Casado al mando
El PP reh¨²ye lo m¨¢s urgente: acabar con la corrupci¨®n y definir un perfil propio
La investidura de Isabel D¨ªaz Ayuso como presidenta de la Comunidad de Madrid ha marcado la consolidaci¨®n del liderazgo de su mentor, Pablo Casado, tras el inapelable retroceso experimentado por el Partido Popular en las elecciones generales, y, aunque m¨¢s atenuado, tambi¨¦n en las municipales y auton¨®micas. Otra cosa es que, aun habiendo contribuido decisivamente a su consolidaci¨®n, la flamante presidenta de Madrid est¨¦ en condiciones de se?alar el rumbo pol¨ªtico a la direcci¨®n nacional encabezada por Casado, puesto que ha llegado al Ejecutivo aut¨®nomo a pesar de los problemas que siguen acosando al Partido Popular, no gracias a haberlos superado. Y otro tanto cabe decir de Andaluc¨ªa y de Murcia, los otros dos Gobiernos aut¨®nomos obtenidos por el Partido Popular gracias a una alianza negativa con Ciudadanos y Vox.
En estos pactos contra natura ha pesado m¨¢s la voluntad de cerrar el paso al partido socialista que suscribir un programa com¨²n, con lo que la victoria de esta opci¨®n no solo ha sido p¨ªrrica, sino tambi¨¦n inestable: Vox ha recibido como premio una posici¨®n pol¨ªtica en municipios y autonom¨ªas que no se corresponde con su fuerza real, y desde la que no ha ocultado su intenci¨®n de ejercer el chantaje sobre los dos aliados principales.
La investigaci¨®n judicial a las antecesoras de D¨ªaz Ayuso al frente de Madrid, as¨ª como las noticias que la sit¨²an a ella misma en el entorno m¨¢s problem¨¢tico de Esperanza Aguirre, ha sido un oportuno recordatorio de que el Partido Popular tiene por delante un largo camino en los tribunales, del que no podr¨¢ sustraerse arrojando un manto de silencio ni confiando en el simple transcurso del tiempo. Casado se ver¨¢ m¨¢s temprano que tarde confrontado a la decisi¨®n de adoptar la estrategia indolente de su predecesor, empe?ado en confundir la inocencia con una ignorancia m¨¢s o menos deliberada, o, por el contrario, emprender de una vez por todas las medidas necesarias para desmantelar las redes corruptas y restablecer la dignidad de una fuerza pol¨ªtica que ha ejercido y ejerce tareas de Gobierno. En estos meses al frente de un partido desalojado del poder a trav¨¦s de una moci¨®n de censura por corrupci¨®n, Casado ha tenido ocasi¨®n de comprobar que sus electores no esperaban tanto una radicalizaci¨®n del discurso cuanto una n¨ªtida depuraci¨®n de responsabilidades. Los apoyos que confiaba obtener desplaz¨¢ndose hacia la derecha ha debido compartirlos con sus rivales en este espacio, que le han recriminado una y otra vez los esc¨¢ndalos.
El tono bronco y crispado que Casado adopt¨® para concurrir a las elecciones generales no fue sin embargo el mismo con el que encar¨® las municipales y auton¨®micas, con mejor resultado. Pero m¨¢s all¨¢ de este viraje obligado por las circunstancias, el Partido Popular al mando de Casado sigue sin realizar la tarea m¨¢s acuciante, junto a la de acabar con la corrupci¨®n: definir un perfil pol¨ªtico propio, evitando permanecer a caballo entre la ideolog¨ªa conservadora y la tentaci¨®n ultramontana. En este sentido, Casado ha justificado la condescendencia hacia Vox asegurando que se trata de una escisi¨®n coyuntural de los populares; falta por aclarar si el retorno a la casa com¨²n se realizar¨ªa exigiendo a Vox que renuncie a su programa dudosamente constitucional o, por el contrario, incorpor¨¢ndolo total o parcialmente al del Partido Popular. Los pactos en Andaluc¨ªa, Castilla y Le¨®n y Madrid apuntan inquietantemente en esta ¨²ltima direcci¨®n, y, a este respecto, el Partido Popular tiene tanta responsabilidad como Ciudadanos en haber incorporado a la ultraderecha a las mayor¨ªas de Gobierno.
La diferencia, por descontado, existe, aunque no exima de nada a Casado: el Partido Popular ha extra¨ªdo de esta alianza beneficios pol¨ªticos netos, mientras que Ciudadanos se ha limitado inexplicablemente a asumir todos los costes.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.