Revolucionarios conservadores
El Parlamento brit¨¢nico ha iniciado la tarea de detener el populismo nacionalista por medios democr¨¢ticos. Si hay nuevas elecciones, los partidos de la oposici¨®n tienen que cooperar como no han hecho nunca antes
El Reino Unido se aproxima a toda velocidad a un momento decisivo para la democracia. El culebr¨®n del Brexit puede acabar siendo uno de los peores casos de la plaga mundial actual de populismos nacionalistas o el mejor ejemplo de una democracia contraatacando. Para aprovechar la oportunidad que ofrece esta crisis ser¨¢ necesaria una prudencia extraordinaria por parte de todos los votantes brit¨¢nicos que quieren que su pa¨ªs sea fiel a s¨ª mismo. En otras ocasiones hemos hablado de voto t¨¢ctico; ahora ser¨¢ un voto existencial.
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Tal vez afirmar que el populismo brit¨¢nico puede ser uno de los peores parezca un ejemplo m¨¢s de la importancia desmesurada que se atribuye el Reino Unido a s¨ª mismo. ?Peor que la destrucci¨®n de la democracia practicada por Viktor Orb¨¢n en Hungr¨ªa? ?Peor que el da?o que Donald Trump puede hacer al orden internacional? Pero no hay ning¨²n otro populismo que con tanta certeza vaya a descomponer el pa¨ªs que asegura querer salvar. El Brexit salvaje hacia el que nos lleva el primer ministro Boris Johnson, como un piloto de carreras enloquecido, puede muy bien suponer el fin del Reino Unido. Adem¨¢s de debilitar la Uni¨®n Europea y la alianza transatl¨¢ntica.
Por supuesto, en comparaci¨®n con Hungr¨ªa, y mucho m¨¢s Turqu¨ªa o Rusia, el populismo brit¨¢nico no parece tan malo; pero, en una de las democracias parlamentarias m¨¢s antiguas del mundo, lo que ha sucedido en Westminster es una conmoci¨®n. El Partido Conservador, un gran templo de centroderecha desde hace al menos un siglo, se ha convertido en el Partido Conservador Revolucionario. La semana pasada expuls¨® a 21 diputados, entre ellos el nieto de Churchill y dos antiguos ministros de Hacienda, con mucho m¨¢s derecho a llamarse conservadores que Johnson y sobre todo que Dominic Cummings, su mefistof¨¦lico asesor, que ni siquiera es miembro del partido. Cuando Amber Rudd, conservadora de la corriente de ¡°una naci¨®n¡±, dimiti¨® del Gobierno en agosto, dijo que est¨¢bamos ante ¡°un asalto a la decencia y la democracia¡±. Los revolucionarios conservadores han impuesto la suspensi¨®n m¨¢s prolongada del Parlamento desde 1930 y la han justificado con una mentira. ¡°El pueblo nunca perdonar¨¢ a los conspiradores de la permanencia si no se rinden¡±, proclam¨® el domingo Jacob Rees-Mogg, l¨ªder conservador en la C¨¢mara Baja, en el tabloide The Daily Mail, sin tener en cuenta que la ¨²ltima vez que habl¨® el pueblo en las urnas fue en las elecciones de 2017, que produjeron precisamente este Parlamento de ¡°conspiradores de la permanencia¡±.
Y aqu¨ª llegamos al lado positivo. Los espectadores de todo el mundo se han re¨ªdo de la C¨¢mara de los Comunes, con sus anticuados procedimientos y su teatrero presidente. Sin embargo, el Parlamento de Westminster est¨¢ d¨¢ndonos motivos de orgullo a los brit¨¢nicos. En los dos ¨²ltimos a?os, los bancos de cuero verde han presenciado grandes discursos, profunda emoci¨®n y un valor poco usual, hombres y mujeres que han puesto los intereses nacionales por encima de la conveniencia personal y del partido. Ahora, el Parlamento ha parado los pies a los matones populistas, al aprobar una ley que obliga al Gobierno a pedir la pr¨®rroga del art¨ªculo 50 si no existe un acuerdo con la UE y aprobado por los diputados para el 19 de octubre. Si Johnson se niega, como amenaza hacer, infringir¨ªa la ley y podr¨ªa tener que ir a la c¨¢rcel.
El Brexit hacia el que nos lleva Johnson como un piloto de carreras enloquecido puede suponer el fin del Reino Unido
?En qu¨¦ debe consistir el momento decisivo para la democracia del Reino Unido? El ex primer ministro Tony Blair opina que deber¨ªa convocarse ya un segundo refer¨¦ndum. Esa debe ser nuestra meta, pero en este Parlamento no hay los votos necesarios para aprobar la ley correspondiente. Es posible que Johnson renuncie a sus l¨ªneas rojas y se arrastre hacia una versi¨®n ligeramente modificada del acuerdo negociado por su predecesora, Theresa May, que podr¨ªa aprobarse en la cumbre europea de los d¨ªas 17 y 18 de octubre e incluso pasar por los pelos en este Parlamento.
Si no es as¨ª, el siguiente paso son unas elecciones generales. Como Johnson no es de fiar, los partidos de la oposici¨®n han decidido esperar hasta que est¨¦ garantizada la pr¨®rroga del art¨ªculo 50 antes de consentir las elecciones. Si Johnson dimite para no pedir la pr¨®rroga, llegaremos a las elecciones por otro camino. Aunque los 27 tengan casi agotada su paciencia, la UE har¨ªa bien en conceder una pr¨®rroga de al menos dos meses, dejando bien claro que el Parlamento del Reino Unido debe lograr que se convoquen elecciones generales en ese plazo. La alternativa, un Brexit sin acuerdo, es mucho peor para las dos partes y las futuras relaciones entre ellas.
En esas elecciones, los partidarios del Brexit duro partir¨¢n con ventaja. Tienen un objetivo ¨²nico y definido ¡ªque el Reino Unido abandone la UE¡ª y sus votos solo se pueden dividir entre dos partidos, el de los conservadores revolucionarios y el de Nigel Farage, que podr¨ªan firmar un pacto electoral. Farage dice que ¡°una alianza entre Boris y yo¡± ser¨ªa ¡°imparable¡±.
Aunque los 27 tengan casi agotada su paciencia, la UE har¨ªa bien en conceder al menos dos meses de pr¨®rroga
El otro bando no tiene un objetivo claro ni ¨²nico. Muchos, como yo, quieren un segundo refer¨¦ndum, pero otros solo quieren un Brexit m¨¢s suave. Y nuestros votos pueden repartirse entre siete candidaturas: los laboristas, liberales dem¨®cratas, verdes, Partido Nacionalista Escoc¨¦s en Escocia, Plaid Cymru en Gales, el grupo independiente y los ya numerosos exdiputados conservadores, algunos de los cuales quiz¨¢ se presenten como conservadores independientes.
Por consiguiente, para ganar estas elecciones ser¨¢ necesario que, en cada circunscripci¨®n, los partidos de la oposici¨®n cooperen como nunca antes. En particular, los laboristas y los liberales dem¨®cratas deben estar dispuestos a ver en cada caso qu¨¦ partido tiene un candidato prorrefer¨¦ndum mejor situado y a retirarse el otro. Tambi¨¦n har¨¢ falta una movilizaci¨®n sin precedentes de los votantes, con disciplina, y la capacidad de identificar al candidato que conviene respaldar en cada distrito. Eso es lo que denomino voto existencial. La campa?a Voto del pueblo promete que dar¨¢ orientaciones en su p¨¢gina web [espero que recomienden apoyar a conservadores independientes como Dominic Grieve]. Las redes sociales y la participaci¨®n de los j¨®venes ser¨¢n cruciales. Gente del equipo del 10 de Downing Street ha dicho a Katie Perrior, antigua directora de comunicaciones de May, que uno de los motivos por los que desean elecciones anticipadas es impedir que los estudiantes que est¨¢n empezando el curso tengan tiempo de inscribirse para votar y quiz¨¢ variar los resultados en las ciudades con universidad. Espero que los estudiantes capten el mensaje y tengan claro qu¨¦ es lo que deben hacer.
Aunque los partidos de oposici¨®n y los independientes obtengan mayor¨ªa, tendr¨¢n que aguantar unidos para sacar adelante la ley de un nuevo refer¨¦ndum. Si se celebra ese nuevo refer¨¦ndum, todav¨ªa tendremos que ganarlo. Y aunque lo ganemos, tendremos la inmensa tarea de demostrar a quienes votaron s¨ª al Brexit en 2016, a menudo, por motivos que ten¨ªan poco que ver con la realidad, que hemos o¨ªdo sus quejas. Pero, por lo menos, todav¨ªa habr¨¢ una oportunidad ¡ªtal vez la ¨²ltima¡ª para que una de las democracias m¨¢s venerables del mundo ayude a contrarrestar la ola actual de populismos nacionalistas.
Timothy Garton Ash es catedr¨¢tico de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford e investigador en la Hoover Institution de la Universidad de Stanford. @fromTGA.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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