¢s justos con las autor¨ªas de piezas abor¨ªgenes. Lo hacemos para crear puentes.
?Recuerda la primera vez que pis¨® estos museos? Creo que ten¨ªa 18 a?os. Deb¨ª venir antes con el colegio, pero recuerdo esa vez con una amiga y me pareci¨® un ?lugar fuera del mundo. Lo que m¨¢s me impresion¨® fue la Capilla Sixtina antes y despu¨¦s de la restauraci¨®n. Todav¨ªa vivimos del descubrimiento de esos colores.
?Ha cambiado de preferencias? Mi formaci¨®n me hac¨ªa centrarme en la pintura. Las artes decorativas no se estudiaban en La Sapienza. Pero yo eleg¨ª una especialidad en las artes emergentes y otra en las descuidadas: fotograf¨ªa y grabado. Eso te hace ver desde otro punto de vista. Hoy algunos tapices me parecen obras maestras. Hay niveles en la mirada y en el conocimiento. Cuando conoces la t¨¦cnica ves con otros ojos. Yo de joven era mucho m¨¢s dr¨¢stica en mis juicios. Y al mismo tiempo no ten¨ªa opini¨®n sobre casi nada. Ahora opino de todo, me veo capaz de argumentar cualquier idea.
Tiene tres hijos. ?Su relaci¨®n con el arte ha cambiado desde que usted dirige los museos? Los mayores viven fuera. Mi hija es antrop¨®loga y, claro, de todos, elige el museo etnol¨®gico. En casa queda un hijo que de vez en cuando viene aqu¨ª a comer conmigo. Pero estudia finanzas y todas sus preguntas van encaminadas hacia ese tema: ?cu¨¢nto ganan los museos?
Somos la primera generaci¨®n sin una cultura mitol¨®gica, y muchos de nuestros hijos, la primera ¡ªen Espa?a e Italia¡ª sin una cultura religiosa. ?Cu¨¢nto conocimiento se necesita para disfrutar de la historia del arte? Sin conocimiento se tiene una visi¨®n parcial, y nosotros tratamos de explicar lo b¨¢sico con textos de sala.
Esos textos son cada vez m¨¢s extensos porque cada vez sabemos menos de esos temas. En las estancias de Rafael ocupan mucho espacio y cuesta moverse. El equilibrio no es f¨¢cil. La gente suele ir con prisa. Y muchas veces llega poco informada. Hemos tratado de mejorar la web para que la gente lea antes de venir. La preparaci¨®n personalizada, tirando del hilo de los propios intereses, es el futuro. En Espa?a creo que es igual porque he visto la web del Prado. La inform¨¢tica es clave. El 85% de las entradas las vendemos online. Si quieres venir, reservas y te preparas. Si pagas m¨¢s, esperas menos. Normalmente los que esperan son los j¨®venes como mis hijos: no tienen dinero, pero tienen tiempo. No hay otro museo italiano con tanta informaci¨®n online. Aunque nosotros no somos italianos, claro¡ Aconsejo prepararse antes. Es lo que hacen los profesores con los ni?os: darles claves para ver m¨¢s y luego motivos para investigar. El conocimiento es lo que hace posible que cuaje la curiosidad. Cada persona tiene una llave personal que le abre la grandeza del arte. Debe dejarse guiar por la intuici¨®n y buscar. Cuando uno busca algo que quiere encontrar ¨¦l, no que le mandan buscar, no lo olvida nunca.
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