Encuentros posibles

Hace unos a?os escrib¨ª un ensayo sobre la violencia en Euskadi cuyo ¨²ltimo cap¨ªtulo se titulaba Encuentros posibles. En ¨¦l hablaba de mis conversaciones, sentada a la mesa de una cocina, con una persona que hab¨ªa pertenecido al entorno de ETA y hab¨ªa estado en la c¨¢rcel por colaboraci¨®n. En aquel 2015 en el que finalizaba el ensayo, mencionaba a esa persona y el aprendizaje que supuso para m¨ª conocerla, pero no me atrev¨ª a contar su historia que, pens¨¦, deb¨ªa quedarse en el espacio protegido y de confianza de la cocina de su casa. Cre¨ªa que todav¨ªa no se pod¨ªan hacer p¨²blicas esas conversaciones: ¡°Existen encuentros posibles, pero muchos se dan en la intimidad de nuestras cocinas. Todav¨ªa estamos lejos de un cambio imaginativo real a nivel colectivo que nos permita conocer ¡®el conflicto¡¯ en sus dimensiones m¨¢s intricadas, las que tienen que ver con los afectos que nos unen. Y los que nos desunen¡±. En estos cuatro a?os han cambiado muchas cosas y lo constato felizmente en ¡®Zubiak¡¯ (Los puentes), el primer cap¨ªtulo de la serie documental ETA, el final del silencio, de Jon Sistiaga y Alfonso Cort¨¦s-Cavanillas.

Maixabel Lasa, viuda de Juan Mari Jauregi, asesinado por ETA en 2000. Ibon Etxezarreta, miembro del comando que lo asesin¨®. Sentados uno frente a otro en la cocina de la sociedad Bilkoin. Maixabel ha cocinado. Ibon trae el vino y el pan, que corta en ese momento porque, como dice Maixabel, si te lo cortan en la tienda, luego se seca. El camino de Ibon para llegar a esa mesa ha sido largo: 18 a?os de reflexi¨®n, autocr¨ªtica y c¨¢rcel. El camino de Maixabel, desde esa ma?ana en la que Juan Mari le dijo: ¡°Hoy he so?ado que me mataban¡±, y nunca volvi¨® a casa, imag¨ªnense. En los minutos anteriores a esa comida, a la que asistimos como testigos, se entrelazan voces conocidas y autorizadas que a?aden un contexto indispensable para saber qui¨¦n era Jauregi y entender el proceso de Ibon y otros presos disidentes de ETA. Es un contexto que no minimiza la crudeza del asesinato y sus secuelas terribles, evidentes en Maria, la hija que recuerda al padre.

Maixabel e Ibon ya han hablado mucho, hay confianza, cari?o y, sobre todo, respeto. Les cuesta nombrar lo m¨¢s doloroso, cada uno por sus motivos, y ambos miden con tiento las palabras, respetan los silencios. Ibon le dice a Maixabel: ¡°Para ti es importante recordar, para m¨ª es importante olvidar¡±. Lo dice, pero sigue recordando con ella porque sabe que es su deber. Su postura ¨¦tica es estar a disposici¨®n de la v¨ªctima. Maixabel, al acabar la comida, le prepara a Ibon un t¨¢per con las sobras para que las coma en la c¨¢rcel (tiene que regresar a dormir). Un gesto profundo, el de Ibon; uno cotidiano pero cargado de significado, el de Maixabel. Ambos gestos remiten a la imagen metaf¨®rica del documental: un puente viejo que aparece en varios momentos, mostrando peque?os desprendimientos y una gran grieta. Como dice Ibon, sus destinos est¨¢n unidos por la herida que ¨¦l caus¨®. A partir de esa uni¨®n traum¨¢tica han construido un puente que, pese a su grieta, su cicatriz, es fuerte y s¨®lido.

Salgo de esa cocina conmovida por la lucidez de Ibon ante el da?o y los l¨ªmites de la reparaci¨®n; admirada por la generosidad y empat¨ªa de Maixabel. Acompa?o a Ibon de vuelta a la c¨¢rcel, con la voz de fondo de Maria defendiendo la empat¨ªa y el di¨¢logo como herramientas para seguir construyendo puentes. Su voz, de nuevo, se quiebra. Una ¨²ltima constataci¨®n: el dolor y la memoria conviven con la generosidad y la esperanza.