Un oasis tropical al norte de la ciudad de M¨¢laga
El jardinero Paco Ruz lleva m¨¢s de 20 a?os custodiando las 3.000 especies ex¨®ticas y aut¨®ctonas que convierten el Jard¨ªn Bot¨¢nico Hist¨®rico de la Concepci¨®n en un aut¨¦ntico oasis tropical al norte de la ciudad de M¨¢laga.
A PACO RUZ le gusta llegar muy pronto al jard¨ªn. A las 7.15, cuando solo le recibe en el Bot¨¢nico Hist¨®rico de la Concepci¨®n de M¨¢laga el canto de los p¨¢jaros. El veterano jardinero, de 69 a?os, pasea por sus dominios asegur¨¢ndose de que todo est¨¢ en orden antes de que se abran las puertas al p¨²blico a las 9.30. Uno de sus mayores quebraderos de cabeza es que alguna rama o alguno de los viej¨ªsimos ¨¢rboles que crecen en este vergel al norte de la ciudad se quiebre de improviso. Todav¨ªa recuerda aquella ma?ana en la que descubri¨® el que quiz¨¢s era el ejemplar m¨¢s anciano de la finca, un ficus centenario, desplomado en el suelo. ¡°No hab¨ªa en M¨¢laga motosierra con la hoja tan grande como para poder cortarlo, tuvieron que pedirla a Madrid. Estuvimos tres o cuatro d¨ªas para retirarlo¡±. Ruz lleva 20 a?os siendo jardinero jefe de este oasis andaluz con m¨¢s de 3.000 especies y 50.000 plantas tropicales, subtropicales y aut¨®ctonas.
A mediados del siglo XIX la familia Loring Heredia adquiri¨® esta hacienda en la entrada norte de la ciudad, junto al r¨ªo Guadalmedina, para convertirla en su residencia de verano. La finca era un punto de encuentro de la burgues¨ªa malague?a y la ¨¦lite cultural de la ¨¦poca. Llegaron a visitarla personalidades internacionales como la emperatriz de Austria, Sissi. Los marqueses de Casa Loring edificaron un palacete y contrataron los servicios del jardinero franc¨¦s Jacinto Chamoussent, que se encarg¨® de cultivar plantas ex¨®ticas. De esta ¨¦poca se conserva el cenador de las glicinias, una p¨¦rgola junto a la vivienda que durante dos semanas de primavera al a?o luce abarrotada de flores moradas. En 1911 un matrimonio bilba¨ªno adquiri¨® la Concepci¨®n. Rafael Echevarr¨ªa y Amalia Echevarrieta ampliaron el jard¨ªn y construyeron algunas de sus zonas m¨¢s representativas, como es el mirador a la ciudad de la parte alta. Tras la muerte del matrimonio, el hermano de Amalia qued¨® al cargo del jard¨ªn. Y cuando este tambi¨¦n muri¨®, el vergel entr¨® en un periodo de decadencia y abandono hasta que fue adquirido por el Ayuntamiento de M¨¢laga en 1990.
Ruz todav¨ªa recuerda la primera vez que entr¨® con su cuadrilla al jard¨ªn como jefe de una contrata. La frondosidad se hab¨ªa desatado durante el tiempo que el terreno estuvo desatendido. Entre los trabajadores se contaba la leyenda de que una de las estatuas, una ninfa que sujeta un c¨¢ntaro sobre una fuente, se hab¨ªa encargado de regar la vegetaci¨®n. En 1998 pas¨® a estar al frente de los jardineros de la Concepci¨®n. Tres trabajadores fijos, contando con ¨¦l, que recurren al apoyo de cuadrillas del Ayuntamiento cuando es necesario. En la parte hist¨®rica del vergel de la Concepci¨®n, que ocupa 3,4 hect¨¢reas, la frondosidad es tal que en las ¨¦pocas de mayor calor la temperatura puede ser de varios grados menos. Los ficus, palmeras, araucarias y cedros antiqu¨ªsimos crecen entre puentecillos, estanques, cascadas y fuentes.
Rodeando la parte hist¨®rica el terreno total ocupa unas 20 hect¨¢reas, en las que se han ido desarrollando con los a?os las colecciones bot¨¢nicas. Hay una zona de tupidos y alt¨ªsimos bamb¨²es. Se puede recorrer la vuelta al mundo en 80 ¨¢rboles, con flora representativa de cada continente. Tambi¨¦n se puede disfrutar de una recopilaci¨®n de 100 especies de palmeras de todo el mundo. ¡°La mejor colecci¨®n de Europa¡±, presume Ruz. Es esta familia de plantas la que m¨¢s atareada tiene al jardinero debido a la plaga del picudo rojo. ¡°Sus preferidas son las canarias, pero va a por todas. Es como un banquete¡±, comenta el capataz.
El despliegue vegetal de este jard¨ªn se explica por su situaci¨®n junto a la presa del r¨ªo Guadalmedina, desde la que se suministra el agua a la finca. Ruz trabaj¨® en una empresa de instalaciones de riego y, cuando entr¨® en la Concepci¨®n, uno de sus proyectos fue mejorar este aspecto. La infraestructura anillar que dise?¨® cubre todo el terreno de tal manera que, si en alg¨²n punto hay una aver¨ªa, se puede aislar esa parte y seguir llevando agua al resto. Ruz tiene previsto jubilarse pronto y ha guardado para su retiro un antiguo plano t¨¦cnico con cotas de nivel de las circulaciones de agua del jard¨ªn. Quiere estudiarlo y trasladarlo a un programa inform¨¢tico en tres dimensiones. Pero eso ser¨¢ cuando tenga un delf¨ªn, como dice, al que transmitir su legado. Como el funcionamiento de la aplicaci¨®n digital desde la que hace unos a?os se controla toda la red de riego. Ruz saca su tel¨¦fono inteligente y trastea durante unos segundos. De repente los aspersores que rodean el banco de piedra en el que est¨¢ sentado se ponen en marcha. ¡°?T¨² te puedes creer que tenga que ser el viejo el que va achuchando para poner un sistema digital?¡±, sonr¨ªe orgulloso el jardinero.
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