El odio como motor pol¨ªtico
La lucha por el poder es indisociable de la intriga y las inquinas. Los periodistas G¨¦rard Davet y Fabrice Lhomme hacen una minuciosa radiograf¨ªa de las traiciones internas en la derecha y la izquierda francesas
Las intrigas, las frases envenenadas y las pu?aladas por la espalda son, desde tiempos inmemoriales, indisociables de la lucha por el poder. No todo es confrontaci¨®n de ideas en la pol¨ªtica, ni todo son estrategias electorales, ni minucioso trabajo legislativo. Porque este es un negocio como cualquier otro. Hombres y mujeres con sentimientos: a veces, los m¨¢s bajos, como el desprecio, el rencor, el odio.
¡°La pol¨ªtica es, en general, una batalla de egos entre personas maleducadas¡±, resume un antiguo pol¨ªtico, hoy ca¨ªdo en desgracia, en La haine (El odio), el primer volumen de la cr¨®nica sobre la desintegraci¨®n de la derecha en Francia, escrito por los periodistas G¨¦rard Davet y Fabrice Lhomme. En otra frase citada en el inicio del libro, el mismo pol¨ªtico, J¨¦r?me Lavrilleux, que durante a?os manej¨® entre bambalinas muchos hilos del partido del expresidente Nicolas Sarkozy, afirma: ¡°En pol¨ªtica, el cinismo es un instrumento cotidiano que adquiere su plena eficacia si puede apoyarse en dos patas: el odio y la violencia¡±.
Francia, pa¨ªs que, como m¨ªnimo desde la Revoluci¨®n, se ha sentido dotada de una misi¨®n universal y se ve como ejemplo para el resto del mundo, puede ser un buen punto de partida para observar c¨®mo funciona el odio en el poder. El espect¨¢culo de pol¨ªticos despellej¨¢ndose en p¨²blico ¡ªcomo se aprecia en el libro La haine, o en la reciente serie de reportajes de los mismos Davet y Lhomme en Le Monde sobre el ocaso del Partido Socialista franc¨¦s¡ª quiz¨¢ resulte chocante, pornogr¨¢fico incluso. Pero tiene tradici¨®n. Las man¨ªas personales y los rencores, la mezquindad y la doblez, ya las explicaron mejor que nadie memorialistas como Saint-Simon cuando describ¨ªan el Versalles de Luis XIV. Por ejemplo: un personaje como el duque de Noailles ¡ª¡°la m¨¢s vasta e insaciable ambici¨®n; el orgullo m¨¢s supremo; la opini¨®n de s¨ª mismo m¨¢s confiada, y el m¨¢s completo desprecio por todo cuanto no fuese ¨¦l mismo¡¡±¡ª parece salido de uno de los citados relatos period¨ªsticos sobre la pol¨ªtica francesa actual.?
Este es tambi¨¦n el pa¨ªs de Robespierre y de los pol¨ªticos revolucionarios que se guillotinaban unos a otros, aunque en aquel tiempo, finales del siglo XVIII, las man¨ªas personales ten¨ªan una justificaci¨®n m¨¢s elevada: se eliminaba al contrario por un ideal. Hoy, por suerte, la eliminaci¨®n del contrario es metaf¨®rica, y el ideal ha dejado de ser un aliciente. Pero el instinto destructivo, que con frecuencia acaba siendo autodestructivo, no ha desaparecido, al contrario.
La aversi¨®n personal?entre pol¨ªticos acostumbra a ser inversamente proporcional a la distancia ideol¨®gica
¡°En pol¨ªtica hay ideas e ideolog¨ªas¡±, reconoce Davet en la cafeter¨ªa de Le Monde. ¡°Pero lo que tiene en com¨²n esta gente es que, primero, quieren conquistar el poder y, segundo, que son humanos. As¨ª que, cuando quieres conquistar el poder y eres un hombre o una mujer, en un momento dado aparece una confrontaci¨®n personal¡±. Interviene Lhomme: ¡°Se nos suele reprochar que hablemos demasiado de las relaciones humanas en vez de las ideas pol¨ªticas. Pero no inventamos nada. Si hablas, como nosotros, de partidos de Gobierno, ?por qu¨¦ las rivalidades personales han adquirido tal importancia, muy superior a la que hab¨ªa hace d¨¦cadas? El motivo es que la izquierda y la derecha coinciden en lo esencial. Emmanuel Macron es la prueba¡±. (Macron lleg¨® en 2017 a la presidencia con una coalici¨®n que abarcaba el centroizquierda y el centroderecha).
La capacidad de odio entre pol¨ªticos es inversamente proporcional a la distancia ideol¨®gica. Cuanto m¨¢s cerca en las ideas, mayor la animadversi¨®n personal. Los socialistas, para empezar. ¡°Hollande traicion¨® m¨¢s que Macron, empezando por el plano personal¡±, dijo a Davet y Lhomme la candidata del PS a las presidenciales de 2007, S¨¦gol¨¨ne Royal sobre Fran?ois Hollande, padre de sus hijos y presidente entre 2012 y 2017 (Hollande no se present¨® a la reelecci¨®n, entre otros motivos, por la publicaci¨®n de un libro de Davet y Lhomme basado en decenas de horas de entrevistas con el presidente y con jugosas declaraciones sobre sus colaboradores y sus rivales). ¡°Valls nunca fue leal, ni siquiera trataba de demostrarlo¡±, les cont¨® Pierre Moscovici, comisario europeo y antiguo ministro de Hollande, sobre Manuel Valls, que fue primer ministro. ¡°Manuel es un 50cc: la carrocer¨ªa es soberbia, pero dentro no hay motor¡±. Y el mismo Moscovici dice de Macron, que fue consejero y ministro de Hollande antes que presidente, ¡°es alguien cuyos afectos est¨¢n dirigidos hacia s¨ª mismo, es una personalidad extremadamente especial, y se necesitaban cualidades fuera de lo com¨²n para ganar [las presidenciales de 2017]. El problema es que estas cualidades para ganar son defectos para gobernar. Es decir: quien traiciona, teme ser traicionado¡±. Teniendo en cuenta que, en lo esencial, Moscovici, Macron y Valls se mueven en la misma ¨®rbita, los torpedos verbales son reveladores: el campo de batalla entre estos pol¨ªticos de primer orden no es precisamente el ideol¨®gico.?
Todav¨ªa es m¨¢s sangrante el retrato de Los Republicanos, el partido de la derecha tradicional, en La haine, que cubre los a?os en el poder de Sarkozy y su ca¨ªda. Sarkozy trata a compa?eros de partido de tontos, exhibe su desprecio por el primer ministro Fran?ois Fillon, y en las reuniones de su c¨ªrculo m¨¢s estrecho se difunden rumores sexuales sobre colaboradores suyos. ¡°Es un falso duro. Insulta, vulgarmente, pero no mata¡±, le defiende Thierry Sol¨¨re, entonces uno de los notables del partido. Lo llamativo, y hasta cierto punto elogiable, es que todos los implicados hablan a cara descubierta, sin esconderse en el anonimato, en el off the record. No se averg¨¹enzan por el odio, algunos incluso lo llevan a gala.
Hay algo de pelea de gallos en este exhibicionismo, pero tambi¨¦n de admisi¨®n de impotencia. Cuando los m¨¢rgenes para hacer pol¨ªtica se estrechan y la durabilidad del cargo es cada vez m¨¢s inestable ¡ªel ¡°fin del poder¡± sobre el que teoriz¨® Mois¨¦s Na¨ªm¡ª, las filias y fobias personales ocupan el vac¨ªo. En la era de Trump y las fake news de las redes sociales, este tipo de odio puede parecer arcaico, pero tambi¨¦n tiene algo muy moderno.
Esta no es una historia con moraleja. No siempre ganan los buenos: jugar sucio puede ayudar a conquistar el trono. Pero, como demuestra el caso del PS y la derecha francesa, el canibalismo acelera la muerte de los viejos partidos. El odio es el combustible que propulsa hacia el poder, pero tambi¨¦n una gasolina que prende f¨¢cilmente y destruye.?
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