V¨ªctimas somos todas
La violencia de g¨¦nero la sufrimos todas las mujeres en numerosos momentos a lo largo de nuestras vidas. Y sin salir de nuestro entorno
Es imposible comprender en toda su magnitud la violencia de g¨¦nero si reducimos nuestra mirada al maltrato que sufren no pocas mujeres por parte de los hombres con los que tienen o han tenido una relaci¨®n de pareja. Desde esa perspectiva para muchas mujeres, entre ellas yo, la violencia de g¨¦nero es algo que sufren otras mujeres. Algo terrible que merece ser erradicado, pero algo que en modo alguno define a nuestra sociedad. As¨ª podemos dejar apartado el problema en nuestra cabeza y mantener una imagen positiva de nuestra sociedad.
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Pero si extendemos la mirada a los otros ¨¢mbitos en los que se produce la violencia de g¨¦nero, como hace el Convenio de Estambul (ratificado el 18 de marzo de 2014, gobernando Rajoy, que a veces se nos olvida) nos encontramos con que la violencia de g¨¦nero la sufrimos todas en numerosos momentos a lo largo de nuestras vidas. Sin salir de nuestro entorno, comentarios obscenos siendo adolescentes y j¨®venes que nos hacen sentir miedo, persecuciones por la calle, hombres buscando en los parques la cercan¨ªa para exhibir su pene ante mujeres, grupos de ni?os para tocar a las ni?as a la salida del instituto, emborrachamientos para meter mano, hombres que pegan sus penes a las chicas en el metro y en el autob¨²s, presiones para mantener contactos sexuales en el entorno laboral, propuestas de relaciones sexuales en el entorno educativo o laboral con la advertencia de castigos en el caso de no claudicar, chantajes a ni?as y adolescentes para mantener relaciones sexuales, instituciones p¨²blicas que discriminan a las mujeres, bien aplicando paternalismo, bien hostilidad o humillaci¨®n, bien simplemente incumpliendo con sus obligaciones u obviando en buena parte las situaciones espec¨ªficas de colectivos no mayoritarios o marginales¡
Todo esto est¨¢ a la orden del d¨ªa, es un secreto a voces, y es bastante improbable que una mujer no se haya encontrado alguna vez en situaciones de este tipo. Son vulneraciones de derechos humanos que hacen que el espacio p¨²blico al igual que el privado sea menos seguro y libre para las mujeres que para los hombres. Y desafortunadamente, no pocas personas lo consideran dentro de lo aceptable. Les parece que ha existido siempre, que siempre va a existir, y que es responsabilidad de las mujeres saber protegernos y evitar el riesgo. Hay qui¨¦n piensa, incluso, que lo que tenemos que hacer es relajarnos y disfrutar. Y desde luego, quejarnos menos. Porque las mujeres calladas estamos m¨¢s guapas, y estar guapas y agradar a los dem¨¢s, sobre todo a los hombres, dentro del orden machista, debe ser nuestro ideal, muy por encima de ser felices o estar satisfechas con nuestras vidas.
La magnitud del fen¨®meno ¡ªincluida la violencia institucional¡ª y el hecho de que parte de nuestra sociedad considera aceptables muchas formas de violencia de g¨¦nero o las minimiza (como que cinco hombres acorralen a una joven), en modo alguno se trata de algo puntual o parcial. Al contrario, la violencia sobre las mujeres debido a la cultura machista y la falta de contundencia social frente a todas las formas de violencia de g¨¦nero, definen nuestra sociedad como la sociedad de la desigualdad y la cosificaci¨®n de la mujer: una sociedad en la que no est¨¢ garantizada todav¨ªa la justicia para las v¨ªctimas en los tribunales, ni el apoyo eficaz para la recuperaci¨®n integral en las administraciones p¨²blicas.
Si miramos de frente toda la magnitud de la violencia de g¨¦nero, ya no podremos apartar el problema en nuestra cabeza a la hora de pensar en nuestra sociedad
Se han dictado numerosas leyes con el objetivo de garantizar la igualdad entre los hombres y las mujeres y erradicar la violencia de g¨¦nero, aunque centradas sobre todo en el ¨¢mbito de la pareja. Pero a pesar de la voluntad del legislador al crear esas leyes, parte de su articulado no se cumple, o su cumplimiento depende de la voluntariedad de quieren intervienen.
Por eso en mi opini¨®n es importante que miremos de frente a todos los ¨¢mbitos en los que se da la violencia de g¨¦nero, incluido el institucional. Porque en esta sociedad que quienes defendemos los derechos humanos queremos cambiar, todas las mujeres somo diferentes, ¨²nicas, pero todas somos v¨ªctimas del machismo. Lo somos aunque prefiramos pensar en nosotras como lo que tambi¨¦n somos, mujeres adaptadas al sistema, o mujeres supervivientes, o como lo que estamos empezando a ser, combatientes. No frente a los hombres sino frente al machismo que nos hiere y mata.
Si miramos de frente toda la magnitud de la violencia de g¨¦nero, ya no podremos apartar el problema en nuestra cabeza a la hora de pensar en nuestra sociedad. Creo que entonces y solo entonces empezaremos a cambiar en profundidad este orden social por uno en el que de verdad exista igualdad, justicia y libertad.
Amparo D¨ªaz Ramos es abogada especialista en violencia de g¨¦nero.
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