Una tableta que programa el riego y otros aliados tecnol¨®gicos de los agricultores
Paisajes poblados de peque?os huertos y campesinos con aspecto rural. En las ciudades, la imagen que se tiene del campo es la de un lugar buc¨®lico y exento de tecnolog¨ªa. Pero la agricultura no ha sido ajena a la revoluci¨®n digital
EN LOS ?LTIMOS a?os, y al calor de la moda de lo natural, se ha instaurado una idea del campo y la agricultura en el imaginario de los urbanitas que en nada se parece a la realidad. Para mucha gente es un lugar id¨ªlico donde abuelos con gorro de paja y camisa de cuadros tienen un huertecito con tomates, melones y gallinas a las que llaman por su nombre. De hecho, muchas peque?as explotaciones se han reconvertido en reclamos agrotur¨ªsticos y utilizan esta idea de la agricultura de cercan¨ªa, pero realmente su modo de vida no tiene nada que ver con ella y viven del turismo. Esto tiene el riesgo de que acabemos convirtiendo el campo en un parque tem¨¢tico o en un destino de vacaciones y olvidemos su funci¨®n principal de proveer de alimentos, porque en realidad poco tiene que ver con esta imagen.
De la misma forma que la tecnolog¨ªa ha entrado en nuestras vidas, la agricultura no ha sido ajena a esta revoluci¨®n. La biotecnolog¨ªa ha hecho que las especies que se siembran sean domesticadas, que no se parezcan en nada a las especies silvestres de las que proceden y, gracias a eso, cada vez sean m¨¢s productivas y eficientes. Desde el Neol¨ªtico hemos utilizado la selecci¨®n artificial, los injertos y los cruces para hacer variedades h¨ªbridas. A partir de los inicios del siglo XX hemos usado radiaciones o productos qu¨ªmicos para inducir mutaciones y as¨ª acelerar el proceso de obtenci¨®n de nuevas variedades. Pero la cosa no acab¨® aqu¨ª. Desde finales del siglo pasado utilizamos transg¨¦nicos y en la actualidad el CRISPR, que permite hacer cambios en el ADN de un organismo. Y me dejo por el camino alguna que otra t¨¦cnica como la embriog¨¦nesis o el cultivo de tejidos, que entre otras cosas nos permite obtener frutas sin pepitas.
La tecnolog¨ªa no se queda solo en el qu¨¦ sembramos, sino que tambi¨¦n se aplica al c¨®mo lo sembramos. En todo el mundo somos 7.000 millones de personas que tienen derecho a comer, y recursos como el suelo y el agua son limitados y cada vez m¨¢s escasos. Estamos obligados a optimizarlos y aprovecharlos al m¨¢ximo. Con esta finalidad, sistemas como el GPS diferencial, el sistema de informaci¨®n geogr¨¢fica y los sat¨¦lites artificiales est¨¢n cada vez m¨¢s presentes en el d¨ªa a d¨ªa del agricultor. ?Qu¨¦ utilidad pueden tener, por ejemplo, estos ¨²ltimos? Imagin¨¦monos un campo de gran extensi¨®n. Los principales requerimientos para la agricultura son fertilizaci¨®n (principalmente nitr¨®geno, f¨®sforo y potasio) y agua. Podemos fertilizar y regar un campo de manera uniforme; sin embargo, la composici¨®n del suelo no es homog¨¦nea, la intensidad de luz o el viento no afecta a todas las plantas por igual y puede haber zonas donde sobre fertilizaci¨®n o agua y otras donde falte. Cuando una planta sufre por falta de nutrientes o por falta de agua, cae la eficiencia con la que realiza la fotos¨ªntesis, y esto se puede calcular midiendo la fluorescencia de los compuestos que realizan esta funci¨®n. En la actualidad hay servicios que se dedican a cuantificar desde sat¨¦lites estas variables, de forma que el agricultor puede ver qu¨¦ partes de su campo necesitan m¨¢s atenci¨®n y de esta manera compensar de forma precisa.
Esta tecnolog¨ªa tambi¨¦n afecta al uso del agua. En su momento el uso del riego por goteo, sobre todo en frutales, supuso ahorrar millones de litros de agua respecto al m¨¦todo tradicional importado de los ¨¢rabes de riego por acequias y a manta (inundando el campo). En algunos cultivos como la vid o ¨¢rboles frutales, el tener m¨¢s o menos agua se correlaciona con unas variaciones m¨ªnimas pero medibles en el tama?o del tronco. Adem¨¢s, mucho riego incide en mayor producci¨®n pero de baja calidad, mientras que con poco riego baja la producci¨®n pero aumenta el contenido en az¨²cares y, por tanto, la calidad. Una medida a tiempo real mediante l¨¢ser puede hacer que el agricultor sepa cu¨¢ndo y cu¨¢nto debe regar de forma precisa, en funci¨®n de la calidad y la cantidad de fruta que quiera obtener. Esa informaci¨®n llega directamente al tel¨¦fono m¨®vil o a la tableta y desde all¨ª se puede programar el riego de forma automatizada. Esto nos ha permitido, adem¨¢s de fruta de mayor calidad, que obtener un mel¨®n o una naranja cueste ahora la mitad del agua que hace varias d¨¦cadas. Y hay m¨¢s aplicaciones, como utilizar balizas v¨ªa sat¨¦lite para controlar c¨®mo se realiza el arado o la pulverizaci¨®n de fitosanitarios, o drones para monitorizar la presencia de plagas o confirmar que el crecimiento del cultivo sea el correcto. Como vemos, la tecnolog¨ªa siempre ha sido una ayuda, y la agricultura no es una excepci¨®n aunque la llamemos ecol¨®gica o natural.?
J. M. Mulet es bioqu¨ªmico y divulgador.
El dilema del pl¨¢stico
Gracias a la tecnolog¨ªa, dos de las regiones m¨¢s productivas de Europa son las que tienen menos suelo o de peor calidad: Holanda y Almer¨ªa. Holanda es una potencia en cultivo hidrop¨®nico, que se realiza sin suelo, mientras que el mar de pl¨¢stico de Almer¨ªa provee de hortalizas a todo el norte de Europa. Actualmente, el reglamento de agricultura ecol¨®gica permite el cultivo en invernadero, pero no el hidrop¨®nico, lo que asegura un interesante nicho de mercado a los productores almerienses. No obstante, las ¨²ltimas campa?as de las organizaciones ecologistas se centran en demonizar el pl¨¢stico. Esperemos que el boicoteo no llegue al cultivo bajo pl¨¢stico, que es mucho m¨¢s respetuoso para el medio ambiente que otros m¨¦todos. No seamos malpensados, pero la sede mundial de Greenpeace est¨¢ en Holanda.
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