La llegada a Madrid: sin mapas ni idioma, pero con Paco
Jean Koulio llega a la capital espa?ola y la suerte le sonr¨ªe: obtiene acogida, hace un amigo y hasta visita la capital. Ahora, su aspiraci¨®n es quedarse. Tercer cap¨ªtulo del relato migratorio de un chico guineano
En los dos episodios anteriores de este testimonio vital, Jean Koulio narraba las razones por las que decidi¨® dejar su Guinea natal, el periplo que le llev¨® hasta Marruecos y su infernal estancia en el monte Gurug¨² con otros miles de migrantes como ¨¦l. Al cabo de un a?o, salt¨® la valla de Melilla y, tras una breve estancia en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes de esta ciudad, fue dado en acogida a una ONG ubicada en un pueblo madrile?o. En este episodio, Jean Koulio rememora c¨®mo conoci¨® a Paco, su primer amigo y c¨®mo se enamor¨® a primera vista de Madrid.
Del cap¨ªtulo anterior: No sab¨ªa directamente que iba a Madrid. Sal¨ª a M¨¢laga, fui a M¨¢laga y nos hab¨ªan dicho que habr¨ªa ONG que nos estar¨ªan esperando y nos llevar¨ªan a diferentes sitios, as¨ª que no sab¨ªa realmente d¨®nde me ten¨ªa que ir. Algunos chicos que hab¨ªa conocido en el CETI y que salieron antes que yo hab¨ªan llamado para decir que los hab¨ªan mandado a Madrid, a M¨¢laga, a Bilbao... Pero yo no ten¨ªa ni idea de d¨®nde me iban a mandar.
- P. ?T¨² ten¨ªas alguna preferencia?
- R. S¨ª, Valencia, porque all¨ª ten¨ªa un amigo que conoc¨ª en Mauritania y habl¨¢bamos casi cada d¨ªa. ?l me dec¨ªa que quer¨ªa que fuera all¨¢. Se llama Evariste.
- P. Entonces te subes al autob¨²s y...
- R. En M¨¢laga, cuando bajamos del barco, estaba esper¨¢ndonos el personal de seguridad del puerto. Nos dijeron que cada ONG llegar¨ªa con un listado de nombres y nos llamar¨ªan. "Si entiendes tu nombre, te metes en el autob¨²s", anunciaron. Entonces el se?or Omar, que es el delegado de una organizaci¨®n que se llama Dianova, empez¨® a llamar. El autob¨²s vino, aparc¨® al lado y al escuchar mi nombre, me met¨ª. Nadie sab¨ªa el destino. Cuando el se?or Omar termin¨®, el autocar estaba casi lleno y ¨¦ramos todos chicos menos una chica. Salimos de M¨¢laga a las tres de la tarde y llegamos casi a las diez de la noche. Cuando entramos, me dije: "?Uuuh, esto est¨¢ estupendo, qu¨¦ bonita casa!".
- P. Porque era la casa de la ONG...
- R. S¨ª, pero no la oficina general, sino donde llevaban a la gente para dormir, para acoger. Es muy grande, es una casa de casi 500 a?os, muy antigua, en Ambite, un pueblo de Madrid. Yo empec¨¦ a trabajar con Paco, el se?or que estaba a cargo del mantenimiento. Me qued¨¦ con ¨¦l casi cuatro meses y acab¨¦ conociendo todos los rincones de la casa.
- P. Y siempre hab¨ªa algo que arreglar, ?no?
- R. S¨ª, tan vieja era... Esa primera noche yo me encontr¨¦ con un compa?ero de Melilla, y me dec¨ªa: ¡°Aqu¨ª no hay nada; si lo hubiera sabido, me habr¨ªa ido a Francia o Alemania¡±.
- P. ?Se refer¨ªa a Espa?a?
- R. No, a la organizaci¨®n, que no le acog¨ªan muy bien, que no ten¨ªa ropa, pantalones, zapatos buenos¡ Y yo, lo ¨²nico que le respond¨ª fue: ¡°Aqu¨ª vivo y duermo sin pagar nada, prefiero quedarme. ?Para qu¨¦ voy a ir a otro sitio a dormir fuera?¡±. Me dije a m¨ª mismo que esperar¨ªa hasta que me mandaran a otro lugar. Al d¨ªa siguiente ya realizamos la primera entrevista con el educador social, cada uno con el suyo.
- P. ?Hablabas solo franc¨¦s?
- R. Yo hablaba franc¨¦s, la suerte que tuve es que mi educadora social hablaba un poquito de franc¨¦s. Se llama Gala, una chica muy maja. Al final me ayud¨® much¨ªsimo ya que era muy dif¨ªcil que me mandaran a Madrid porque no hab¨ªa sitio. Suelen salir plazas por Sevilla, Castilla-La Mancha¡ Pero ella dec¨ªa: ¡°No, Jean se tiene que quedar en Madrid¡±, porque yo le hab¨ªa dicho que quer¨ªa formarme como inform¨¢tico. Y ella dec¨ªa: ¡°Yo voy a usar toda mi autoridad para mandarte a Madrid¡±.
- P. Fue porque t¨² en la primera entrevista le dijiste que quer¨ªas estudiar¡
- R. S¨ª, y luego el se?or Omar y todos los dem¨¢s de la ONG me dijeron: ¡°T¨² tranquil¨ªzate, nosotros te ayudamos¡±. Un mes despu¨¦s les coment¨¦: ¡°Yo no puedo quedarme aqu¨ª sentado, quiero hacer alguna cosa, algo de trabajo¡±. Porque quedarte en casa, dormir¡ Al final te cansas m¨¢s que si trabajas. ¡°?Qu¨¦ quieres hacer? Te ayudamos¡±, me animaron. Y les respond¨ª: ¡°Yo prefiero trabajar con Paco¡±. Y me dijeron que vale, que hablar¨ªan con Paco. Al cabo del tiempo nos hemos convertido en mejores amigos.
Cuando los chicos africanos llegan y se encuentran que muchos espa?oles est¨¢n sufriendo para ganarse el pan de cada d¨ªa, se llevan una desilusi¨®n
- P. ?Pero t¨² sab¨ªas algo sobre mantenimiento?
- R. No, lo que ¨¦l me ense?aba.
- P. ?Cu¨¢nta gente m¨¢s de la casa trabajaba?
- R. En esa ¨¦poca, solo yo.
- P. ?Y los dem¨¢s inquilinos?
- R. Es que hay un problema con algunos africanos. Nosotros olvidamos que en Europa no todo son facilidades, hay que sufrir para conseguir cosas, y cuando los chicos llegan y se encuentran que muchos espa?oles est¨¢n sufriendo para ganarse el pan de cada d¨ªa, se llevan una desilusi¨®n. Yo trabajaba con Paco, contento. Me levantaba por la ma?ana, a las siete, aunque me hab¨ªan dicho que pod¨ªa quedarme acostado hasta las diez si quer¨ªa porque no me pagaban. Pero yo a las siete estaba esperando a Paco. Cuando llegaba, empez¨¢bamos a trabajar. A las ocho y media, la hora del desayuno en el centro, me iba a tomar un cafetito r¨¢pidamente y luego sub¨ªamos, baj¨¢bamos, sub¨ªamos, baj¨¢bamos... Est¨¢bamos arreglando cosas hasta a las dos ¨¦l se iba a su casa a comer y yo me quedaba para almorzar en el centro. A las tres y media volv¨ªa y reanud¨¢bamos nuestro trabajo; a veces ¨¦l se marchaba a las cinco y, si hab¨ªa quedado algo sin terminar, yo le dec¨ªa que me dejara acabarlo y que se fuera a casa.
- P. ?Cu¨¢nto tiempo viviste as¨ª?
- R. Unos cinco meses. All¨ª realic¨¦ una demanda de solicitud de asilo, y muchas personas que trabajan en la ONG me apoyaban: ¡°Jean, nosotros te vamos a ayudar para meterte en un centro muy bueno y que no te manden lejos de Madrid¡±. As¨ª que me qued¨¦ trabajando all¨ª hasta que un d¨ªa me llaman el se?or Omar y Gala, y me dicen: ¡°Jean, ?puedes venir? Queremos hablar contigo¡±. Ese d¨ªa no trabajaba porque Paco libraba y yo me hab¨ªa quedado con mi peque?o ordenador. Cuando llegu¨¦, me dijeron que finalmente hab¨ªan conseguido una plaza para m¨ª en Madrid. Estaba contento porque miraba a la ciudad como a Estados Unidos. Durante los seis meses que pas¨¦ en Ambite, visit¨¦ la capital tres veces. Cada vez que iba, cuando Gala o Ricardo [otro trabajador social] me dec¨ªan que hab¨ªa que volverse ya, me encontraba mal y les preguntaba que por qu¨¦ no nos qued¨¢bamos un poquito¡ Todos quieren ver una ciudad tan bonita, mirar a las chicas que pasan¡ (Risas).
- P. La primera vez que fuiste a Madrid, ?por qu¨¦ fue?
- R. Fue Gala la que me llev¨®. Un d¨ªa que yo no trabajaba le dije: ¡°Por favor, quiero que me lleves contigo a Madrid¡±. Ese d¨ªa ella hab¨ªa hecho el turno de noche y ten¨ªa que volver al centro a la tarde siguiente, y como iba a ir a Madrid por la ma?ana, yo le supliqu¨¦ que me dejara ir con ella y regresar juntos luego.
- P. ?D¨®nde te llev¨®?
- R. Mi primera calle fue Embajadores. Ella nos llev¨® en su coche y nos dijo: ¡°Vale, os dejo aqu¨ª y tenemos que estar todos en este punto a las cinco¡±, porque ella ya a las siete ten¨ªa que empezar a trabajar.
- P. ?Cu¨¢ntos erais?
- R. Un chico y yo. Caminamos desde las diez a las cinco de la tarde (risas). De Embajadores cogimos la calle hacia Lavapi¨¦s, y cuando ve¨ªa a otros chicos morenos yo pensaba: ¡°Anda, aqu¨ª hay mucho africano¡±. No lo sab¨ªa, era mi primera visita a Madrid, and¨¢bamos y no sab¨ªamos qu¨¦ direcci¨®n coger. Yo le dec¨ªa a mi compa?ero: ¡°Hay que recordar el camino por el que venimos porque a la vuelta cogeremos el mismo". Anduvimos hasta El Retiro, sin GPS, ni mapa y sin saber espa?ol, claro. Recuerdo que cuando llegamos a Sol, hab¨ªa un mueble aqu¨ª, un mueble all¨ª... Y hab¨ªa fuego. Hab¨ªa explotado una botella de gas en un restaurante y los bomberos llegaban de todas partes, hab¨ªan bloqueado las calles, nadie pasaba y nosotros nos quedamos a mirar c¨®mo trabajaban los bomberos.
Hoy puedo irme donde quiero y entrar sin tener verg¨¹enza ni miedo
- P. ?Luego encontrasteis el camino de vuelta a la primera?
- R. S¨ª, llegamos hasta Sol y no sab¨ªamos que Embajadores estaban tan cerca. As¨ª que fuimos cogiendo otra vez la ruta por El Retiro, pasando por Ant¨®n Mart¨ªn, Lavapi¨¦s y ya Embajadores. No ten¨ªamos tel¨¦fono, pero yo sab¨ªa perfectamente por d¨®nde hab¨ªamos pasado. Esto ya no lo podr¨ªa repetir porque ahora soy un ciudadano y coger¨ªa el autob¨²s.
- P. ?Qu¨¦ es lo que m¨¢s te gust¨®?
- R. Lo que m¨¢s me impresion¨® fue ver a la gente. Pero no compramos nada, no entramos en ning¨²n edificio porque yo pensaba me alguien me dir¨ªa que me fuera. Ten¨ªas que ver c¨®mo iba vestido. No era como hoy, que puedo irme donde quiero y entrar sin tener verg¨¹enza ni miedo. Ya en Embajadores nos quedamos esperando a Gala durante una hora y, cuando lleg¨®, hicimos otra vez una hora y media de viaje para llegar a Ambite. Ese d¨ªa estuve muy contento porque hab¨ªa visitado Madrid.
- P. ?Recuerdas con cari?o ese d¨ªa?
- R. Hombre... Lo recuerdo como si fuera ayer (sonrisa). Y cuando me dijo el se?or Omar que me mandaban a Madrid, que en dos d¨ªas me iba, de verdad que me puse muy contento. Y todos los trabajadores del centro vinieron a felicitarme.
Continuar¨¢...
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