1969 y los j¨®venes intelectuales de la Transici¨®n
Eugenio Tr¨ªas fue el primero en Espa?a que insufl¨® buena parte del esp¨ªritu filos¨®fico del mayo franc¨¦s
El a?o pasado celebramos el 40 aniversario de la Constituci¨®n. Este a?o se cumple medio siglo de uno de los hitos de la vertiente intelectual y cultural de la transici¨®n pol¨ªtica que condujo a ella.
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1969 es el a?o en que iniciara su andadura filos¨®fica Eugenio Tr¨ªas, hoy reconocido ¡ªcasi por unanimidad¡ª como el ¨²nico pensador espa?ol que ha legado un sistema filos¨®fico propio (quiz¨¢, tambi¨¦n, Gustavo Bueno). Tal salto a la vida p¨²blica, como una primera figura de la intelectualidad del momento, marc¨® el inicio de una trayectoria que, sin prisa pero sin pausa, fue configurando a lo largo de cuatro d¨¦cadas una construcci¨®n filos¨®fica innovadora e influyente. De ah¨ª que 1969 constituyera, en lo cultural, un momento decisivo para lo que a?os despu¨¦s ser¨ªa el inicio de la transici¨®n espa?ola. Y ello al menos por tres razones:
Introduciendo en Espa?a las herramientas m¨¢s innovadoras del pensamiento europeo del momento (el marco conceptual estructuralista), Eugenio Tr¨ªas clarific¨®, en ese a?o clave, la funci¨®n y el lugar de la filosof¨ªa en el conjunto del saber y la sociedad. Fue, ciertamente, un hecho cultural notable porque con ello se anticip¨® a los acontecimientos y a otros estudiosos, como era propio de Tr¨ªas y as¨ª lo hiciera, en innumerables ocasiones, a lo largo de su trayectoria intelectual (por ejemplo, reivindicando la importancia de una red plural de ciudades fuertes por todo el pa¨ªs como v¨ªa de resoluci¨®n para el eterno conflicto territorial de Espa?a, o fundamentando filos¨®ficamente la idea de la inteligencia emocional una d¨¦cada antes de su popularizaci¨®n, o previendo el choque de civilizaciones y los actuales radicalismos antes de otros c¨¦lebres analistas, o introduciendo su noci¨®n de las minor¨ªas globales como decisivas en la era digital, o vislumbrando las causas filos¨®ficas de la Gran Recesi¨®n antes de que sucediera, etc¨¦tera). En esa ocasi¨®n, justo en el inicio de su andadura intelectual, se adelant¨® a una celeb¨¦rrima pol¨¦mica (denominada por Miguel Morey la cuesti¨®n alfa) ¡ªque marc¨® de manera muy profunda al menos a dos generaciones¡ª: la controversia que entablaron, abiertamente, dos gur¨²s de la intelectualidad del momento: Manuel Sacrist¨¢n y Gustavo Bueno acerca del lugar y el papel de la filosof¨ªa.
Tr¨ªas propuso una forma de resoluci¨®n del principal dilema filos¨®fico del siglo XX: la dicotom¨ªa entre la perspectiva de los metaf¨ªsicos de la Europa continental y la de los neopositivistas, logicistas y anal¨ªticos del cientificismo anglosaj¨®n. Aport¨®, para ello, una v¨ªa diagonal o tercera v¨ªa sobre la base de su particular noci¨®n de frontera entre ciencia y metaf¨ªsica. Su principal innovaci¨®n era que no se trataba de una demarcaci¨®n metodol¨®gica o gnoseol¨®gica al uso, sino ontol¨®gica: la frontera (fractal ¡ªdir¨ªa hoy el propio Tr¨ªas¡ª) en la que a tramos se encuentran y a tramos se alejan fen¨®meno y no¨²meno. Es lo que m¨¢s tarde constituy¨® la piedra angular de su original y fecundo sistema filos¨®fico: la filosof¨ªa del l¨ªmite.
Eugenio Tr¨ªas, un joven de tan solo 27 a?os, apareci¨® en la escena p¨²blica del mundo universitario e intelectual en un a?o crucial para las revueltas estudiantiles de Espa?a ¡ªinspiradas, en parte, en las del mayo anterior de Par¨ªs¡ª, cuando ocurre el famoso asalto al rectorado de la Universidad de Barcelona, arroj¨¢ndose por la ventana un busto de Franco y, desat¨¢ndose una ola de violencia, cargas policiales y detenciones, con el subsiguiente cierre de la Universidad, as¨ª como disturbios parecidos en Madrid marcados por la tr¨¢gica muerte de un estudiante llamado Enrique Ruano. En ese contexto, Tr¨ªas fue el primero en Espa?a que insufl¨® buena parte del esp¨ªritu filos¨®fico del mayo franc¨¦s, y vino a inyectar aire fresco a un ambiente intelectual muy confuso y enrarecido ¡ªcomo relata Morey, testigo privilegiado de esa etapa de transformaci¨®n intelectual¡ª de las universidades espa?olas debido al choque entre un sistema acad¨¦mico rancio y escol¨¢stico, un cientificismo de estrechas miras y un positivismo reduccionistas; todo ello, complicado a¨²n m¨¢s por un imperante marxismo catecista.
Por todas estas razones, Tr¨ªas se convirti¨® en 1969 en la gran figura revelaci¨®n de la nueva generaci¨®n de pensadores que protagonizar¨ªan la transici¨®n hacia la libertad, pues los fil¨®sofos exiliados no hab¨ªan podido estar aqu¨ª para liderar ese movimiento intelectual. Tr¨ªas fue ¡ªal decir de Morey en dos emotivos homenajes recientes¡ª uno de los hermanos mayores que los guio en ausencia de padres o madres como Zambrano: ¡°?C¨®mo evitar la nostalgia, la rabia, por la ausencia de quienes hubieran debido ser nuestros maestros, suplantados por unos p¨¢lidos suced¨¢neos? Hu¨¦rfanos de nuestros padres naturales, ?qu¨¦ hubiera sido de nosotros sin la ayuda impagable de nuestros hermanos mayores; sin el entusiasmo por el que se entregaron a la tarea de mostrarnos todo lo que nos quedaba por aprender, y trataron de ense?arnos c¨®mo hacerlo?¡±
Arash Arjomandi es profesor de ?tica en la UAB y miembro del Centro Tr¨ªas de la UPF
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