La huida hacia adelante de tres hijas de los campos de refugiados
As¨ª salen adelante una dise?adora de moda, una fot¨®grafa y una coordinadora de g¨¦nero en los asentamientos palestinos: "Aqu¨ª hay muchas mujeres exitosas que trabajan para realizar sus sue?os"
Sue?an con ver el mar, por primera vez en sus vidas. Sus laboratorios y oficinas se encuentran en el coraz¨®n del los campos de refugiados ubicados en las ciudades de Ramallah y Nablus. Trabajan como dise?adoras de moda, fot¨®grafas y coordinadoras contra la violencia de g¨¦nero para construir sus carreras laborales y enfrentar la falta de oportunidades. Una mujer de cada dos est¨¢ desempleada en los Territorios Palestinos, seg¨²n la Organizaci¨®n Internacional del Trabajo (ILO).
Nida, Zeynep y Ro'ya viven en Qalandia y Ein Bet Al-Ma', dos de los 27 campos de refugiados ubicados entre Cisjordania y la Franja de Gaza, que son la casa de m¨¢s de dos millones de personas. En los campos de refugiados, el agua est¨¢ disponible solo dos veces por semana, los cortes de luz son comunes y las aguas residuales a veces se derraman por callejones que no ofrecen privacidad.
Un d¨¦dalo de peque?as calles, un laberinto con las paredes pintadas con murales que llevan escritos los nombres de sus seres queridos que han sido asesinados o encerrados en la c¨¢rcel del desierto de N¨¦guev.
Nida, dise?adora de moda en un campo de refugiados en Ramallah
Su estudio est¨¢ ubicado en el coraz¨®n del campo de refugiados de Qalandia, a pocos pasos del muro de 700 kilometros que separa la Cisjordania de Jerusal¨¦n Este y que es atravesado cada d¨ªa por aproximadamente 26.000 palestinos. Entre estos callejones se encuentra el laboratorio de la dise?adora de moda Nida Shehadeh, de 27 a?os. Es la primera estilista del campo de refugiados de Qalandia, y acaba de lanzar una colecci¨®n de moda para chicas que utilizan hijab. Nida vende sus vestidos a trav¨¦s de Instagram y los distribuye mediante servicios de mensajer¨ªa a todos los Territorios Palestinos.
"A pesar de las dificultades que enfrentamos en los campos de refugiados, hay un sentido de comunidad muy fuerte que alimenta nuestras esperanzas; nos cuidamos reciprocamente", explica Nida, mientras abre la puerta de su laboratorio, "Mi padre ha comprado mi primera maquina para coser y la vecina me ha dejado el espacio para el estudio y otras herramientas". Nida dise?a en una amplia mesa, donde corta los tejidos y construye los prototipos que realizar¨¢ con la m¨¢quina para coser.
Qalandia es el hogar para aproximadamente 10.000 refugiados como Nida, que viven en una superficie de medio kil¨®metro. Las ni?as y los ni?os se inventan juegos imaginarios con materiales reciclados encontrados en los campos, como ruedas o tuber¨ªas. Corren con sus bicicletas para esconderse en el laberinto de los blancos callejones. Los grafitis pintados en las paredes cuentan las historias de sus seres queridos arrestados o asesinados en incursiones Israel¨ªes. Como los t¨ªos de Nida, asesinados antes de la segunda Intifada, a principios de los 2000. O la de su hermano Mahmood, de 23 a?os, condenado a 12 a?os y seis meses de c¨¢rcel. Est¨¢ en la c¨¢rcel del desierto de N¨¦guev, donde las temperaturas alcanzan los 40 grados, van por bajo de cero en invierno y los presos son recluidos en tiendas.
Nida y su hermana menor Ala' no pueden olvidar el d¨ªa del arresto de Mahmood. "Estaba estudiando para mi ¨²ltimo examen, eran las tres de la ma?ana. Escuch¨¦ un ruido por las escaleras y mir¨¦ por la ventana. No pod¨ªa ver nada porque estaba oscuro, pero el ruido se hac¨ªa m¨¢s fuerte. De repente la puerta se abri¨®, pero no entr¨® nadie. Cuando me asom¨¦, tres armas me apuntaban. En este momento, detuvieron a mi hermano", explica Ala', de 25 a?os. "Nunca visit¨¦ a mi hermano en la c¨¢rcel porque las chicas son sometidas a un trato humillante".
A pesar de las dificultades, las hermanas de Qalandia est¨¢n trabajando en su futuro. Nida promueve su colecci¨®n de moda a trav¨¦s de Instagram. De esta manera, est¨¢ intentando de visibilizar el trabajo de las mujeres que viven en el asentamiento, a menudo v¨ªctimas de racismo y discriminaci¨®n por ser originarias de campos como Qalandia. "Pertenezco a una familia de resistencia. Mi historia trae esperanza desde el coraz¨®n de los campos de refugiados", concluye Nida. "Las mujeres necesitan coraje para perseguir sus sue?os y alcanzar sus proyectos. No importa de d¨®nde vengas".
Zeynep, coordinadora contra la violencia de g¨¦nero en Ramallah
Las olas del mar Mediterr¨¢neo dibujan sus sue?os. Zeynep espera visitar las playas de la ciudad de Jaffa, a tan solo 60 kil¨®metros de su casa, en el campo de refugiados de Qalandia. "He cumplido 20 a?os y nunca he mirado el mar", explica.
A pesar de la m¨ªnima distancia, Zeynep Adb Algader conoce el mar solo por fotograf¨ªas. Ha solicitado muchas veces un permiso para viajar a Jaffa, pero siempre ha recibido una respuesta negativa. Una hora de viaje en coche puede ser una distancia infranqueable para las personas de Palestina, como Zeynep.
Seg¨²n el ¨²ltimo informe de la organizaci¨®n independiente Freedom House, Cisjordania es una de las regiones con menor libertad de movimiento al mundo. Sus habitantes necesitan una autorizaci¨®n cada vez que quieren salir de la regi¨®n y pasar los controles israel¨ªes. As¨ª que larga parte de sus vidas transcurre en los campos de refugiados. Zeynep ha nacido y crecido en Qalandia; es hija de refugiados originarios del mismo pueblo de los padres de Nida y Ala', cerca de Jerusal¨¦n. Su casa est¨¢ escondida detr¨¢s de un ¨¢rbol de mora, a pocos pasos de su lugar de trabajo, en Women Program Center del Fondo de Poblaci¨®n de las Naciones Unidas (UNFPA).
"Trabajo para apoyar a las mujeres que han sobrevivido a la violencia de g¨¦nero en Qalandia", explica Zeynep. "Brindamos formaci¨®n y ayuda para el empoderamiento social, psicol¨®gico, econ¨®mico y la autoayuda. Se trata de transformar las energ¨ªas negativas en una manera positiva".
Hace algunos meses, Zeynep estaba subiendo las escaleras cuando se cruz¨® con un vecino que no conoc¨ªa: Mohammed Adwan, de 23 a?os. El d¨ªa siguiente al encuentro, el joven fue asesinado. Fue el pasado 2 de Abril. Le dispararon durante los enfrentamientos ocurridos en la ¨²ltima incursi¨®n de las fuerzas militares israel¨ªes en Qalandia. Zeynep lo reconoci¨® cuando vio los p¨®steres que tapizan las paredes del campo con las fotos de las v¨ªctimas y de los detenidos.
"En los campos de refugiados, un d¨ªa puedes encontrar a una persona y al siguiente puede que la hayan matado, herida o detenido", cuenta Zeynep recordando las incursiones, la destrucci¨®n de las casas con los bulldozer, las detenciones nocturnas entre los enfrentamientos... "Cuando ten¨ªa seis a?os, los soldados entraron en mi casa por error cuando yo estaba con mi hermano peque?o. Mi madre le explic¨® que no hab¨ªa adultos a los que detener y los militares me empezaron a abofetear".
Zeynep quiere hacer escuchar su voz para relatar las condiciones de vida de las personas refugiadas. En el futuro desea continuar ayudando a las personas marginalizadas mediante su trabajo, tal y como est¨¢ haciendo con UNFPA. Mirando fuera de su oficina, las ventanas enmarcan el atardecer sobre Qalandia. Azul y rosa se mezclan en el cielo con las luces verdes de la mezquita que difunde en el aire los sonidos de las oraciones, entre las bocinas y los gritos de las ni?as y ni?os del campo. "Nuestras esperanzas son m¨¢s fuertes que la violencia", concluye Zeynep. En seguida empieza a preguntar consejos a una amiga para solicitar de nuevo un permiso de salida que le permita realizar su sue?o: ver el mar.
Ro'ya, la fot¨®grafa de boda de Nablus
Ro'ya sac¨® su primera foto durante el aniversario de bodas de sus padres, hace cuatro a?os. En aquel momento decidi¨® de empezar a trabajar como fot¨®grafa. Ro'ya Ghassan, de 22 a?os, naci¨® y se cri¨® en el campo de refugiados Ein Bet Al-Ma' o Campo N¨²mero Uno, en la periferia de Nablus, nombre que significa Monta?a de Fuego.
Ella se define a s¨ª misma como "hija del campo refugiados". Es una manera com¨²n de hablar entre mujeres nacidas y criadas en este lugar. Mientras camina hac¨ªa casa de su abuela, Roya saluda a su vecinos, que se asoman desde las cortinas que cubren las entradas de sus viviendas. El Campo N¨²mero Uno ¡ªcomo otros campos de refugiados¡ª parece una ciudad peque?a y aut¨®noma. La atm¨®sfera es familiar y todas las personas se conocen. Por sus callejones se encuentran dos tiendas de alimentaci¨®n, algunos peluqueros para hombres y el omnipresente puesto de falafel, unas alb¨®ndigas fritas de garbanzos, comida callejera t¨ªpica servida en una pita y ali?ada con salsa de garbanzos.
El Campo N¨²mero Uno es uno de los m¨¢s peque?os y con mayor densidad habitacional de Cisjordania. Es la casa de 4.500 personas, entre ellas casi mil ni?as y ni?os que estudian en dos escuelas. "Estos son los hogares de dos familias, ambas de nueve personas", explica Ro'ya, apuntando a un par de puertas, ubicadas una enfrente de la otra, tan cerca que no pueden ser abiertas al mismo tiempo, "No hay espacio, no hay privacidad en absoluto".
Los ni?os y las ni?as se mueven en zigzag con sus bicicletas entre la basura abandonada en la calle y los riachuelos de aguas residuales. Las tuber¨ªas reparadas con materiales reciclados se entrelazan con los cables el¨¦ctricos hasta llegar a la cumbre de los muros del campo, donde se asoma el cielo. Algunos callejones son tan estrechos que solo se pueden atravesar caminando en fila. La sobrepoblaci¨®n tiene relaci¨®n con la falta de trabajo, que llega al 27,4% de la poblaci¨®n de los Territorios Palestinos seg¨²n la Organizaci¨®n Internacional del Trabajo (ILO). Las mujeres son las m¨¢s afectadas por el desempleo, pero a pesar de esto las j¨®venes como Nida, Zeynep y Ro'ya est¨¢n luchando para buscar oportunidades.
Ro'ya saca fotos casi a diario durante los eventos que ocurren en el campo. Trabaja para bodas, fiestas y organiza sesiones fotogr¨¢ficas para reci¨¦n nacidos. Y no es la ¨²nica en so?ar a lo grande en su familia. Su hermana Sarah, de 10 a?os, es una futbolista que ya ha ganado dos trofeos y quiere jugar en un equipo femenino para viajar por todo el mundo como una deportista profesional. "Hay muchas mujeres exitosas en los campos de refugiados", concluye Ro'ya. "Si eres una hija de un campo o de otras ciudades de Palestina, no hay diferencias entre nosotras".
(*) Dos meses despu¨¦s de la realizaci¨®n de estas entrevistas, Zeynep pudo realizar su sue?o: visitar el mar. Despu¨¦s de muchos intentos, a finales de agosto le aprobaron un permiso para ir a Jaffa, donde ha podido ver romper las olas del Mediterr¨¢neo por primera vez en su vida.
Este reportaje es parte de una serie de historias de la iniciativa Tandem Shaml- Cultural Manager Exchange Europe-Arab Region, desarrollada por European Cultural Foundation, MitOst y apoyada por Culture Resource, Robert Bosch Stiftung, Abu Dhabi Music and Art Foundation, Stichting DOEN y Mimeta.
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