Credulidad
Hay un af¨¢n desmedido por creer lo que a cada uno le conviene, o lo tranquiliza. Hay una fort¨ªsima tendencia a negar lo desagradable.
UNA DE LAS MAYORES PRUEBAS de la infantilizaci¨®n del mundo es sin duda el aumento de la credulidad, que parad¨®jicamente se produce cuando m¨¢s prevenidos deber¨ªamos estar. Todos coincidimos en que no ha habido ¨¦poca m¨¢s propicia para los infundios, los bulos y las falsedades, que se propalan a velocidad de v¨¦rtigo. Deber¨ªamos poner en cuarentena casi cualquier noticia o informaci¨®n que nos llegan, desconfiar de ellas por principio hasta comprobar su veracidad a trav¨¦s de alg¨²n medio ¡°serio¡±, si es que este adjetivo tiene a¨²n alg¨²n sentido. Hace un par de d¨¦cadas, en mi percepci¨®n (es decir, todav¨ªa en el siglo XX, cuando no est¨¢bamos tan indefensos ante la mentira y las fabricaciones), la gente era m¨¢s esc¨¦ptica o menos ingenua, o sencillamente pose¨ªa m¨¢s memoria. Los ni?os, como sabemos, carecen de ella o la tienen muy corta. De adultos, y salvo excepciones, no solemos recordar nada anterior a los tres o cuatro a?os. Es normal que a las tempranas edades nada deje huella y casi nada se retenga, que el hoy quede borrado por el ma?ana, no digamos el ayer.
Lo que no es normal en absoluto es que se d¨¦ ese ¡°borrado¡± permanente en personas hechas y derechas, que un gran n¨²mero de ellas olvide ¡ªy por tanto no tenga en consideraci¨®n¡ª lo sucedido, lo dicho y hecho hace apenas unos meses, o incluso unos d¨ªas. Hay un af¨¢n desmedido por creer lo que a cada uno le conviene, o lo tranquiliza. Hay una fort¨ªsima tendencia a negar lo desagradable, lo turbador, lo peligroso, y a hacer caso omiso de los avisos. Muchos pol¨ªticos han detectado r¨¢pidamente esta propensi¨®n, y est¨¢n dedicados a fomentarla y a aprovecharse de ella. Prometen cosas imposibles o absurdas sin anunciar nunca c¨®mo las van a realizar: ¡°Todos los ciudadanos percibir¨¢n un salario universal, trabajen o no¡±. ¡°Construiremos un muro y M¨¦xico lo pagar¨¢¡±. ¡°Saldremos de la Uni¨®n Europea por las bravas y el Reino Unido florecer¨¢¡±. ¡°Impediremos toda inmigraci¨®n, no habr¨¢ italianos sin empleo y el pa¨ªs rejuvenecer¨¢¡±. Si la gente no se ha vuelto completamente idiota, la gente ve que sin inmigrantes la poblaci¨®n envejece y las pensiones resultan insostenibles; que el abandono de la Uni¨®n Europea, incluso antes de haberse producido, ya est¨¢ causando brutales da?os econ¨®micos y pol¨ªticos al Reino Unido, con un probable empobrecimiento general y una segura y progresiva irrelevancia de la naci¨®n que fue un imperio; que M¨¦xico no va a sufragar la gigantesca e in¨²til obra de su vecino del norte; que no hay dinero para garantizar un salario universal, ni siquiera mediante una salvaje subida de impuestos. Si la gente no se ha vuelto idiota, hay que estar muy cerca de ello para creerse semejantes patra?as. Parece que esa gente pensara: ¡°Bueno, no sabemos c¨®mo, pero lo prometido tendr¨¢ lugar de alguna forma milagrosa que nosotros no concebimos¡±. Quienes votan a Salvini, a Boris Johnson, a Trump o a Pablo Iglesias est¨¢n instalados en el ¡°pensamiento m¨¢gico¡±, esto es, en la fe ciega y en la superstici¨®n medieval. ¡°Quiero que me confirmen lo que me gustar¨ªa creer, que me ayuden a creer los embustes¡±, de la misma manera que los hombres y las mujeres han anhelado creer en la vida eterna y en la resurrecci¨®n de los cuerpos.
Hace poco he asistido a un caso extremo de credulidad y ¡°borrado¡±, en nuestro pa¨ªs y en la persona del pol¨ªtico Iglesias. Durante la ¨²ltima campa?a electoral se disfraz¨® de monje franciscano. El h¨¢bito no se lo puso, pero parec¨ªa un franciscano en todo lo dem¨¢s: tono mesurado, llamadas a la concordia, apelaciones al respeto. Como si fuera un catecismo, no se separ¨® de un ejemplar de la Constituci¨®n: con arrobo le¨ªa art¨ªculos de un texto que hace no mucho, seg¨²n ¨¦l, era una estafa y la prolongaci¨®n del franquismo, algo con lo que hab¨ªa que romper. Inveros¨ªmilmente, muchos ciudadanos ¡ªy lo que es m¨¢s grave, periodistas y columnistas, cuyo deber es discernir y no dejarse enga?ar¡ª se tragaron la pantomima. Por ensalmo se olvidaron del Iglesias furibundo, amenazante, iracundo, del que hac¨ªa y justificaba escraches y alentaba a sitiar el Congreso, del que llamaba a Otegi ¡°hombre de paz¡± y gritaba ¡°Visca Catalunya lliure!¡±, como si Catalu?a no fuera libre desde el mismo d¨ªa en que empez¨® a serlo el resto de Espa?a. Creerse a Iglesias como Fray Beat¨ªfico es tan inexplicable como creerse ma?ana a Torra y a Puigdemont vestidos de luces y dando vivas a Sevilla; o a Trump entonando rancheras de cari?o a los mexicanos y censura a la Asociaci¨®n del Rifle; o a Salvini desplaz¨¢ndose por el Mediterr¨¢neo para rescatar a n¨¢ufragos en el yate de Berlusconi; o a Maduro y a Putin d¨¢ndose golpes de pecho por haber perseguido, encarcelado y asesinado a oponentes. Esos ciudadanos y esos periodistas ni siquiera han sido capaces de hacerse el razonamiento b¨¢sico: ¡°?Cu¨¢ndo dice un hombre la verdad? ?Cuando no tiene nada que perder ni todav¨ªa que ganar, o cuando debe ocultar sus intenciones? ?Cuando se siente libre para atacar o cuando le toca defenderse y persuadir? ?Cuando a¨²n no ha conseguido nada o cuando cuenta con familia y un patrimonio que preservar?¡± Dar por buena la sinceridad del segundo es cosa propia de p¨¢nfilos. O lo que es lo mismo, de ni?os cr¨¦dulos y sin memoria. O lo que es peor, de supersticiosos voluntarios.?
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