Cerrar bien las heridas
El traslado de Franco permitir¨¢ convertir el Valle de los Ca¨ªdos en un memorial y un centro de interpretaci¨®n que explique a sus visitantes la historia del lugar
Al conocerse la sentencia del Tribunal Supremo que permite sacar del Valle de los Ca¨ªdos los restos mortales de Francisco Franco, algunos portavoces de las derechas ¡ªlas tradicionales y las nuevas¡ª han tirado de uno de los argumentos m¨¢s o¨ªdos desde que se plante¨® el asunto: exhumar al dictador implica abrir heridas por razones partidistas, avivar odios, resucitar una historia dolorosa que divide a los espa?oles. Sin embargo, el gesto del Gobierno que ha puesto en marcha la medida, lejos de atizar un conflicto que ser¨ªa mejor olvidar, ayuda a que la Espa?a democr¨¢tica afronte el pasado, cierre heridas todav¨ªa sangrantes para muchos ciudadanos y lo haga con la mayor dignidad posible.
Para empezar, porque resulta inaceptable que Patrimonio Nacional, un organismo aut¨®nomo dependiente del Ministerio de la Presidencia, sostenga con recursos p¨²blicos un monumento donde se rinde homenaje a quien desencaden¨®, con un golpe de Estado, la Guerra Civil de 1936, orden¨® una terrible represi¨®n contra sus enemigos y sostuvo, con mano de hierro, una dictadura durante casi cuatro d¨¦cadas. Dicho de otro modo, la democracia fundada en 1978 ya est¨¢ madura para eliminar, sin demasiados aspavientos, uno de los s¨ªmbolos m¨¢s visibles del legado franquista. Los valores constitucionales (seg¨²n establece el art¨ªculo 1 de la Constituci¨®n, ¡°la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo pol¨ªtico¡±) son radicalmente incompatibles con los de aquel r¨¦gimen dictatorial. Y ese hecho hay que llevarlo, adem¨¢s de a la pr¨¢ctica pol¨ªtica cotidiana, al terreno simb¨®lico, tan importante para la reparaci¨®n de los perseguidos y la legitimidad del Estado.
Adem¨¢s, el traslado de Franco permitir¨¢ convertir el Valle, como recomend¨® el equilibrado informe oficial de los expertos reunidos en 2011, en un memorial y un centro de interpretaci¨®n que explique a sus visitantes la historia del lugar. A¨²n quedar¨¢ mucho por hacer all¨ª, como decidir el destino de los miles de sepultados en sus osarios; y fuera de all¨ª, con una pol¨ªtica resuelta que facilite el enterramiento decente de las v¨ªctimas del caudillo. Para todo ello ser¨ªa deseable que las derechas, al menos aquellas identificadas con el constitucionalismo, colaborasen en la tarea. Lo cual no significa atacar el esp¨ªritu conciliador de la Transici¨®n de los a?os setenta, sino actualizarlo en consonancia con los deseos de una opini¨®n que se revuelve contra anacronismos como el mausoleo de Cuelgamuros. Es decir, cerrar bien las heridas.
Javier Moreno Luz¨®n es historiador.
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