Venezuela, SA
Una investigaci¨®n describe al r¨¦gimen como una empresa ilegal que se apoya en pa¨ªses iliberales y negocios il¨ªcitos
Un periodista venezolano ha contabilizado hasta 38 puestos de control en los casi 700 kil¨®metros de carreteras que comunican la capital, Caracas, y Maracaibo, la segunda ciudad del pa¨ªs. De suyo impresionante ¡ªimag¨ªnese un n¨²mero equivalente de peajes en el trayecto Madrid-Barcelona¡ª, la an¨¦cdota permite hacerse una idea de la clase de arbitrariedades a las que los venezolanos se ven sometidos. Pero lo m¨¢s interesante es que los abusivos checkpoints est¨¢n en manos de hasta media docena de ¡°autoridades¡± ¡ªguardia y polic¨ªa nacional, polic¨ªa municipal y local¡ª m¨¢s alg¨²n que otro ¡°colectivo¡±, ese cruce entre tonton macoutes de Papa Doc Duvalier, milicias del MPLA angole?o asesoradas por cubanos y piratas de las costas somal¨ªes que son el azote de barrios y pueblos enteros.
Otros art¨ªculos de la autora
Es muy llamativo el total divorcio entre la realidad de Venezuela y el ¡°relato¡± promovido por los medios con el concurso de todos los actores pol¨ªticos de la siniestra trama venezolana, tr¨¢tese de los tir¨¢nicos gobernantes o de unos opositores que llevan demasiados a?os cometiendo los mismos errores, fruto de concebir la pol¨ªtica como lo hac¨ªa el c¨ªnico de Talleyrand, es decir, como una actividad en la que las convicciones son lo de menos y solo cuentan las circunstancias. No hace falta buscar m¨¢s all¨¢ las razones de los bandazos de quienes, en menos de seis meses, de jurar que su objetivo es la vuelta a la democracia han pasado a auspiciar (por suerte sin ¨¦xito) un Gobierno encabezado por notorios delincuentes chavistas como Vladimir Padrino y Maikel Moreno, y que tras denunciar urbi et orbi las elecciones del fraudulento Maduro, ahora negocian nuevos comicios con sus emisarios. A la comunidad internacional, que tantas vidas de venezolanos ha costado perder para que se decida a apoyar a los dem¨®cratas de ese pa¨ªs, le tocar¨¢ valorar los compromisos adquiridos por el se?or Guaid¨®, y la verdad es que no le arriendo la ganancia.
El subrelato del momento es que el Gobierno se ha levantado de la mesa de negociaciones para protestar contra las ¨²ltimas sanciones de la Administraci¨®n de Trump. Bien est¨¢. Las sanciones que esta Administraci¨®n americana ha reforzado desde enero van dirigidas contra miembros del Gobierno y oficiales sobre los que penden acusaciones por delitos varios, incluidas violaciones de derechos humanos, o bien procuran salvaguardar los activos del Estado venezolano en Estados Unidos, vista la inveterada costumbre del r¨¦gimen de traficar con ellos y embolsillarse los d¨®lares. La indignaci¨®n por las sanciones es una farsa. Nadie ignora que la industria petrolera venezolana yace en escombros tras dos d¨¦cadas de sagaz gesti¨®n chavista. Cuando Ch¨¢vez lleg¨® al poder en 1999, Venezuela produc¨ªa cerca de tres millones de barriles diarios; hoy, a duras penas supera el medio mill¨®n de barriles. Sospecho que el r¨¦gimen no ha abandonado completamente este sector por dos razones: mantener apaciguados y bajo chantaje a los tenedores de bonos de PDVSA (entre los cuales hay destacados opositores, adoradores conspicuos de la democracia, pero a¨²n m¨¢s del becerro de oro) y seguir regal¨¢ndole petr¨®leo al amo cubano.
Es muy llamativo el total divorcio entre la realidad y el ¡°relato¡± promovido por los medios con el concurso de todos los actores pol¨ªticos
La realidad venezolana tiene poco que ver con estas ficciones. Quien quiera comprender el porqu¨¦ de los 38 checkpoints o de la inutilidad hasta la fecha de las sanciones, leer¨¢ con provecho el informe de Douglas Farah y Caitlyn Yates, La ¨²ltima resistencia de Maduro. Estos investigadores describen no ya un pa¨ªs llamado Venezuela, sino una empresa ilegal que forma parte de una red criminal integrada por pa¨ªses con reg¨ªmenes iliberales y por actores informales, dedicados al enriquecimiento il¨ªcito mediante toda clase de tr¨¢ficos, desde narc¨®ticos y armas hasta minerales preciosos y trata de personas. En el caso de Venezuela, hay fundadas sospechas de que el generado por la miner¨ªa ilegal de oro, diamantes y colt¨¢n ha contribuido a mantener en el poder a Maduro y sus secuaces. ¡°Solo en 2018, el Estado venezolano vendi¨® 73,2 toneladas de oro en Turqu¨ªa y Emiratos ?rabes Unidos¡±, y parte de este bot¨ªn ha sido rastreado hasta Uganda. El r¨¦gimen venezolano tambi¨¦n hace negocios con unas milicias a las que ha cedido el control efectivo de parte del pa¨ªs: actualmente, 12 de sus 25 entidades territoriales est¨¢n parcialmente bajo el control de las dos guerrillas colombianas del ELN y las FARC y de los mencionados colectivos. Incluso hay o ha habido una base de entrenamiento de Hezbol¨¢ en isla Margarita.
Gracias a Ch¨¢vez y su heredero, Venezuela dej¨® hace tiempo de ser un pa¨ªs con futuro. Ahora hay serias dudas de que pueda seguir siendo considerado un pa¨ªs como cualquier otro y no un consorcio de empresas criminales. ?C¨®mo enfrentarse a eso? Lo ignoro, pero parece razonable pensar que las sanciones no bastar¨¢n para desalojar de Miraflores a Mackie Maduro Messer y su gang, porque ellos tienen una navaja, pero nadie la quiere ver¡
Ana Nu?o es escritora.
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