Nostalgia en Viena por los bares chungos
Klaus Pichler inmortaliz¨®, antes de su r¨¢pido declive, aquellos antros que en los sesenta fueron como un segundo hogar para la clase obrera y para criminaluchos navajeros.
Este lugar es como la primera parada hacia una casa de locos.
Jackson atiende el mostrador con una toalla al cuello como un boxeador. En la barra hay ceniceros y vasos de agua con rosas. El humo trepa por la pared, alcanza el techo y llega a la sala principal, donde se sienta el vendedor de rosas de los bares del barrio, que aqu¨ª no viene a vender, viene a beber. En la mesa contigua, un cliente se ha quedado dormido con la frente apoyada en la jarra de cerveza. A su lado, juegan al ajedrez. La frase se la dijo Maria Uitz, 92 a?os, propietaria del bar Schmauswaberl desde su apertura en 1962, a Peter Balon cuando le traspas¨® el negocio hace seis meses. Aunque ya la hab¨ªa o¨ªdo antes. ¡°El bar arrastra mala reputaci¨®n por el trapicheo con drogas. Lo frecuentaban proxenetas, alcoh¨®licos y delincuentes. Hoy queda una clientela singular, muchos de ellos inadaptados que consideran el bar su segunda casa¡±, dice Balon, productor de festivales techno que quiere preservar la identidad del Schmauswaberl. ¡°Llegaron nuevos clientes que miraban como si esto fuera un zoo. Y entre los veteranos, algunos no hab¨ªan visto nunca a dos lesbianas darse un beso. Mi idea es que cohabiten¡±, dice. Esta noche el m¨²sico Voodoo J¨¹rgens rueda en el reservado el teaser de su pr¨®ximo ¨¢lbum: ¡°Conozco el Schmauswaberl desde que ten¨ªa 15 a?os. Cambi¨® de due?o, s¨ª, pero sigue siendo un cl¨¢sico¡±.
El Schmauswaberl se encuentra junto al Naschmarkt, el rastro de Viena, el popular mercado callejero en el centro. Es uno de los 70 bares de viejo que document¨® el fot¨®grafo Klaus Pichler ¡ªuno de los referentes de Martin Parr en Austria¡ª con el periodista Clemens Marschall en su libro Golden Days Before They End (Edition Patrick Frey). La obra va ya por su cuarta edici¨®n en alem¨¢n y segunda en ingl¨¦s, crece al mismo ritmo que los bares se extinguen. Pichler calcula que han cerrado el 40% desde que la publicaron en 2016. ¡°Sab¨ªamos que era la ¨²ltima oportunidad de inmortalizarlos antes de que desaparezcan. Los due?os se retiran, los regulares se mueren por la mala vida. La mayor¨ªa son jubilados con problemas de alcoholismo, sobre todo hombres, que encuentran aqu¨ª el ¨²nico sitio donde hablar con alguien. Son bares que pertenec¨ªan a la clase obrera en los a?os sesenta y setenta, cuando hab¨ªa permisividad con el alcohol en el trabajo, y florec¨ªan en cada esquina. Los compart¨ªan con criminales de navaja f¨¢cil y alg¨²n que otro mafioso de los juegos ilegales de cartas¡±, cuenta Pichler.
Estos bares de barrio se conocen como Tschocherln. El Schmaus?waberl es de los pocos que resisten. Y tambi¨¦n es de los pocos en los que sus clientes fijos se negaron a posar ante la c¨¢mara de ?Pichler, solo accedieron a charlar con Marschall ¡ª¡°son un poco paranoicos¡±, resume Peter Balon¡ª. Aunque no abre hasta las seis de la tarde, tiene cafetera y un revistero bien surtido de prensa, porque esto sigue siendo Viena. El Pabell¨®n de la Secesi¨®n aparece al final de la calle. ?Llegan turistas al bar? ¡°S¨ª, alg¨²n que otro despistado¡±, dice Balon. ¡°Pero no nos importa¡±.?
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