La otra batalla: AMLO contra los jueces
La amnist¨ªa del Gobierno mexicano subsana errores del pasado, pero no impedir¨¢ que los engranes de esa maquinaria judicial siga machacando personas que la legislaci¨®n convierte en carne de prisiones
Hay muchos inocentes en las c¨¢rceles mexicanas o en situaciones de culpabilidad dudosa. En ese sentido, habr¨ªa que aplaudir la iniciativa de amnist¨ªa que presenta en el Congreso el presidente Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador a trav¨¦s de su partido pol¨ªtico. Muchos de los beneficiados, no es de extra?ar, ser¨¢n los m¨¢s desprotegidos entre los desamparados, dobles v¨ªctimas antes y dentro de la c¨¢rcel: personas en condiciones de pobreza extrema, j¨®venes de la calle, analfabetas, activistas sociales, ind¨ªgenas, mujeres en condiciones de dependencia y subordinaci¨®n.
El listado de causales para acogerse a este perd¨®n lo dice todo: delito de aborto en cualquier modalidad cuando sea cometido por la mujer embarazada o por m¨¦dicos o parteros con consentimiento de la mujer. Delitos contra la salud cometidos en situaci¨®n de pobreza o extrema vulnerabilidad; por indicaci¨®n de la pareja, pariente, por temor infundado u obligado por grupos de la delincuencia organizada. Consumidores de drogas que hayan pose¨ªdo hasta dos veces la dosis m¨¢xima de consumo personal. Personas que pertenezcan a comunidades ind¨ªgenas y no contaron con un int¨¦rprete o defensor con conocimiento de su lengua y cultura. Robo simple sin violencia con pena m¨¢xima de cuatro a?os. Delitos motivados por ideas pol¨ªticas para alterar la v¨ªa institucional. Se excluyen los actos de terrorismo, secuestro, homicidio o lesiones graves, casos de reincidentes o delincuentes que utilizaron armas de fuego.
Sin embargo, no puede dejarse de ver que se trata de un perd¨®n extraordinario, de un acto de gracia impulsado por el presidente. No lleva aparejado un proyecto de reforma judicial para evitar que estos casos se sigan presentando. Subsana errores del pasado, pero no impedir¨¢ que los engranes de esa maquinaria judicial siga machacando inexorablemente a grupos de personas que la legislaci¨®n convierte en carne de prisiones.
En ese sentido, muchos juristas observan que el gobierno del cambio est¨¢ desaprovechando la oportunidad de introducir algo que subsane judicialmente la extrema vulnerabilidad de estos grupos. Mantener inc¨®lume un sistema injusto con un soberano magn¨¢nimo no es obviamente una v¨ªa confiable para transitar a un pa¨ªs m¨¢s justo. Por m¨¢s felicidad inmediata que irradie en tantas familias, la amnist¨ªa presume que hay una culpabilidad aun cuando se le exima moment¨¢neamente de castigo. Pero no se trata de una despenalizaci¨®n, sino de un acto de gracia. Si el gobierno considera que esas causales no deben ser motivos de punici¨®n tendr¨ªa entonces que modificar las leyes y no solo solicitar una liberaci¨®n dictada por la buena voluntad.
Por desgracia, el gobierno de la 4T ha sido muy ambiguo a ese respecto. En algunos sentidos, incluso, las reformas judiciales que propone van en la direcci¨®n contraria. En materia fiscal y en temas vinculados a crimen organizado y corrupci¨®n est¨¢n en proyecto leyes que modificar¨ªan el art¨ªculo 19 constitucional contra el cual no podr¨ªan ir los jueces. Es decir, un c¨®digo legal mucho m¨¢s restrictivo y severo que autorizar¨ªa bajo la mera sospecha la aprehensi¨®n de personas o la incautaci¨®n de propiedades (la llamada extinci¨®n de dominio).
En conjunto son leyes que lejos de disminuir las causales para acabar en prisi¨®n, le ofrecen al gobierno instrumentos adicionales para la aprehensi¨®n expedita de un sospechoso y limitan las atribuciones de los jueces para amparar a los acusados por actos de arbitrariedad de las autoridades. Nace de la profunda desconfianza del nuevo gobierno contra ministros y tribunales que suelen ser condescendientes con el poderoso, corruptos ante quien compra la justicia y crueles ante el indefenso.
La nueva estrategia es un concierto en dos movimientos: uno otorga m¨¢s herramientas al gobierno para meter gente a la c¨¢rcel por encima de la acci¨®n de los jueces, el otro, la amnist¨ªa, ofrece una enorme capacidad discrecional para que el soberano subsane las injusticias cometidas y corrija los da?os colaterales. La primera abre las puertas de entrada a la prisi¨®n; la segunda, el perd¨®n, ofrece un filtro para separar el grano bueno del malo. Pero en la pr¨¢ctica, desplaza el ¨¦nfasis de los jueces al gobierno; de lo judicial a lo pol¨ªtico; de los tribunales al presidente.
Se entiende la confianza de L¨®pez Obrador y su buena voluntad para convertirse en el gran corrector de las fallas judiciales. El problema es que en manos menos justicieras esta estrategia podr¨ªa derivar en lo contrario al esp¨ªritu que la anima y de plano convertirse en un instrumento autoritario. Antes de instalar otros usos y costumbres el gobernante tendr¨ªa que pensar que seguir¨¢n operando cuando sean otros y no ¨¦l quien est¨¦ en la cabina de mando. Un pensamiento inquietante, aprobemos o no al presidente en turno.
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